Irán, cuarenta años de revolución que transformó Oriente Próximo
- La Revolución Islámica cambió el equilibrio de poder en la región e introdujo un nuevo modelo de gobierno
Pocos acontecimientos recientes han influido tanto en Oriente Próximo: hace 40 años, la represión y la desmesura de Mohamad Reza Pahleví, el sha de Persia, alcanzaron su fin. Las movilizaciones izquierdistas, liberales e islamistas hicieron caer su régimen y el éxito lo capitalizó un clérigo del exilio: el gran ayatolá Ruholla Jomeini. Con su turbante negro, símbolo de que, según la tradición chií, descendía de Mahoma, Jomeini regresó desde Francia para tomar el mando. Pocos podían predecir el impacto de una revolución que, en origen, no era islamista.
"Los clérigos secuestraron la revolución", recuerda Itxaso Domínguez, analista y Coordinadora del Panel de Oriente Próximo y Magreb de la Fundación Alternativas. "Eran los que mejor articulados tenían su grupo social, eran la única alternativa, por así decirlo, viable, sobre todo teniendo en cuenta el aspecto jerárquico del islam chií que no tiene el islam suní".
La de Irán fue una revolución que casi nadie esperaba y que se produjo en un punto de inflexión en las relaciones internacionales. "En Oriente Próximo se atravesaba el paso del panarabismo, que tanto auge tuvo en los años 50 gracias a la figura de Nasser y que después de la Guerra de los Seis Días empezó a caer en declive, al panislamismo", señala esta experta, que apostilla: "Al final, lo que vino a representar es que podía a derrocarse a una monarquía y que podía ser el islam el que podía derrocarlo".
Un estado teocrático
La caída del régimen Pahleví permitió a Jomeini crear un nuevo concepto de estado: teocrático, con la sharía como fuente de ley y los clérigos como máximas autoridades, pero con administraciones modernas. El nuevo régimen obligó a las mujeres a llevar velo, prohibió el alcohol y la oposición fue encarcelada y hasta ejecutada. La nueva constitución concentró el poder en las manos de su guía supremo, primero Jomeini y tras su muerte, Alí Jamenei.
Pero en sus 40 años de historia, la República Islámica ha atravesado distintas etapas. Y el ejercicio del poder, en medio de unas relaciones internacionales que le eran hostiles, le han dotado a día de hoy de cierto pragmatismo.
"Incluso el próximo líder supremo ha demostrado ser más pragmático que nadie", recuerda Itxaso Domínguez. "Han sido capaces de atravesar esta línea roja como es entrar en un acuerdo internacional con EE.UU. y con otros socios occidentales porque saben que respondía a la mayor parte de expectativas de la población".
Un cambio trascendental para la región
En estas cuatro décadas, la Revolución Islámica ha modificado significativamente la geopolítica regional. Irán pasó de ser un aliado de Washington a retratarle como el "Gran Satán" y romper relaciones tras el dramático asalto a la embajada estadounidense pocos meses después del triunfo de la revolución. Comenzó a amenazar a Israel y a financiar a los grupos armados palestinos. Y también ha intentado exportar su modelo: en Líbano, por ejemplo, creando Hezbollah. "Era la idea de una revolución antioccidental para los marginados, para los marginados musulmanes en los países de la región" recuerda la analista de la Fundación Alternativas. "De ahí surge la inspiración para otros movimientos como Hezbollah".
El Irán islámico se ha enfrentado a un escenario Adverso. En Irak mantuvo una larga guerra en los 80; en Síria, apoyó al régimen y hoy es un aliado imprescindible para Bachar al Asad en la guerra civil. También influyó en muchos movimientos islamistas, como Yihad Islámica Palestina, que vieron en la revolución un ejemplo de éxito del método armado, frente a la tradicional tradición reformista de los Hermanos Musulmanes. Pero, sobre todo, Irán se convirtió en una amenaza que disputaba la hegemonía a Arabia Saudí.
"La revolución de Irán está considerada a menudo como un punto de inflexión en la llamada 'guerra fría de Oriente Próximo' entre chiismo y sunismo, que se articula en términos sectarios, aunque en realidad es una utilización política de las grandes potencias de la región de los sentimientos de pertenencia", recuerda Domínguez. "1979 también fue un año clave para Arabia Saudí. Vio como se ponía en cuestión su legitimidad como monarquía; además, Jomeini era uno de los primeros que les acusaba de ser una monarquía ilegítima, basada en el 'islam americano'", abunda.
Irán por dentro
Dentro del país, el régimen se mantiene sin que haya, aparentemente, grandes alternativas. En cuatro décadas, ha pasado por diferentes liderazgos, desde el estadista Akbar Hashemi Rafasanyaní, el conservador agresivo Mahmud Ahmedinayad, hasta los reformistas Muhamad Jatamí o el actual presidente, Hasán Rohaní. Pero siempre bajo la atenta mirada del Guía Supremo. No hay muchas opciones al poder del clero.
"Lo que ocurre en Irán en la actualidad es que la censura y la represión han impedido que exista una verdadera alternativa. Dentro del país, lo que se considera una alternativa son los políticos, la mayoría clérigos denominados 'moderados o reformistas', que no tienen nada de reformistas desde el punto de vista occidental".
Pero el régimen también tiene sus propias luchas internas. A la incógnita de quién sucederá al actual Guía Supremo, se unen las luchas internas. "Ahora, se ha creado una propia estructura económica que es la de los Guardianes de la Revolución [la fuerza de élite del Ejército] que han creado un imperio económico dentro de un país completamente neopatrimonialista", señala Itxaso Domínguez. "Y dentro de los Guardianes de la Revolución, existen unas divisiones y diferencias ideológicas enormes. Hay pragmáticos, ideológicos, más interesados, de los más privilegiados y hay una contraposición de intereses que no deja claro cuál va a ser el futuro de la República Islámica".
Ni social ni políticamente, la República Islámica no es hoy la de Ruhollah Jomeini. Pero las nuevas políticas como la de la Administración Trump, que abandonó el acuerdo nuclear y ha retomado las sanciones, pueden hacer, según algunos analistas, que el régimen vuelva a encerrarse en sí mismo.