Las religiosas alzan la voz en un nuevo #Metoo
- Tras la cumbre contra la pedofilia, el Vaticano se enfrenta a otra crisis: los abusos sexuales a religiosas
- Acciones y no solo palabras le reclaman al Papa después de que reconociera históricamente esta lacra
“A una mujer, reconocer que ha sido víctima de abusos sexuales, le da vergüenza. Le cuesta aceptarlo. Por eso, casos de abusos sexuales son los que menos se cuentan...pero ¿abusos de poder? ¡A montones!”. María D. Martínez, hermana reparadora de la Virgen de los Dolores, rompe el tabú que ha ocultado durante décadas otro escándalo de la Iglesia: los abusos sexuales a religiosas por parte de sacerdotes y obispos.
Una realidad callada por las mismas víctimas, temerosas de no ser creídas y de perjudicar a la congregación, o bien silenciada por el clericalismo. “Lo más difícil es que te apoye la jerarquía. Por eso, ahora el Papa está haciendo un buen trabajo en ese sentido… Pero que todo eso cale más abajo, va a llevar mucho más tiempo”, añade. Ella niega haber sufrido abusos sexuales, pero sus más de 20 años como consagrada le llevan a afirmar: “Tres de cada diez religiosas con las que he tenido contacto han sufrido algún tipo de abuso. En su origen, abuso de poder y después...en lo que haya podido derivar”.
Como ella, cada vez son más las religiosas que deciden alzar la voz después de que, tres semanas atrás, el Papa reconociera históricamente que algunos sacerdotes y obispos habían abusado sexualmente de religiosas. La realidad verbalizada por el Pontífice “no es sorprendente, no es difícil de creer”, dicen Beatriz y Marlene, del mismo instituto religioso, “más bien es triste porque son personas que deben dar ejemplo, por ser quién son: obispos”, puntualizan.
“Tres de cada diez religiosas con las que he tenido contacto han sufrido algún tipo de abuso“
La Asociación de Teólogas Españolas, que lucha por el empoderamiento de la mujer en la Iglesia, ha animado a las religiosas a denunciar y no guardar más silencio. “Hay un reconocimiento oficial y eso nos dice que hay una voluntad de diálogo y de cambio”, señala Silvia Martínez de la ATE, pero considera que es “insuficiente porque es un daño ya hecho. A veces, cuando llega esa confirmación...queda obsoleta y ya se han generado otro tipo de problemáticas. Lo que nos gustaría es que la Iglesia actuara más rápido”.
"Las mujeres son consideradadas ciudadanas de segunda clase"
Para el Papa Francisco los abusos tienen su origen en el maltrato a la mujer en la sociedad y también en la Iglesia. “Las mujeres son consideradas ciudadanas de segunda clase”, dijo en el vuelo de regreso de los Emiratos Árabes. En España, hay 40.096 religiosos, de los cuales 30.252 son mujeres. Representan tres cuartas partes de la Iglesia y el pilar de la obra social de la institución en nuestro país. “Es cierto que se utiliza por ejemplo: ¡Es que soy el vicario y tienes que obedecer a la Iglesia en ciertas cosas...pero no te las puede imponer porque hay cosas que, en conciencia, sabes que no están bien hechas” afirma Beatriz. “Eso sí lo hemos vivido en primera persona”, responde preguntada por los abusos de poder del clero. “Bajo ese pretexto de obediencia...ahí hay mucha presión”, añade María.
“No nos constan denuncias oficiales, pero sabíamos de la existencia de abusos sexuales a religiosas porque las hemos tratado psicológicamente en nuestro centro médico”
A la Confederación Española de Religiosos no le constan denuncias oficiales en nuestro país. Puede que existan y no las conozcan porque las diócesis y provincias eclesiásticas no están obligadas a notificárselas. La organización reconoce que no tienen un protocolo específico para los abusos sexuales a religiosas en la Iglesia. Sí existe, en cambio, para casos de abusos a menores desde 2010. “Debería adaptarse”, reconoce el secretario general de la organización.
Jesús Miguel Zamora explica que conocían de los abusos sexuales del clero a religiosas porque durante más de 30 años han atendido psicológicamente a algunas de ellas en el centro médico de la organización. Cuentan con un equipo de 4 psicoterapeutas que, entre otras tareas, tratan a religiosos y religiosas en España, misioneros a través de videoconferencia o laicos víctimas de abusos en el seno de la Iglesia.
Tampoco a la Conferencia Episcopal Española le constan denuncias porque, según explica la institución que aglutina a los obispos, no intervienen en esos procesos. Descartan confirmar si ha llegado algún caso de modo informal, pero en tal supuesto, aseguran, “se deriva a la autoridad eclesiástica competente”
Abusos sexuales, violaciones y abortos desde los años 90
En el resto del mundo, la plataforma internacional Voices of Faith documenta casos de monjas abusadas por clérigos en los cinco continentes. La primera en denunciar fue en 1994 la irlandesa Maura O’Donoghue, misionera en África para la lucha contra el VIH. Después de seis años trabajando en varios centros médicos del continente, reportó al Vaticano casos de abusos sexuales y violaciones a religiosas por parte de sacerdotes y obispos que pedían favores de esta índole para confesarlas o aceptarlas en la congregación. Detallaba que los clérigos africanos las preferían para mantener relaciones sexuales por la baja probabilidad de contraer el VIH con ellas.
El informe, que no salió a la luz hasta 2001, hablaba, por ejemplo, de un caso en Malawi en el que las líderes de una congregación fueron expulsadas por el obispo al denunciar que varios sacerdotes diocesanos habían dejado embarazadas a 29 monjas. 0’Donoghue informó de abortos clandestinos pagados por sacerdotes en los que las religiosas incluso perdieron la vida. Un año más tarde, en 1995, otra misionera, Marie McDonald documentó casos de abusos sexuales a religiosas en 23 países, casi todos africanos, pero también en India, Colombia, Estados Unidos, Italia e Irlanda.
El único estudio universitario que ha medido la magnitud del problema data de 1998. Lo elaboraron psicólogos de la Universidad de Sant Louis, en Estados Unidos. Tras hablar con 580 religiosas de tres congregaciones diferentes, concluyeron que cerca del 30% de las religiosas norteamericanas habían sufrido traumas sexuales de un tipo u otro durante su vida religiosa. Una de cada diez religiosas. además, estaban sometidas a esclavitud sexual. En mitad de los casos, el explotador era un sacerdote.
De eso, ha pasado un cuarto de siglo. En 25 años no han trascendido muchos casos más, salvo algunos escándalos destapados en Chile, Perú, Argentina, India... El Papa ha reconocido que la Iglesia debe hacer más, aunque asegura que llevan tiempo trabajando en este problema que viene "de largo” y que ya han suspendido a algunos de los abusadores.
¿Condenas civiles o canónicas?
Todas las voces consultadas en este reportaje han coincidido en una solución para frenar los abusos a religiosas en la Iglesia: que los abusadores no se enfrenten solo a la justicia canónica, sino también a la civil. Otra cuestión pendiente es penar a los encubridores. Desde la plataforma Voices of Faith, que ha documentado casos de abusos en todo el mundo, piden además comisiones de investigación independientes dentro de la Iglesia con la participación de laicos, para que no sean solo obispos y cardenales quienes decidan las penas. Para evitar que se den casos, dicen, en los que los tribunales sean a la vez jueces y parte.
“Lo que ha pasado es que se ha escondido, se ha mentido, se ha desplazado a gente de unos lugares a otros para el conflicto no saltara. Se ha trabajado de muchas maneras con el objetivo de que no apareciera”, asegura Silvia Martínez de la Asociación de Teólogas Españolas. "Con ello", prosigue Martínez, “lo que se ha intentado proteger es la institución. El miedo no es tanto a la víctima, sino a las repercusiones que puede tener esto para la Iglesia. El miedo a que se fragmente, a mostrarse vulnerable... Yo creo que ese es el miedo que hay realmente y eso repercute en una mala ejecución del problema. Yo creo que estamos en la fase de haber perdido ese miedo. Reconociendo que la Iglesia es vulnerable y no pasa por admitirlo...estamos en la fase de buscar el perdón y la reconciliación".
La ex exreligiosa Rocío Figueroa, que destapó los abusos al Sodalicio de Vida Cristiana en Perú, va más allá: “No pueden seguir siendo sacerdotes personas que han cometido crímenes y eso es lo que desgraciadamente ha venido pasando. Y apunta a los cimientos de la Iglesia como raíz del problema: “Tenemos que darle un mayor rol a la mujer en la institución. Tenemos que romper ese clericalismo, para que no se consideren una casta superior”. Ella, tras años sin respuesta a su denuncia, dejó la vida consagrada. Ahora se dedica a investigar los efectos psicológicos en los supervivientes de abusos sexuales en el seno de la Iglesia.
Algo parecido a lo que aspira María para que más compañeras no pierdan la fe. “Sabes lo que me gustaría?” -nos interpela María antes de acabar la entrevista- “Quiero ser abogada para defender a todas esas mujeres que están en situaciones vulnerables. Eso es lo que quiero hacer”. Es así como se imagina transformar una Iglesia que sin las mujeres respira, dicen, con un único pulmón. Un camino en el que la lupa eclesiástica deja poco a poco de observar el pecado para enfocar el delito.