Matilde Cano y Rafael Urquizar, costuras del Sur
- Urquizar mezcla tejidos y colores en una colección muy femenina
- Matilde Cano recoge el lujo barroco del último baile de Nicolas II
Olga y Marisa hablan con orgullo y cariño de la firma que su madre, Matilde Cano, fundó en 1976. Crecieron yendo del colegio al taller y jugaron con muñecas y vestidos. Hoy llevan las riendas de la firma, una de las más potentes en calidad y ventas, con una fuerte presencia en el exterior.
Suelen presentar sus colecciones en la Barcelona Bridal Fashion Week, e irán en breve con la colección, pero el desfile querían hacerlo en la capital. Madrid Fashion Week es su sueño pero ahora, por distintos motivos, el lugar perfecto es la pasarela Atelier Couture.
“La colección está inspirada en el último baile que ofreció el zar Nicolás II en el Palacio de Invierno de San Petersburgo, un evento legendario que ha pasado a la historia por el lujo de los trajes de los invitados, y este espacio, el Palacio de Fernán Nuñez, nos encajaba muy bien”, dicen. “Es una colección de auténtico lujo que a la vez habla de la decadencia del zarismo”.
Las prendas impresionan por la riqueza de los tejidos pero sobre todo por su exquisita confección. Es costura alta, muy alta, ya que solo la que se exhibe en París se puede llamar alta costura. Los códigos de la vestimenta de los zares y zarinas se tamiza con el estilo de la casa, hay un potente aire historicista pero sobre todo hay luz, mucha luz. “Nuestras colecciones se caracterizan por el color y la luz de nuestra tierra, y por los detalles especiales que lleva cada prenda”.
Su apuesta huye del minimalismo y la contención para aferrarse a una estética barroca en la que prima el trabajo artesanal. Sus vestidos son joyas únicas, piezas artesanales que juegan con las aplicaciones y volantes que se maximizan pero sin llegar a las osadas sobredimensiones que recorren las pasarelas. La carga estética, que recorre la colección, se rebaja en algunos casos cambiando bordados por estampados, buscando seducir a una mujer más joven.
Rafael Urquizar es otra de las agujas veteranas de la costura española. El malagueño construye su colección con los básicos e iconos de la firma y nuevas incorporaciones. No faltan sus conjuntos de falda y blusa, prenda que ahora también se convierte en vestido. También sigue utilizando el pantalón, una de sus señas de identidad. “Resulta perfecto para la boda pero también para la segunda puesta de la novia, cuando se cambian de ropa para estar más cómodas, algo que está en auge”, dice.
El modisto juega con la dualidad entre lo masculino y lo femenino en vestidos abrigo que contrastan con la ligereza de los vestidos de línea fluida. “Llevan un único estampado pero es muy espectacular”. Ahora hay muchas novias que tienden a la naturalidad, la ligereza y lo neutro. Urquizar acepta el reto y añade su toque personal para lograr un plus de romanticismo. La falda midi, otra de las prendas en auge, se utiliza para bodas y fiestas, igual que los vestidos camiseros, otra de las piezas que el malagueño desarrolla.
Marfil y crema son los tonos escogidos para los trajes nupciales, “es una paleta de color muy reducida pero hay tejidos muy distintos que ofrecen diferente texturas”. Urquizar firma un excelente trabajo de drapeados que abrazan el cuerpo, elegantes plisados y tableados que caen verticalmente en vestidos túnica que combina con pantalones.
Hay patrones de novia que se trasladan a la fiesta. En algunos vestidos mezcla todos los colores de la colección, negro, crema, fucsia y celeste, y en otros se apuesta por un único tono liso.
Los conjuntos de dos piezas le sirven para jugar a mezclar elementos y tejidos. Vemos cuerpos opacos con faldas asimétricas de delicados encajes y transparencias o con otras de encaje laminado en oro que parece una filigrana. Entre las novedades destaca el uso del tejido de red y llama la atención un elegante caftán con plumas y bordados que caen del pecho a los bolsillos.
Otro detalle interesante es el contraste entre simetrías y asimetrías: vestidos muy trabajados con piezas de distinto color o tejido que forman un laberinto visual, y vestidos que dejan un hombro al aire o lo envuelven en una sofisticada manga abullonada.