Y, en el día fijado, el 'Brexit' no fue 'Brexit'
- Reino Unido llega al 29 de marzo, el que debía ser su último día en la Unión Europea, sin haber decidido cómo salir
- Todas las opciones son posibles, desde una salida abrupta hasta una prórroga larga, lo que podría diluir el Brexit
"Brexit means Brexit", solía repetir como un axioma durante todos estos meses la primera ministra británica, Theresa May: "Brexit significa Brexit". Pero llegado el día, este 29 de marzo que debía ser el último de Reino Unido como miembro de la Unión Europea, los británicos no han sido capaces de decidir cómo quieren salir del club comunitario. El Brexit no ha sido Brexit y pocos se atreverían a asegurar qué pasará a partir de ahora, sumido como está el proceso en una espesa niebla de incertidumbre.
"Los británicos se han dado cuenta de que se han metido en un callejón sin salida", apunta Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano, que señala como "dejar la Unión Europea es más difícil de lo que parece, incluso si no perteneces al euro".
También Iván Serrano, politólogo de la Universitat Oberta de Cataluña, subraya que, durante todo el proceso "ya se vio que las negociaciones eran muy complejas, tanto entre Londres y Bruselas como en el interior de Reino Unido", por lo que a su juicio, no era inconcebible llegar a este punto: "Deshacer los lazos con la Unión Europea es, política y técnicamente, muy complejo".
Ahora mismo, ni siquiera está clara la nueva fecha de salida: legalmente, está fijada en el 12 de abril, apenas dos semanas más, pero el Gobierno pretende llegar hasta el 22 de mayo, el aplazamiento concedido por Bruselas siempre que se refrende el acuerdo de retirada que May ha pactado con el resto de líderes europeos. El plazo para aprobarlo, sin embargo, acaba este mismo viernes.
Las dificultades del acuerdo de May
Esa prórroga hasta mayo significaría que el panorama se ha aclarado considerablemente, al menos por un tiempo: habría una salida ordenada, con un pacto legal que garantizaría los derechos de los expatriados de ambas partes, el flujo comercial y la prestación de servicios a ambos lados del Canal de La Mancha. Los dos meses adicionales no serían más que el tiempo requerido para tramitar la legislación necesaria y después habría dos años más para negociar el verdadero meollo de la cuestión, a saber, la relación futura entre Londres y Bruselas.
Pero, salvo un vuelco de última hora, es improbable que el acuerdo, que se vuelve a votar en la Cámara de los Comunes por tercera vez este viernes, ya sobre la bocina, salga adelante. May ha ofrecido incluso su cabeza para convencer a sus compañeros de partido más euroescépticos, pero un grupo de brexiteers irreductibles siguen sin fiarse del texto. Tampoco lo apoyarán sus socios de Gobierno, los unionistas norirlandeses del DUP, ni, por supuesto, la oposición laborista ni los nacionalistas escoceses.
Aun siendo consciente de la volatilidad de cualquier predicción, Federico Steinberg se aventura a pronosticar que "es más probable una salida sin acuerdo que el acuerdo de May". Todo el mundo coincide en que el temido no deal tendría consecuencias catastróficas, especialmente para Reino Unido -el Gobierno británico ha admitido que recortaría un 9 % del PIB en 15 años-, pero nadie parece dispuesto a ceder.
"Todo es política, es muy difícil quitarse el sombrero de la competición electoral", explica Iván Serrano. "Y es normal, sobre todo en una situación como ésta, sin una hegemonía clara, que haga asumibles los costes electorales. No hay un liderazgo fuerte que aglutine al partido que gobierna", apostilla, en una velada crítica a May.
Nadie sabe cuál es el plan
Con todo, Serrano cree que "hay un incentivo muy fuerte para llegar a un acuerdo, porque el no acuerdo es mucho peor. Eso es lo curioso". También Steinberg opina que, a medida que se acerque el precipicio, será más probable que las posturas confluyan para tener algún tipo de arreglo: "En un mundo tan interdependiente, no es tan sencillo aislarse, salvo que se sea Corea del Norte".
La incertidumbre anida en que, si se descarta definitivamente el acuerdo que propone Theresa May, nadie sabe cuál es el plan: el Parlamento rechazó este miércoles, una por una, hasta ocho alternativas distintas, que abarcaban todo el espectro posible de opciones. Ni revocar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, lo que significaría cancelar el divorcio, ni un Brexit duro; ni una simple unión aduanera, ni un nuevo referéndum.
En ese escenario, todo apunta a una nueva prórroga, esta vez más larga, para reiniciar el proceso, después de la salida de Theresa May y de unas probables elecciones generales. "La Unión Europea ha sido muy hábil", desliza Steinberg sobre las alternativas que ha impuesto Bruselas, "yo no te voy a empujar, pero si te quieres suicidar, ahí está la puerta". Porque en última instancia, un aplazamiento de ese tipo puede acabar por diluir el Brexit, y dejarlo en nada, algo que dañaría la democracia británica, que debe honrar el resultado del referéndum de junio de 2016: "Ha de ser algo más que una salida formal", subraya Serrano.
Por lo que pudiera pasar, algunos británicos se dedican estos días a acaparar alimentos, agua o papel higiénico. Les llaman los preppers, algo así como "preparacionistas", como Andrew Rawsom, un funcionario del norte de Inglaterra que escribió un libro para sobrevivir al Brexit y que ha contado a Efe que guarda en su despensa 30 kilos de pasta, diez de arroz, 60 latas de tomate, alimentos en conserva y "mucho papel de váter". Son los más extremistas en un país que, este viernes, está con un pie en ambos mundos, paralizado por la incertidumbre.