'Gracias a Dios', la revolución francesa contra la Iglesia y su silencio ante la pederastia
- Se estrena la película de François Ozon sobre los abusos sexuales en la archidiócesis de Lyon
- Narra la historia de la asociación Palabra Liberada, que provocó la caída del cardenal Barbarin
Bernard Preynat, un cura de Lyon que trataba con niños en su parroquia y en campamentos de scouts, abusó sexualmente de decenas de niños de entre 9 y 12 años, desde finales de los años 70 hasta comienzos de los 90. El delito quedaba confinado a la mente de los niños o en la vergüenza e incomprensión de sus padres. Y completamente sepultado por una jerarquía católica que quiso pasar página.
Una dolorosa historia, compartida y secreta, que se desató tres décadas después con Palabra Liberada, una asociación de víctimas que visibilizó el horror (y su encubrimiento) delante de toda Francia. François Ozon, uno de los grandes cineastas franceses contemporáneos, retrata esa lucha en Gracias a Dios, un emocionante drama protagonizado por Melvil Poupaud, Denis Ménochet y Swann Arlaud, que el 18 de abril se estrena en España.
Lyon. Anteayer. Un debate público reúne a miembros de Palabra Liberada, prelados de la Iglesia católica y también a François Ozon y creadores de Gracias a Dios. La cultura del silencio ya no existe en la ciudad. Cuando Ozon recibió el Gran Premio del Jurado del Festival de Berlín declaró con modestia que se había limitado a ficcionar los hechos: una película no podía cambiar el mundo.
“En este caso me atrevería a decir que algo ha hecho”, se atreve a corregir apenas dos meses más tarde. Desde el estreno de Gracias a Dios, que lleva ya casi un millón de espectadores en Francia, más víctimas del cura Preynat han hablado. En paralelo, han sucedido más cosas: el cardenal Barbarin, figura capital de Lyon, fue condenado hace unas semanas por ocultar lso abusos y renunció, pese a que El Vaticano no quería aceptar su renuncia.
“Lo que más me conmovió es el doble sufrimiento de los hombres que habían sufrido abusos. Primero, el abuso, y, segundo, todos los años de silencio y, cuando por fin hablan, todo lo que ocurre a su alrededor”, explica Ozon. “Su propio entorno le decía 'déjalo, pasó hace ya 19 años'. Es un sufrimiento terrible. Lo difícil fue conseguirlo: se tarda muchísimo en hablar”.
Una historia ‘basada en hechos reales’ era aparentemente algo alejado para un autor como Ozon (En la casa, Joven y bonita). Pero el cineasta aplica su sabiduría narrativa y facilidad para la dirección de actores en una película que fluye encadenando tres víctimas protagonistas: Alexandre (Melvil Poupaud), el católico devoto que presenta la primera denuncia; François (Denis Ménochet), el ateo mitante que organiza Palabra Liberada; y Pierre Emmanuel (Swann Arlaud), la víctima torturada.
“He hecho muchas películas sobre mujeres fuertes y tenía ganas de hacer una película sobre hombres que fueran capaces de expresar sus emociones”, afirma Ozon. “Además, estamos en un punto en el que la sociedad patriarcal está cambiando, cada vez hay más igualdad, y ya es hora de que los hombres muestren lo que se llama fragilidad, pero que en realidad es expresar las emociones”.
Otra satisfacción para Ozon es humanizar a Palabra Liberada. “Para el gran público eran gente agresiva, llena de odio, y al ver la película se dan cuenta del porqué de esa cólera, rencor y ganas de justicia”, sostiene. “Respecto a la Iglesia Católica, les enseñamos la película y dijeron que estaba muy bien, pero que no querían saber mucho más. Pero ahora que se acerca al millón de espectadores están más receptivos. Pero bueno: no van a cambiar”.