Notre Dame, la catedral gótica más importante y el monumento más visitado de Europa
- Catorce millones de turistas la visitan cada año. Fue escenario de la famosa novela Nuestra Señora de París, de Víctor Hugo
- Sigue la última hora del incendio en Notre Dame, en directo
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La Catedral de París es uno de los símbolos de la capital francesa desde su construcción, entre los años 1163 y 1345, y Victor Hugo la elevó a categoría de mito gracias al éxito de su famosa novela Nuestra Señora de París (1831), en la que contaba la triste historia del jorobado Quasimodo y su amor imposible, la gitana Esmeralda. También fue el escenario de la coronación de Napoleón.
Actualmente Notre Dame es el edificio histórico más visitado de Europa, con más de 14 millones de visitantes anuales.
La Catedral está dedicada a María, madre de Jesucristo, y se sitúa en un lugar privilegiado, la pequeña isla de la Cité, rodeada por las aguas del río Sena.
Una catedral que presenta diferentes influencias estilísticas, desde el Románico normando (con su solidez), hasta evoluciones arquitectónicas del Gótico, que confieren al edificio una ligereza que le hace parecer ascender a los cielos. Algo a lo que contribuía su famosa aguja central, que hemos visto derrumbarse en directo, junto con el tejado.
Una aguja monumental cuya restauración parece haber sido la causa del incendio. Tenía en su interior 500 toneladas en maderas nobles y 250 toneladas de plomo. Desde el suelo alcanzaba una altura de 93 metros.
De momento permanecen en pie las dos torres de 69 metros en su fachada. 387 empinados escalones, en cada una de ellas, ofrecen una de las mejores vistas a la ciudad.
Escenario de la coronación de Napoleón
Notre Dame también ha sido escenario de grandes acontecimientos históricos, entre ellos la coronación de Napoleón Bonaparte (1804), la beatificación de Juana de Arco y la coronación de Enrique VI de Inglaterra.
En el año 1871 un levantamiento civil pretendió quemar la catedral, de hecho en su interior tuvo lugar un incendio con sillas y bancos de madera que afortunadamente no acabaron con el monumento.
La catedral fue también el escenario de las celebraciones de la liberación de París de los nazis, con un oficio religioso el 26 de agosto de 1944 al que asistió el general Charles de Gaulle, después de descender por los Campos Elíseos entre cientos de miles de personas.
También allí se oficiaron funerales nacionales para personalidades políticas como Charles de Gaulle y los también presidentes Georges Pompidou y François Mitterrand.
En la plaza de la catedral de Notre Dame hay un enorme medallón cuya forma recuerda a una rosa de los vientos. Indica el punto 0 a partir del cual se miden las distancias en Francia, siendo considerado además el centro de la ciudad de París.
Actualmente se estaban realizando obras de restauración, con un costo estimado de 6 millones de euros, que debían prolongarse hasta 2022 y que necesitaron de la instalación de unos enormes andamios que llegaban a 100 metros de altura
Mitos y leyendas
En el terreno de la leyenda destacan sus famosas gárgolas, uno de sus elementos arquitectónicos más característicos. Su principal función es evacuar el agua de los tejados, pero las quimeras y gárgolas que adornan la catedral de Notre Dame están rodeadas un halo de misterio, e incluso hay una leyenda sobre ellas.
Se cuenta que el día en el que Juana de Arco fue quemada en la hoguera, a la caída de la noche, las gárgolas despertaron para vengar su muerte y arrasar la ciudad. A la mañana siguiente, cientos de cadáveres pertenecientes a la muchedumbre que había presenciado la muerte de la heroína, inundaban las calles de la ciudad.
La gárgola más famosa, el "Stryge", se sienta encima de la catedral mirando París con su cabeza descansando en sus manos.
La historia de la Catedral
La primera piedra de Nuestra Señora de París se colocó en 1163, en el reinado de Luis VII, y su contrucción finalizó en 1272
Los maestros constructores de la Catedral fueron Jean de Chelles, Pierre de Montreuil, Pierre de Chelles, Jean Ravy y Jean the Bottle. Que tantos arquitectos trabajasen en su construcción, durante 200 años, explica los diferentes estilos que podemos apreciar.
La planta está demarcada por la formación en cruz latina orientada a Occidente, de eje longitudinal acentuado, y que no es perceptible desde el exterior. La cruz está «incrustada» en el edificio, envuelta por un doble deambulatorio, que circula por el coro en la cabecera (al este) y se prolonga paralelamente a la nave, dando lugar, así, a cuatro naves laterales.
Los amplios ventanales distibuidos por toda la Catedral hacen que su interior destaque por su luminosidad. También son muy originales los pilares cilíndricos que separan los espacios de las naves. En contra de lo que se hizo después en la mayoría de edificios góticos, se diseñaron a modo de columnas gigantes, sin haces o columnillas adosadas.
Las bóvedas y las tracerías de los ventanales, así como la decoración escultórica de los capiteles, enjutas y demás espacios, destacan por la simplicidad de sus diseños, algo habitual en la fase inicial del Gótico en que fueron proyectados. La decoración escultórica de capiteles, enjutas y demás espacios también responde a la sencillez heredera de la tradición cisterciense, y predominan en ellos los elementos vegetales.
En cuanto a los conjuntos escultóricos, en la cabecera, destaca la monumental Piedad, esculpida por Nicolas Coustou en el siglo XVIII, y que preside la catedral desde el centro del ábside. Rodean a la estatua sendas efigies del rey Luis XIII, obra de Guillaume Coustou, y Luis XIV, por Antoine Coysevox. Ambos monarcas aparecen arrodillados en actitud de súplica, y les rodean ángeles portando los Arma Christi.
Tesoros irremplazables
Además, el tesoro de la Catedral guarda algunas reliquias relacionadas con la Pasión de Cristo: la Corona de espinas, un fragmento de la Vera Cruz y uno de los clavos que sirvió para la crucifixión.
Piezas que fueron compradas por el rey Luis IX al Emperador de Constantinopla. El 19 de agosto 1239, el Rey en persona llevó las reliquias a Notre-Dame mientras se construía un edificio adecuado para ellas, lo que sería la Sainte Chapelle.
Durante la Revolución Francesa, las reliquias fueron llevadas a la Biblioteca Nacional. Tras el Concordato de 1801, se entregaron a la custodia del arzobispo de París, que las depositó de nuevo en la catedral el 10 de agosto de 1806.