Peter Brook, el teatro (y cine) en busca del paraíso perdido
- El Princesa de las Artes concibe el teatro como "una máquina para trepar y descender por las escaleras del significado"
Cuenta Peter Brook (en su libro Hilos del tiempo) que en su infancia, tras salir del colegio, gustaba de tumbarse en el campo “intentando oír la respiración de la tierra” cuando le asaltó de golpe una pregunta: “¿Y si en este momento estás lo más cerca que estarás nunca de la verdad? ¿Y si el resto de tu vida es un alejamiento gradual de lo que tú eres?”.
La obra de Brook, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2019, es una obra de preguntas y de secretos. Se define a sí mismo como un buscador, tan inquieto que saltó del estimulante panorama teatral de Londres al de París, pasando por el cine, e indagando en la tradición teatral ancestral de todas las culturas del mundo.
Nacido en el Londres de entreguerras (1925), fue un joven precoz que dirigía montajes teatrales con 17 años. Nunca ha ocultado que el cine fue una de sus grandes pasiones, aunque nunca encontró acomodo en la industria cinematográfica, menos abierta a sus deseos de experimentación. Para Brook, "todo elemento de la vida es como una palabra en un vocabulario universal" y concibe el teatro como "una máquina para trepar y descender por las escaleras del significado".
En la posguerra revolucionó el teatro inglés con su revisión de los clásicos, shakesperianos y de todo tipo, con actores de la talla de Laurence Olivier, John Gielgud o Paul Scofield. Entonces era considerado un rebelde que atacaba al viejo establishment teatral en ensayos sobre el teatro publicados en la revista Encore.
Podría decirse que Brook se adelantó a su tiempo, y que sus teorías se acompasaron con la realidad en los años 60. Con el montaje El rey Lear (1963) conoce su primer gran éxito y se instala ya como el gran renovador del teatro del siglo XX, calificativo que siempre le ha acompañado Influido por el Teatro de la Crueldad de Artaud, se centra depurar el trabajo del actor hasta llegar a su montaje más celebre, Marat/Sade, de Peter Weiss, en 1964.
En 1970, rompe con el teatro inglés y, junto a Micheline Rozan, funda en Francia el Centro Internacional de investigación teatral con el que se dedica a viajar por África y Oriente Medio en una constante exploración de la representación y la actuación y la esencia del acto teatral.
Cineasta intermitente
Su primera película The Beggar's Opera (1953) es un fracaso comercial que le cierra las puertas, aunque nunca dejara, intermitentemente, de dirigir: Moderato Cantabile (1960), con Jeanne Moreau y Jean Paul Belmondo, y distintas adaptaciones teatrales como Marat/Sade (1967) o El rey Lear (1971).
Pero cinematográficamente sobre todo es recordado por El señor de las moscas (1963), adaptación de la célebre novela de William Goldman sobre un grupo de niños que sobreviven en una isla desierta.
Si Brook es uno de los elegidos para pronunciar un discurso en la ceremonia de los Princesa de Asturias del próximo octubre es probable que retorne a su única obsesión: “He estado describiendo círculos en torno a una sola pregunta, la única que me interesa: ¿cuál es la naturaleza de la experiencia teatral? ¿Para qué? ¿En qué consiste?”.