Crispación, debates, boicots y sorpresas finales: todas las caras de una campaña atípica
- Concluye una campaña atípica y acortada por la Semana Santa, pero tan bronca o más que cualquier otra
- Diario de campaña: lo más destacado día a día | Especial: Elecciones generales 2019
La primera campaña de unas elecciones generales que iba a caer en mitad de la Semana Santa era de antemano una anomalía histórica, y arrojaba incógnitas sobre su repercusión en la estrategia de los partidos, el interés de los ciudadanos en los actos electorales y la intensidad de los propios candidatos. Estaba por ver si sería una campaña fría o si la polarización ideológica y la confrontación entre los candidatos la sobrecalentaría. A falta de unas horas para el punto y final antes de ir a las urnas el 28A, ha sido claramente lo segundo, fruto de una última semana explosiva en la que los debates electorales.
Temores, encontronazos, debates y fractura. Esas han sido las fases argumentales por las que ha pasado la campaña electoral, tan enquistada como cabía esperar, de tan incierto pronóstico como las dos últimas y tan bronca como cualquier otra, porque al final los políticos no han cumplido con el mandamiento de santificar la fiesta (de la democracia).
Voto del miedo y voto útil
La campaña electoral más incierta de los últimos tiempos en España empezaba con un objetivo: atraer al 40% de indecisos, ocho millones de votantes, que no tenían claro a quién votar el 28 de abril. Por lo tanto, y en un escenario de competencia entre bloques (PSOE y Unidas Podemos por la izquierda; PP, Ciudadanos y Vox enfrente) las apelaciones al voto útil han sido constantes desde antes de la misma pegada de carteles.
Como se preveía, las emociones han guiado la campaña electoral, y el recurso preferido ha sido el del voto del miedo: miedo a que gobiernen las "tres derechas", "los de la foto de Colón" y de que la ultraderecha influya en un Gobierno contra los derechos sociales o colectivos enteros, como las mujeres, una constante en los mítines de Pedro Sánchez. Y, por otro lado, miedo a que una coalición de "independentistas, comunistas y batasunos" aliados con el PSOE rompan la unidad del país o a que "Torra, Iglesias y Otegi" gobiernen España.
Pero tampoco han faltado los respectivos avisos del líder socialista y de Pablo Iglesias de que se pueden repetir los peores años de la corrupción si vuelve a gobernar el PP, o de que no se limpien definitivamente las "cloacas del Estado" si Unidas Podemos no está en el Ejecutivo.
Encontronazos y crispación
El debate político de esta campaña ha estado rodeado de crispación, agitación y provocación. En detrimento del contenido de los mensajes y su confrontación ideológica, han sido las formas broncas y la confrontación física las que han destacado más, en especial en la primera semana de campaña. Desde el primer día, cuando el boicot a un acto de la candidata ‘popular’ Cayetana Álvarez de Toledo en la Universidad Autónoma de Barcelona era revivido en los discursos posteriores del PP para movilizar el voto contra el "totalitarismo" independentista.
Incluso un acto que solo pretendía ser viral, el de la instalación de una agencia de viajes -Falcon Viajes- y una web para criticar el uso del avión presidencial por parte de Pedro Sánchez, acabó por ser tóxico cuando el PSOE recurrió a la Fiscalía por el uso que después se hizo en Twitter de la imagen de las hijas del presidente.
Fue el anticipo de lo sucedido en Rentería, uno de los feudos de la izquierda abertzale, adonde Ciudadanos llevó uno de sus actos centrales de campaña. Recibido con caceroladas, increpaciones y lazos amarillos, la Ertzaintza acabó cargando contra manifestantes que se oponían a la presencia de Albert Rivera y su equipo. Tres días después, el presidente de Cs denunció ante la Fiscalía el acoso sufrido, rematando el impacto propagandístico de su mitin.
Los candidatos se han llamado de todo, sobre todo "mentiroso". Pero también se han oído descalificaciones como "peligroso", "indigno", "indecente", o "enemigo", una palabra frecuente en los discursos de Vox para referirse al presidente del Gobierno o a sus aliados.
El fantasma de ETA
La insistencia de los candidatos, sobre todo de PP y Ciudadanos, en subrayar el apoyo de EH Bildu a la moción de censura y a los últimos decretos del Gobierno ha devenido en resucitar en estas elecciones lo que parecía un fantasma político, la banda terrorista ETA.
Las menciones de Pablo Casado fueron especialmente duras, como cuando en una comida-mitin a las afueras de Santiago dijo a las casi mil personas que le escuchaban que se imaginaran que podían ser casi tantos como los asesinados por ETA, o como cuando en el segundo debate citó a Arnaldo Otegi como "una persona experta en secuestros es capaz de pedir rescate a cambio de todo", sobre sus apoyos a un eventual gobierno socialista.
El mismo Pablo Casado dijo que Pedro Sánchez prefería "las manos manchadas de sangre a las manos pintadas de blanco" por contar con el voto de Bildu para sus decretos sociales. "¿De qué color tiene usted las manos?", le replicó el candidato del PSOE cara a cara al recordarle las 127 medidas en las que PP y Bildu votaron juntos en el Parlamento vasco.
Los debates lo cambian todo
A las puertas de la Semana Santa, una decisión de la Junta Electoral Central lo cambió todo. En respuesta al recurso presentado por ERC, PNV y Coalición Canaria, el organismo regulador de las campañas dejó fuera a Vox del debate a cinco que proponía Atresmedia, opción única y preferida hasta entonces de Pedro Sánchez para participar en un debate.
Sin embargo, este giro de guion imprevisto trastocó todos los planes. Sin su debate deseado para repetir la foto de "las tres derechas juntas", las maniobras políticas casi terminan con la posibilidad de que hubiera alguno, con gran revuelo político y mediático. Finalmente, la crisis se resolvió con otro hito histórico en las campañas electorales: dos debates a cuatro en dos días seguidos, uno en RTVE y uno en RTVEotro en Atresmedia, vistos por millones de espectadores y a tan solo cinco días de las elecciones.
De nuevo, la crispación, el tratamiento a las mujeres y sus derechos y, por supuesto, Cataluña y los indultos, fueron detonantes de discusión y rifirrafes en todos los debates, desde el debate a seis en RTVE hasta el doble debate a cuatro del lunes y el martes. Los debates no terminaron de aclarar la posible combinatoria de pactos, porque Sánchez no ha descartado a Ciudadanos de manera tan tajante como Rivera lo ha hecho con Sánchez, pero sí certificaron que la división es más profunda en el bloque de la derecha que en el de la izquierda -una novedad genuina de esta convocatoria electoral-.
La ruptura de la entente PP-Cs
Aunque parecía que el PP y Cs estaban destinados a entenderse y que no había entre ellos más que pellizcos cuando no abiertas invitaciones a la colaboración mutua, los debates abrieron la brecha y todo estalló con el inesperado anuncio de la incorporación de un político ‘popular’ en activo, el expresidente de la Comunidad de Madrid Ángel Garrido, a las filas del partido naranja, trasvasado directamente de las listas del PP al Parlamento Europeo a las de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid.
Un tránsito difícil de entender (sobre todo atendiendo a las críticas de Garrido no hace mucho como dirigente del PP a su ahora partido y cabeza de lista) y de digerir para un Partido Popular que ha sufrido otras fugas en sus filas, tanto a Ciudadanos como a Vox.
En cambio, Sánchez e Iglesias han ido acercando de nuevo sus posturas en las últimas horas. El candidato del PSOE ha situado a Unidas Podemos como la primera fuerza con la que tratará de entenderse y el líder de Podemos, ha asegurado que "preferiría gobernar con el PSOE y tener mayoría absoluta entre los dos".
Cataluña, siempre presente con sus candidatos "ausentes"
En torno al independentismo han girado las descalificaciones más frecuentes entre los candidatos, con un Pedro Sánchez negando continuamente tener un pacto con los independentistas de indultos futuros a cambio de su apoyo: "Falso es falso, no es no", repetía en uno de los debates.
Otra de las anomalías de esta campaña electoral es que, por primera vez, concurrían como candidatos y cabezas de lista políticos encarcelados y con un proceso judicial en marcha.
Los número uno de ERC, Oriol Junqueras, y de JxCat, Jordi Sànchez, comparecieron en sendos actos, con la autorización previa de la Junta Electoral Central, y hablaron entre otras cosas de las condiciones en las que apoyarían a un eventual gobierno.
Los presos independentistas que encabezan las listas de Esquerra y Junts también podrán participar en el cierre de campaña de este viernes. La Junta Electoral Central les ha autorizado a intervenir por videoconferencia durante media hora en la última jornada en que se puede pedir el voto para las elecciones generales.
¿Y qué hay de las propuestas?
No podemos citar en este resumen grandes anuncios de los candidatos ni promesas rutilantes. Ahí están los programas electorales -este año presentados por los partidos más tarde que nunca- para que el ciudadano pueda contrastar sus propuestas en áreas de su interés, y las propuestas más curiosas, que muestran que las propuestas electorales, en ocasiones, desafían a la imaginación.
Hay ganas de participar. Lo demuestra que en vísperas de concluir el plazo para votar por correo, las colas eran de cinco horas en algunas oficinas y en dos días Correos ha atendido a más de un millón de electores. La carrera electoral termina este domingo cuando se cierren los últimos colegios electorales, y ahí se verá el resultado definitivo de esta trama.