Los agujeros de la jornada de reflexión española en la era de Internet
- La ley electoral prohíbe los actos políticos en la víspera de la votación, una cuestión impensable en EE.UU. o Reino Unido
- Los politólogos cuestionan la utilidad de una ley creada hace 40 años | Especial: Elecciones generales 2019
La campaña electoral ha echado el cierre y los españoles disponen de este sábado para reflexionar sobre el sentido de su voto en estas elecciones generales. Durante esta jornada los políticos deben guardar silencio y los actos de campaña y la difusión de propaganda están prohibidos, según dicta la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) que regula los procesos electorales desde la Transición.
Pero la efervescencia de Internetno impide a los ciudadanos acceder a la información electoral bombardeada antes incluso del inicio de los 15 días de campaña. "Hay mensajes políticos durante 365 días al año, y ese día hay noticias sobre las elecciones", explica el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Barcelona, Jesús Palomar.
De hecho, el experto subraya que algunos partidos dejan atrás viejas tradiciones como las pegadas de carteles por la gran penetración a través de las redes sociales.
Un mutismo político "sin sentido"
Los expertos consultados por RTVE.es coinciden en que la jornada de reflexión, tal y como está prevista, tiene poca utilidad. "No te aíslas, no puedes meterte en una cápsula. El régimen electoral tiene muchos anacronismos, los tiempos avanzan y la ley no puede quedarse atrás", incide la catedrática de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, Paloma Román. En su opinión, la única utilidad de esta jornada es que garantiza a los políticos 24 horas de descanso.
Palomar advierte de que no todos los electores disfrutan de este periodo para la reflexión, puesto que los votantes por correo emiten su papeleta en plena campaña. "Tampoco se ha demostrado que una entrevista o un mitin más pueda condicionar el voto", añade.
Para Pascual, el problema subyace en que la "realidad ha rebasado totalmente a la práctica" y, aunque la ley pudo tener sentido en un primer momento tras 40 años sin votar, ahora crea una "brecha digital" electoral: "Quienes dominan las redes sociales [un electorado joven] tienen más información que aquellos de la tercera edad o de zonas rurales", explica.
El mercado de predicción, atajo contra el silencio de sondeos
La LOREG también impide la publicación de sondeos electorales desde los últimos cinco días de campaña hasta el cierre de los colegios electorales, una restricción que los politólogos ven innecesaria porque los medios españoles han recurrido a sondeos de la prensa extranjera, como el tradicional mercado de frutas de la prensa andorrana o los nuevos emojipaneles.
Ahora, el termómetro electoral recae en los mercados de predicciones un modelo empleado en Suiza, Alemania y EE.UU. y que funciona como un mercado bursátil donde los participantes comercian con acciones sobre eventos futuros políticos. Alberto López está detrás del proyecto Predi de la Universidad de Zúrich, cuyo objetivo es conocer "el efecto de las expectativas que tiene la gente sobre las elecciones en los resultados", según explica a RTVE.es. Para ello, trabajan con dos modelos de predicción basado en la comparativa de encuestas y el análisis de los expertos: el del Gobierno resultante -monocolor o de coalición-, y el de voto.
Los 150 participantes seleccionados desde marzo cuentan con un perfil "representativo: el 80% son estudiantes de Ciencias Sociales, un 10% son profesores universitarios y el otro 10% son trabajadores de casas demoscópicas como Gad3, Metroscopia o expertos de otro tipo", explica. El proyecto "no sirve por sí solo para predecir elecciones", advierte, aunque sí acertaron en las elecciones catalanas de 2017 y dieron como "relativamente probable" la coalición andaluza.
Román apunta a que los barómetros electorales "pueden condicionar de muy diversas maneras, pero también el vecino al que te encuentras en el ascensor puede condicionar tu voto". Palomar coincide, aunque sí considera que la difusión de sondeos a pie de urna durante la jornada electoral podría tener cierta influencia en el voto. En cambio, el profesor Pascual asegura que el mero hecho de que muchos sondeos se hagan desde empresas privadas plantea una dicotomía: se debería elegir entre su prohibición o la publicación total, ya que "son un medio a través del cual se crea una opinión política a la hora de votar".
Un proceso desigual en el mundo
Las leyes electorales difieren en todo el mundo: algunas guardan similitudes con España -Francia e Italia también tienen jornada de reflexión-, mientras que otras consideran que es un día políticamente perdido. Los estadounidenses, por ejemplo, continúan con la campaña hasta el último momento y también pueden publicar sondeos.
En cambio, en Francia tampoco se permite la publicación de sondeos en la víspera electoral, aunque los medios belgas hacen el papel de Andorra con España. Y en Reino Unido, la campaña acaba a las 10:00 con el cierre de colegios, aunque el organismo regulador de medios prohíbe a televisiones y radios mencionar la política durante toda la jornada electoral, ni siquiera emitir entrevistas de personas votando; cuando los periódicos sí lo tienen permitido.
Algo parecido sucede en Australia, que no permite la difusión de propaganda electoral durante los tres días anteriores a las elecciones en medios, y, aunque sí permite la petición de voto el día de la votación, esta debe hacerse siempre a al menos seis metros de distancia del colegio electoral.
Bondades y riesgos del voto electrónico
Una renovación de la ley electoral española debería incluir la integración del sistema de voto electrónico en España, según resalta Palomar, porque supondría la "excusa perfecta para cambiar todas las reglas de juego. No tiene ningún sentido una ley electoral en la que votar por correo o desde el extranjero ocurra por milagro".
Esta opción se ha probado en España en los últimos años, pero el propio Gobierno se muestra reticente a implementarlo ante el riesgo de ataques informáticos o injerencias, especialmente desde las sospechas de interferencias rusas en procesos democráticos occidentales. Para Pascual, lo preocupante ante un hackeo sería si el voto "deja de ser secreto [al computarse en máquinas], porque permitiría elaborar listas de votantes".
En cambio, Palomar cita el ejemplo de Estonia, una democracia más reciente donde el voto electrónico no ha acarreado ningún problema. "Es una cuestión de evolución: habrá mucha gente que de pronto será muy digital y menos analógica", concluye.