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Sudáfrica

El recuerdo de Mandela eclipsa la corrupción en el 25 aniversario del fin del 'apartheid'

  • El sistema de segregación racial funcionó durante más de 40 años para garantizar la superioridad de la minoría blanca
  • En abril de 1994, los sudafricanos eligieron a Nelson Mandela para sepultar el apartheid y apostar por la diversidad

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Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso - 25 años de las elecciones históricas que ganó Mandela en Sudáfrica

El sistema de segregación racial del apartheid funcionó durante más de cuatro décadas como una máquina de opresión de la mayoría negra destinada a garantizar la superioridad de los blancos en Sudáfrica. Terminó hace ahora 25 años, cuando Nelson Mandela ganó las primeras elecciones democráticas.

Apartheid significa literalmente "separación" en el idioma afrikáans y, aunque oficialmente empezó solo en 1948, sus leyes buscaban institucionalizar los privilegios que la población blanca había heredado de la colonización británica y holandesa.

Sus herramientas de funcionamiento fueron endureciéndose hasta que el gobierno de Frederik Willem de Klerk (1989-1994), el último presidente blanco que gobernó el país, abrió la puerta a su desmantelamiento.

La nación arco iris

Del 26 al 28 de abril de 1994, los sudafricanos fueron a las urnas para sepultar el apartheid y convertirse, bajo el mando de Nelson Mandela, en la "nación arco iris" por su diversidad. Fueron días de optimismo en los que la mayoría negra, por fin, logró el poder político.

Largas colas en los colegios y un ambiente de hermandad casi festivo caracterizaron aquel estreno de la democracia multirracial en Sudáfrica, pese a los años de difícil transición precedentes, en los que se registraron miles de muertos por la violencia política.

"Esto es, para todos los sudafricanos, una ocasión inolvidable. Es la realización de las esperanzas y sueños que hemos abrigado durante décadas. Los sueños de una Sudáfrica que representa a todos los sudafricanos, el comienzo de una nueva era", afirmó Mandela el 27 de abril de aquel año, tras votar por primera vez en su vida.

Votar democráticamente no era un triunfo solo para la población negra, mestiza o para muchas comunidades de descendientes de inmigrantes que también tenían limitados sus derechos básicos, como los indios. También entre la población blanca, aunque hubiera incertidumbre en muchos sectores e incluso oposición frontal en otros, había alegría por el salto a la democracia.

Mandela, primer presidente

Vestido con una camisa beige abrochada hasta el cuello y con su icónica sonrisa, el héroe de la lucha contra el apartheid, que había salido de prisión en 1990 tras 27 años entre rejas, depositó su papeleta de voto en Oshlange, cerca de la ciudad de Durban (este), en medio de una enorme expectación dentro y fuera del país.

[La última entrevista de Nelson Mandela]

Los comicios comenzaron el día 26 y se prorrogaron hasta el 29 de abril, con los ojos del mundo puestos en una Sudáfrica que se había convertido en una suerte de paria internacional por la pervivencia de la segregación racial hasta las mismísimas puertas de los años 90, cuando el gobierno de Frederik Willem de Klerk (1989-1994) anunció el comienzo del desmantelamiento del sistema racista.

Ambos habían sido polos opuestos durante los cuatro años de duras negociaciones de la transición (esfuerzo que les valió conjuntamente el Nobel de la Paz en 1993), pero De Klerk acabaría como uno de los dos vicepresidentes de Mandela en el primer gobierno democrático, que apostó por la unidad y reconciliación de todos los sudafricanos.

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"Es el pueblo quien ha ganado estas elecciones", respondía cauteloso Mandela a los periodistas que insistentemente le preguntaban si se veía vencedor, la jornada que cerraron las urnas. Solo unos días después, el recuento confirmaba una victoria tan histórica como aplastante: obtuvo nada menos que el 62,65% de los sufragios.

"¡Por fin somos libres!", clamó Mandela el 2 de mayo de 1994 durante su famoso discurso de la victoria en el hotel Carlton de Johannesburgo, dando voz a los sueños de millones de sudafricanos que, a partir de entonces, cambiaban el terror del apartheid por la esperanza de la democracia "arco iris".

Jura de Mandela como presidente

El CNA, 25 años en el poder

Desde entonces, el antiguo movimiento de liberación que luchó, desde 1912, contra el régimen segregacionista del apartheid ha ganado todos los comicios generales con porcentajes de apoyo superiores al 60%.

El triunfo de Nelson Mandela supuso el inicio del reinado ininterrumpido del CNA y, si las encuestas se cumplen, el bloque continuará en el poder otros cinco años más tras las próximas votaciones.

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Ni la fallida lucha contra el crimen, ni el elevado nivel de desempleo o las graves deficiencias en la provisión de los servicios estatales -desde la educación a la sanidad, pasando por la distribución de electricidad- parecen hacer demasiada mella en la lealtad que la mayoría de los sudafricanos todavía profesa al Congreso Nacional Africano.

Tampoco la mala gestión de la lucha contra el sida en los primeros años de la democracia, la rampante corrupción -especialmente extendida durante los años de mando de Jacob Zuma (2009-2018)-, la elevada pobreza o la desigualdad enquistadas que aún afectan mayoritariamente a la población negra se han traducido nunca en opciones reales de alternancia con la oposición.

La corrupción del "partido de la liberación"

La corrupción, especialmente, ha ido empañando la imagen del CNA. No en vano, Zuma fue forzado a dimitir por su propio partido en febrero de 2018, debido a sus escándalos de supuesta malversación de fondos.

Aún así, para los bloques políticos rivales, es muy difícil competir con el aura de "partido de la liberación" que rodea al CNA aunque, en realidad, en los más de 40 años de lucha el apartheid hubo muchos más actores involucrados contra el legado universal y moral de figuras como Nelson Mandela.

Para las generaciones que han vivido ya la mayor parte de su tiempo en democracia -y más aún para los más jóvenes, que nunca llegaron a estar bajo el yugo del apartheid-, el CNA, sin embargo, empieza a ser un partido que no ofrece respuestas a los problemas.

A veces ese desencanto se traduce en votos para la oposición, liderada por los liberales de la Alianza Democrática (AD) -tradicionalmente asociada al voto de la minoría blanca-, pero a la que las encuestas le dan solo alrededor del 20% de intención de voto.

Las más recientes sitúan la intención de voto para el CNA en el 61% de cara a los comicios de mayo. Nadie en Sudáfrica, pues, tiene dudas de que el reinado del Congreso Nacional Africano, a menos que se produzca un cataclismo, aún perdurará.