El movimiento municipal que impulsó los 'ayuntamientos del cambio' se juega su energía el 26M
- Las expectativas iniciales de estos actores sociales se han topado con un complejo sistema político
- Deshechos casi todos los pactos, las elecciones darán proyectos distintos a los de 2015 | Especial elecciones 26M
Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza han sido, junto a otras ciudades como Cádiz, A Coruña, Ferrol y Santiago de Compostela, piedra de toque de un cambio en las formas de hacer política municipal en España después de las elecciones de 2015. Cuatro años más tarde y una legislatura de por medio, las expectativas iniciales que despertaron estos movimientos forjados al calor del 15M se han topado con la complejidad de un sistema político intrincado. Descompuestos ahora casi todos los pactos que facilitaron los 'ayuntamientos del cambio', el municipalismo se juega su energía más allá de los resultados en las urnas el 26 de mayo.
“La situación entre los ayuntamientos es muy diversa porque los gobiernos son diferentes y por la relación que se establece con otros partidos y con otros agentes sociales”, explica a RTVE.es la investigadora del grupo Tecnopolítica del IN3 (UOC) y autora y editora del libro Ciudades democráticas. La revuelta municipalista en el ciclo post-15M, Laura Roth, para quien “la relación con los movimientos sociales es clave”.
A pesar de los equilibrios para sacar adelante medidas que los barrios y las asociaciones venían reclamando desde hace años, el bloqueo -unas veces en los plenos municipales, otras en los despachos y el papeleo, y algunas en los límites a las competencias locales- ha despertado las críticas de buena parte de los movimientos sociales de los que provenían la mayoría de estos alcaldes.
Buena nota en transparencia y mala en representatividad
“Hay cosas buenas y cosas malas”, explica el vicepresidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), Albert Recio, que ha elaborado un catálogo de las necesidades de la ciudad barrio a barrio. Para lo primero, afirma, “basta con mirar en qué ha variado el presupuesto”, que se dedica en buena parte a las políticas sociales y el transporte. Para lo segundo, propone fijarse en cómo se ha fraguado la política de participación que, para su gusto, no acaba de funcionar. “Se ha aprobado un reglamento relativamente bueno, pero falta concretarlo en los barrios”, explica.
En general, “no se ha avanzado mucho en la democracia representativa”, coincide Roth, para quien el problema es que “no se ha cambiado la forma de tomar decisiones de los ayuntamientos”, donde “siguen decidiendo los concejales” con mecánicas que, aunque se han mejorado, siguen siendo “similares a las del pasado”. A fin de cuentas, asegura, “depende de la voluntad política”, que, por ejemplo, sí ha sido más fuerte en Madrid.
“Antes tener una reunión con un concejal era muy complicado, y no digamos a nivel de Alcaldía”, explica el presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM), Enrique Villalobos, que destaca la apertura y descentralización del Ayuntamiento a través de las juntas de distrito. Además, detecta la erradicación de cualquier sombra de corrupción de las instituciones y la reducción de la deuda pública como los grandes logros en Madrid. “El nivel de transparencia alcanzado por el consistorio es un cambio muy significativo”, comenta.
En el aspecto económico, los 'ayuntamientos del cambio' han reducido su deuda entre 2015 y 2017, años en los que hay datos consolidados, en 1.849 millones de euros, liderados por Madrid (-1.520 millones). Valencia y Zaragoza también han reducido sus deudas en 159 millones y 106 millones respectivamente, mientras que Barcelona no la ha reducido, pero tampoco la ha aumentado. "En algún momento se estudiará en las universidades cómo es posible reducir la deuda a la mitad en cuatro años", reflexiona Villalobos.
Los ayuntamientos frenan a los lobbies, aunque no siempre
Uno de los grandes pasos que se han dado desde los 'ayuntamientos del cambio' es que “se ha cortado el tipo de relación preferencial que tenían determinados actores con los ayuntamientos”, explica Roth, para quien alcaldes como Manuela Carmena en Madrid, Ada Colau en Barcelona, Pedro Santisteve en Zaragoza o Joan Ribó en Valencia “han cambiado las formas de hacer política y las dinámicas del poder”.
Una ruptura que, para los representantes vecinales, se ha notado en unos sectores, pero no en otros. En Madrid, "la parte urbanística no se ha gestionado bien", sostiene Villalobos, pese a que en febrero de 2019 el Ayuntamiento inició un proceso de adjudicación que pretende facilitar el acceso a la vivienda a 3.179 familias. "Se han posicionado demasiado cerca de los poderes económicos en perjuicio del sur y el este", critica, citando la polémica Operación Chamartín, que pretende remodelar y ampliar el norte de la ciudad.
En Barcelona, donde el Ayuntamiento ha conseguido que el 30% de construcción nueva se dedique a vivienda pública, la discrepancia urbanística viene por la ampliación del campo del Barça y el proyecto de demolición de varias manzanas de casas para crear una plaza delante de la Sagrada Familia. "Creemos que se han saltado normas urbanísticas", protesta Recio, ante lo que considera "cesiones a los lobbies de la ciudad".
Vivienda y transporte, temas estrella limitados por las competencias locales
Ahora bien, estas cesiones no son siempre tales porque, como recuerda Roth, “la propia dinámica de las instituciones ha marcado lo que se puede hacer y lo que no”. "La vivenda es un tema estrella del Ayuntamiento de Barcelona, pero el balance es menos brillante de lo que cabría esperar", asegura Recio, que, como Villalobos, cree que se han hecho muchos esfuerzos para parar desahucios y poner en marcha políticas de construcción y de recuperación de pisos vacíos. Barcelona y Madrid también han apostado por frenar los pisos turísticos, recuerdan, pero "los ayuntamientos no pueden llegar a todo".
“La propia dinámica de las instituciones ha marcado lo que se puede hacer y lo que no“
"En Madrid hay un grave problema habitacional y del precio de los alquileres, pero el parque de vivienda municipal lo vendió el gobierno anterior y, aunque no estamos muy satisfechos, somos conscientes de que el Ayuntamiento no ha tenido toda la responsabilidad", valora el representante vecinal madrileño, que apunta hacia las competencias de la Comunidad de Madrid.
Algo parecido ha ocurrido en Barcelona con la prolongación del Metro, competencia de la Generalitat, o con la conexión del tranvía de la Diagonal, que ha quedado bloqueada en el pleno. “Las lógicas políticas están muy asentadas” más allá de los escaños de los concejales y “aceptarlas para cambiar algunas cosas que hacía falta cambiar ha sido más fácil que cambiarlas antes de hacer nada”, explica Roth.
Retomar el medio ambiente, el feminismo y la memoria histórica
Así, las medidas ecológicas y medioambientales, las políticas feministas y la memoria histórica, en las que los ayuntamientos tienen más competencias, han destacado por encima del resto. Según el Atlas del Cambio, en Zaragoza, Santisteve ha aprobado una Estrategia de Calidad del Aire y la Contaminación y ha impulsado la reducción de la factura de la luz del consistorio. Lo mismo ha hecho Ribó en Valencia, donde la sustitución del 50% de las farolas por bombillas led permitirá ahorrar hasta cinco millones de euros, según datos del Ayuntamiento. En Madrid destacan la renovación y aplicación de un elaborado protocolo anticontaminación y la implantación de Madrid Central.
“Los gobiernos han implementado muchas de estas políticas porque era relativamente fácil hacerlo y porque hasta entonces no había habido alguien que estuviera interesado en poner en valor estos temas”, explica Roth, que ve en la cláusula de género añadida en los contratos públicos de Zaragoza, en el cambio del nombre de algunas calles de Madrid y en los esfuerzos por incluir a más mujeres en el callejero "el reflejo de valores muy profundos" de estos movimientos vecinales. “La forma en la que nos relacionamos con la parte simbólica de la política es muy importante”, afirma.
Dentro de esta relación entran también las grandes obras públicas, un estandarte en tiempo de elecciones, que, en el caso de los 'ayuntamientos del cambio', se ha quedado a medio gas quizás de una forma intencionada. Colau "ha defendido un cambio de modelo hacia obras en los barrios que generen un tejido más que hacia proyectos faraónicos", explica Recio, mientras que Villalobos protesta contra la actuación "centrípeta" de Carmena con la Gran Vía y la plaza de España. "Eso no nos gusta", reconoce, aunque destaca que también se han hecho "grandes esfuerzos en la lucha contra el abandono de las instalaciones deportivas" de la capital.
La remunicipalización de servicios también refuerza estas premisas. Madrid ha recuperado la gestión pública de BiciMAD y la del Teleférico, la de los servicios funerarios y la del parking de la Plaza de España, según un informe de la Plataforma por la Remunicipalización de la ciudad que enumera las acciones de este tipo en toda España entre 2010 y 2019. De acuerdo con este texto, Barcelona ha propiciado la recuperación de la gestión pública del suministro eléctrico de la ciudad y los edificios de la administración y se ha hecho con el control de las oficinas de Atención a la Vivienda y a la Mujer, la televisión local Betevé y los servicios de mantenimiento y poda del arbolado y control de plagas de palomas. Por su parte, Zaragoza ha recuperado la gestión del servicio de atención al ciudadano 010 por sentencia judicial.
La ausencia de Podemos "afecta a las lógicas del municipalismo"
“Una gran cantidad de las políticas que se han implementado responden la las demandas de los colectivos sociales", explica Roth, pero no se han satisfecho todas las expectativas. Con este balance, las formaciones que propiciaron estos cambios llegan a las elecciones municipales con pactos y alianzas mermados y distintos a los que les llevaron a los ayuntamientos en 2015.
“La continuidad de los 'ayuntamientos del cambio' está complicada por diversos factores", afirma la investigadora, que ve en los pronósticos del CIS y en la nueva estrategia de Podemos los dos principales escollos. "Dentro de estas plataformas municipalistas Podemos era una pieza importante” y su decisión de presentarse como una marca independiente en la mayoría de estos municipios “ha afectado a las lógicas del municipalismo”.
“La gente de las plataformas ha tomado distancia y está en proyectos más alejados de las instituciones“
Ante los posibles escenarios de pactos que se pueden presentar tras del 26M, Roth considera que “es probable que la manera de hacer y las agendas estén más marcadas por la política estatal y autonómica” y, “aunque el ciudadano tenga la percepción de que puede estar gobernando la misma plataforma, el proyecto será diferente”. “La gente de las plataformas ha tomado distancia y está en proyectos más alejados de las instituciones”, reflexiona, por lo que el resultado de las elecciones que se produzcan dentro de cuatro años podría ser más parecido al de 2015 que lo que ocurra dentro de diez días en las urnas.
Más allá de los gobiernos que se logren o no, para Roth “lo que está en juego es la energía que puede perder el movimiento”. A pesar de que una hipotética derrota en Madrid y Barcelona sería simbólica, explica la experta, puede pasar que el municipalismo de 2019 gane las elecciones y pierda fuerza o que pierda los ayuntamientos y aproveche para replegarse y tejer nuevas redes que vuelvan a ser efectivas en 2023.
¿Cómo llegan las confluencias del cambio a estas elecciones?
De las alianzas forjadas por Podemos en 2015 con otras formaciones solo sobreviven Barcelona, Santiago de Compostela y La Coruña. La primera totalmente cedida al control de Ada Colau y las segundas bajo las marcas Compostela Abierta y Marea Atlántica, respectivamente.
Mientras en Madrid la ruptura ha llegado con la creación de un nuevo partido instrumental por parte de Manuela Carmena e Íñigo Errejón, Más Madrid; en Zaragoza la marca decidió desligarse de Zaragoza en Común, que concurre en tres listas separadas. Situaciones similares se han producido en los ayuntamientos gallegos de A Coruña, Santiago de Compostela y Ferrol, y, como ya ocurriera en los comicios nacionales, Unidas Podemos y Compromís han decidido concurrir por separado en Valencia.
Esta ruptura de alianzas también se ha reflejado a nivel nacional en las elecciones generales. Unidas Podemos se dejó 173.618 votos en las ciudades del cambio. Madrid y Barcelona fue donde más perdió la coalición, 60.657 y 53.578, seguida de Zaragoza (-20.120), Valencia (-18.224) y A Coruña (-11.475).