Grecia, la crisis que no acaba
- El país heleno vota por primera vez tras salir de la tutela de la troika, después de tres rescates financieros
- El crecimiento económico es hoy del 2%, pero la mejoría no acaba de alcanzar a los ciudadanos griegos
"Nací en Atenas en seno de una familia de clase media. Tenía dos sueños: los aviones y los camiones. Estudié ingeniería aeronáutica en Nueva York y al regresar acabé asumiendo el negocio familiar dedicado al transporte. Todo iba bien en mi vida hasta el 2010. Ahí llegó la crisis. Trabajaba pero cada vez ganaba menos dinero. Tiraba de ahorros. Era imposible llegar a final de mes. En 2012, un día, fui a buscar mi camión y me lo habían robado. Busqué trabajo pero no encontraba ¿Quién iba a querer a un hombre de 55 años? Sin trabajo y sin dinero, acabé perdiendo la casa. El propietario me llamó y me dijo que me tenía que ir. Hice una maleta y me fui a la calle. Lo perdí todo"
Así introduce Michalis Samolis la visita guiada que hace por la Atenas invisible. Es una ruta en la que el visitante entiende el calado de la crisis griega. Paradas en los comedores sociales, en las farmacias y clínicas que atienden a quienes lo necesiten, en los albergues como aquel en el que él mismo vive. Es un antiguo hotel cerca de la céntrica plaza de Omonia donde se encuentran, abandonados, varios edificios que un día fueron establecimientos hoteleros.
En este barrio, bastante degradado pese a estar muy próximo al corazón turístico de la capital, parece un gueto donde habitan los desheredados. Un crisol de personas llegadas de muchas partes del mundo con la pobreza como elemento común.
El número de personas sin techo ha aumentado exponencialmente en los últimos años. Es la punta del iceberg de una tragedia que se sumerge prácticamente en cada hogar. Porque los salarios y las pensiones se recortaron cerca del 40% de media y los impuestos subieron mucho. Prácticamente nadie ha salido indemne.
Dimitris trabaja hoy con refugiados. Tenía dos restaurantes que tuvo que cerrar como lo hicieron otras 300.000 empresas en Grecia. El problema no fue exclusivo del sector privado. El público también se encogió sustancialmente. En total, se perdieron un millón de empleos. Muchos griegos sobrevivieron gracias a los ahorros y al apoyo familiar, si los tenían.
De los datos macroeconómicos a la economía real
"Grecia es un país normal", decía el comisario de asuntos económicos Pierre Moscovici hace unos meses cuando el país heleno completó el tercero de los rescates lanzados por la Troika para afrontar la crisis de la deuda.
"La economía griega se está recuperando. Crece desde hace dos años pero lo hace al 2%. No se puede hablar de una recuperación fuerte. Se han hecho reformas que eran necesarias, todo tiene su parte positiva, pero hay herencias negativas y entre otras cosas, la falta de confianza ha llevado a un problema de inversión. Antes de la crisis era del 24% y ahora está en la mitad", responde George Pagoulatos, profesor de economía en la Universidad de Atenas y vicepresidente de la Fundación Helénica de Asuntos Europeos, cuando se le pregunta por la salud de la economía de su país.
Es cierto que Grecia puede ya financiarse por sí misma en los mercados, pero, aunque ya no esté tutelada por la troika, sigue sometida a estricta supervisión.
"La salida del tercer rescate fue un engaño porque para salir a Grecia le obligaron a comprometerse en otros 88 puntos lo que, a mi modo de ver, supone un cuarto memorándum", dice el helenista Pedro Olalla. Las obligaciones son por décadas. Deben mantener disciplina fiscal y tener superávit primario (el anterior al pago de la deuda) del 3,5% hasta 2020 y del 2,2% hasta 2060.
"El único objetivo real que tiene el país en estos momentos es lograr esos resultados para poder pagar a los acreedores y para poder hacerlo, sin tener control de la política monetaria y con una economía destruida como la tiene, sólo puede hacerlo con medidas recesivas, con más austeridad. Pueden decir que va bien pero este sistema se sigue comiendo a la economía real mientras aumenta la dependencia de los mercados financieros que es donde verdaderamente reside hoy la soberanía", continúa Olalla.
"Al principio de la crisis la deuda era del 126% del PIB. Y ahora, es del 185%, y eso que el PIB se ha contraído un 25% en los últimos diez años -según datos del Fondo Monetario Internacional, sólo cuatro economías del mundo se han encogido tanto como la griega en la última década: Yemen, Libia, Venezuela y Guinea Ecuatorial-. Hemos pasado, tal cual, a ser un país tercermundista aunque hayan venido 300.000 millones de euros", sentencia Elena Panaritis, convencida de que los rescates no eran para salvar a Grecia sino a los acreedores. "El dinero entraba, hacía un loop y salía", añade.
“Según datos del FMI, solo cuatro economías en el mundo se han contraido tanto como la griega en la última década: Yemen, Libia, Venezuela y Guinea Ecuatorial“
"La crisis ha afectado a todo el mundo", dice Stravros Fessas, ingeniero ambiental. "Mi empresa va a cerrar este año", se lamenta con resignación.
El paro ha bajado bastante con respecto al 27% que llegó a alcanzar. aunque sigue en un 18%, si bien los que vuelven al mercado laboral lo hacen en condiciones muy precarias. Son trabajadores pobres. Además, durante estos años de ajustes, los salarios se han reducido de media un 38% y las pensiones un 45%. Y han subido los impuestos de forma exponencial: el IVA general, por ejemplo, es del 24%.
"La gente no siente que haya mejoría", explica la periodista Corina Vasiloupoulos. "Se habla de ella, se escribe sobre ella, pero la gente no llega a final de mes".
En el mismo sentido, el periodista y politólogo Spyros Zonakis asegura que "esto no es una crisis. Si fuera una crisis sería algo puntual. Esto llegó en 2009-2010 para quedarse por veinte o treinta años en Grecia. Lo van a pagar una o dos generaciones".
El problema de la emigración de talento
El país tiende al envejecimiento y el factor demográfico también es un problema. "En los últimos diez años se ha reducido la población en 130.000 personas", apunta Pedro Olalla.
"Eso es un daño colateral de los programas de austeridad", anota. Esto son los movimientos naturales de población, pero hay otro factor que preocupa mucho: la emigración del talento.
Se estima que 450.000 griegos han emigrado en busca de una oportunidad en un país donde el paro juvenil está en el 38%. "Es el 10% del mercado de trabajo. La pérdida de capital humano es un drama", señala George Pagoulatos.
En la Asociación Helénica de Juventud, Eleni Kardamitsi nos cuenta que están trabajando para fomentar que se queden e incluso que retornen, aunque la mayoría de los que están fuera no tienen esa idea.
"El sueldo medio para la gente que se incorpora al mercado de trabajo es de 400 euros" -apunta su compañera Ariadni Matraka- "y con eso es imposible vivir", sentencia.
Grecia y la UE después del fantasma del Grexit
"La UE ha insultado a Grecia y ha pecado de falta de solidaridad con ella", reconocía el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, el pasado mes de enero.
Durante un tiempo se habló del Grexit, ya que la incapacidad de Grecia para hacer frente a sus pagos amenazó con su salida del club comunitario y con la ruptura de la Eurozona. Atrás quedó ese fantasma que, sin embargo, ha dejado una profunda decepción de los griegos con los políticos en general, ya que ninguno logró evitar las draconianas imposiciones de austeridad que les asfixiaban.
El primer rescate lo implementó el partido socialdemócrata PASOK; el segundo, el conservador Nueva Democracia; el tercero, el partido que se presentaba como izquierda radical y que, pese a posicionarse en contra de de esas políticas, acabó aceptando un tercer rescate en un continuismo que, por otro lado, no respetó lo que los griegos votaron en referéndum.
"La gente hoy tiene la sensación de que, vote lo que vote, va a ser lo mismo. Unos te sacan la piel y otros te quitan la piel igual y luego te dan aceite de oliva para las heridas", dice Elena Panaritis.
“La gente hoy tiene la sensación de que, voto lo que vote, va a ser lo mismo“
Este sentimiento es bastante generalizado aunque hay otras lecturas. El profesor Pagaloupulos considera que ese acuerdo entre los partidos da estabilidad. "Con el actual marco fiscal es muy difícil crecer. Los partidos deben estar juntos en la idea de renegociar la deuda con los socios que, por otro lado, son también los acreedores", señala, mientras apunta como amenaza para el conjunto de Europa a los populismos nacionalistas que están surgiendo por todo el continente.
En ese sentido, la ultraderecha es la última opción del espectro que les queda a los griegos. Además del partido nazi Amanecer Dorado, han surgido otras dos formaciones de este signo.
La desesperación por la situación económica y también la componente antiinmigración podrían hacer aumentar su presencia, pero no es algo que contemplen las encuestas, que apuntan a que Amanecer Dorado obtendrá el 10% de los sufragios en las europeas.
Plebiscito de cara a las parlamentarias
Grecia, el 26 de mayo, celebrará, además de elecciones europeas, regionales y municipales. Las legislativas, previsiblemente, serán en otoño. "Los principales partidos han planteado las elecciones de mayo como un plebiscito de cara a las parlamentarias", apunta Corina Vasilopoulos.
Quizá por la mejoría de los datos macro o con la vista puesta en las urnas, el gobierno de Alexis Tsipras recientemente ha anunciado una subida del salario mínimo a 650 euros y ha prometido bajar impuestos y revalorizar pensiones. Poco se habla de Europa.
"En la conciencia colectiva, Europa es algo que está muy lejos, que nos es muy ajeno", dice Rania Manoka, una guía turística que lamenta, como muchos griegos, lo que consideran falta de democracia interna en las instituciones europeas. "Al final el Parlamento no cuenta, es la Comisión y no les elige nadie", sentencia.
Según el Eurobarómetro, la confianza de los griegos en la Unión Europea es la más baja desde que se incorporaron en 1981. Sin embargo, quieren seguir siendo parte del bloque.
"Soy europeísta", dice Fessas, "pero, ¿qué Unión Europea queremos? ¿Queremos una defensa común? ¿Una política exterior común? Parece que fuéramos 28 países y que cada cual hiciera lo que más le conviene", sentencia.
En la misma línea, Spyros Zonakis considera que hay que reformar Europa. Eso sí, desde dentro.