Hungría, el escenario perfecto para el 'iliberalismo' de Viktor Orbán
- El primer ministro húngaro controla instituciones y medios para mantenerse en el poder
- La prensa independiente o la Universidad Centroeuropea son señalados como enemigos
La primera impresión que tiene cualquier visitante que llega a Budapest es que está en una ciudad a la altura de cualquier capital de cualquier Estado miembro de la Unión Europea.
En el bullicioso barrio judío se ve un gran número de turistas que se alojan en los cada vez más frecuentes pisos de alquiler vacacional. Una ciudad monumental de calles limpias y edificios de arquitectura típicamente centroeuropea, como la que se aprecia en Viena, Múnich o Zurich.
Sólo algunos de ellos, destartalados y con agujeros de bala de la revolución de 1956, recuerdan que Hungría que vivió la dictadura del comunismo.
Pero lo que se ve no se corresponde con la realidad. Si no hay mendigos, es porque la mayoría absoluta del partido gobernante, Fidesz, les prohibió dormir en el centro. El esplendor del Budapest más turístico contrasta con el que hay un par de kilómetros más lejos, donde los bloques de estilo soviético y la pobreza son más patentes.
Y con la política húngara pasa algo parecido. Se impone el iliberalismo de Viktor Orbán. Una democracia en la que se le recortan derechos civiles, con el fin de fortalecer el poder del primer ministro.
"Pánico moral"
"El gobierno ha creado y mantenido lo que yo llamo el pánico moral. Y proclaman que son el único actor político que puede defender a la nación húngara. Y no hay narrativa contra eso", explica Endre Sík, profesor del Instituto de Sociología de la Academia de las Ciencias Húngaras.
"Se crean enemigos", añade Roland Balogh, periodista del semanario independiente Magyar Hang (La voz húngara), "y lucha contra la UE, los inmigrantes o George Soros".
Emőke, una joven que trabaja en una multinacional en varios idiomas y que aprende español en el Instituto Cervantes, no está de acuerdo con todas las políticas de Viktor Orbán, aunque las respalda.
"Hungría necesita un líder fuerte. Veo mucho peligro con la inmigración no controlada, porque hay mucho terrorismo en Europa Occidental". Y se considera europeísta, aunque cree también que la UE no debe tender a ser unos Estados Unidos de Europa.
Sík lo explica: "Para nuestra identidad, Europa es un elemento importante pero no en un sentido político, sino diario: de viajar o de empleo. Y eso no excluye que nos sintamos ciudadanos de segunda en la UE, o que se nos puede engañar desde Alemania o Austria. En nuestra cultura y nuestro trasfondo étnico tenemos cierto orgullo y sentido de ser únicos, y no queremos perderlo". Un factor que Orbán sabe explotar también en su favor.
El control de la prensa
Una herramienta fundamental es manejar los temas que llegan a la opinión pública. Precisamente la inmigración, las políticas de la UE que amenazarían a la cultura húngara o George Soros son los más habituales.
Todo gracias a que el gobierno magiar controla, de forma directa o indirecta, el 90% de los medios de comunicación del país. Y lo ha afianzado gracias a la creación de la Fundación Centroeuropea de Prensa y Medios, que fundó el amigo de Orbán, Gábor Liszkay, el año pasado. El propio Ejecutivo sostiene a estos medios con publicidad estatal.
Más difícil lo tienen los periódicos independientes. El redactor jefe de Magyar Hang, Zsombor György, asegura que los anunciantes sufren muchas presiones: "Alguien de Daimler, por ejemplo, nos dijo: 'Por favor, entiendan que no podemos anunciarnos en su periódico porque la relación con el Gobierno, su apoyo financiero y fiscal es más importante para nosotros que la libertad de prensa'".
En su caso, Magyar Hang sobrevive por las 3.000 suscripciones que tiene. Es un semanario creado por 25 periodistas del histórico periódico Magyar Nemzet (La nación húngara), que cerró el año pasado tras 80 años de historia. Ahora sobreviven en un local de 70 metros cuadrados que hace las veces de redacción y que cuenta con solo ocho ordenadores. La mayoría tiene que trabajar desde casa.
Además, estos medios no reciben ningún tipo de información por parte de las instituciones públicas. "No responden a peticiones de información. Los ministros no dan entrevistas nunca. El primer ministro nos llamó fake news el año pasado. Nos hemos convertido en una especie de enemigo público", cuenta Gábor Miklósi, subdirector de Index.hu, el portal de internet independiente más leído de Hungría, con casi un millón de lectores diarios, los mismos que Origo.hu, portal de información pro-gubernamental, que es de los más visitados del país.
Presión a través de los jueces
Aunque la omisión de información es un arma, en ocasiones entra en juego también la presión en forma de los jueces. András Dezső, periodista de investigación de Index, fue imputado por revelar información sensible cuando publicó un artículo sobre una mujer que fue entrevistada hace un año en la televisión pública de Hungría y que decía ser sueca de madre húngara y que había huido de Estocolmo a Budapest porque la inmigración había hecho de Suecia un "país peligroso" y un "estado fallido".
"Era raro, así que hice una investigación a fondo", relata Dezső. "Fue sensación en Hungría: la mujer que clamaba que tuvo que huir de Suecia por la falta de seguridad había sido condenada varias veces en ese país. Después, fui imputado por publicar información penal sensible, que es pública en Suecia, pero en Hungría es información sensible".
La justicia se limitó a apercibir al periodista, advirtiéndole de que algo parecido en el futuro podría conllevar condenas más duras.
Miklósi cree, además, que la situación en Hungría puede empeorar, sobre todo si el partido de Orbán, Fidesz, abandona el Partido Popular Europeo: "Aunque Orbán va a lo suyo, ser parte del PPE es una especie de restricción de poder, tiene una fuerza de contención".
El enemigo Soros
Aunque cree que las políticas de Orbán deben ser atajadas por los húngaros y no por la UE, Miklósi lamenta que los políticos europeos no hayan hecho más por interés político.
Una sensación parecida a la que tienen en la Universidad Centroeuropea (CEU, por sus siglas en inglés). Fundada por el magnate estadounidense nacido en Hungría George Soros en 1991, el centro universitario está preparando su mudanza a Viena tras la legislación aprobada en diciembre que no permite que haya universidades extranjeras en Hungría que no impartan grados internacionales en sus países de origen y con quien no haya acuerdo bilateral.
La CEU es la única afectada en Hungría. Una forma de atacar a Soros, declarado enemigo de Hungría por el Gobierno. "Desde luego pienso que la Unión Europea nos ha abandonado en cierta medida. Ha sido muy bueno para la moral escuchar el apoyo de los políticos de la Unión Europea, pero esto no se ha materializado en un apoyo real a la universidad", cuenta Éva Fodor, vicerrectora de CEU y responsable de gran parte de la mudanza a Viena, donde la universidad quiere empezar a funcionar casi plenamente en septiembre.
"Es una pesadilla logística y también personal", asegura Fodor. "Mucha gente tiene familias y desplazarse a Viena es un problema".
Con varios edificios que combinan modernidad y estilo clásico, la CEU va a tratar de retener el campus de Budapest, aunque aún no saben cómo. La velocidad en la que se han desarrollado los acontecimientos obliga a improvisar. Y de los 1.300 alumnos de 103 países con los que cuenta la CEU, aún hay muchos que no saben si a partir de septiembre vivirán en Viena o en Budapest.