Europa mide el alcance de la marea nacionalista en las elecciones al Parlamento Europeo
- Las encuestas dibujan una Eurocámara más plural y fragmentada, en la que populares y socialistas no tendrían mayoría
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Las elecciones europeas que culminan este domingo van a medir el alcance de la marea nacionalista y euroescéptica en el continente, pero, sobre todo, van a evaluar la pujanza del proyecto europeo y su capacidad para adaptarse a una nueva composición de fuerzas, en la que previsiblemente socialistas y populares ya no sumarán la mayoría, justo cuando el Brexit, la pugna entre Estados Unidos y China o la presencia amenazante de Rusia exigen una mayor fortaleza a la Unión Europea.
Hasta 425 millones de ciudadanos europeos están llamados a las urnas en 28 países para elegir a los 751 diputados del Parlamento Europeo, lo que coloca en su voto una formidable palanca para influir en unas instituciones que determinan buena parte de sus vidas. Sin embargo, buena parte de ellos votarán con la mirada puesta en los problemas nacionales y muchos, según las encuestas, optarán por partidos euroescépticos.
"Las elecciones europeas ofrecen una oportunidad de medir el avance de estas fuerzas", estimaba hace pocos días el director del Real Instituto Elcano, Charles Powell, en un debate sobre los comicios. "Muchos integracionistas ven con preocupación que entre un cuarto y un tercio de la cámara sea hostil", explicaba.
"Yo creo que incluso el mismo Parlamento Europeo ha planteado las elecciones como un duelo contra la extrema derecha y el euroescepticismo", abundaba Carme Colomina, investigadora especializada en la Unión Europea del CIDOB, en declaraciones a RTVE.es, aunque advertía: "El miedo a la extrema derecha moviliza a la ciudadanía, pero no le da respuestas".
Viejos retos, nuevas alianzas
Esta especialista señala que "la volatilidad electoral europea es fruto de las desigualdades entre ciudadanos y entre Estados", por lo que considera que "hay que empezar a hablar de alternativas en el proyecto europeo; se han roto los consensos y una parte de la población europea sigue asustada, desencantada", especialmente tras la crisis económica.
En este sentido, una de las claves de Parlamento Europeo que resulte de las elecciones de este domingo será si las dos grandes familias que han pilotado la construcción europea en las últimas décadas, democristianos y socialdemócratas, consiguen revalidar una mayoría suficiente para acaparar las instituciones o si, como apuntan las encuestas, se verán obligados a abrirse a nuevas alianzas.
"La cultura de consenso va a ser especialmente importante este año", recalcaba en el debate organizado por el Real Instituto Elcano una de sus investigadoras, Ilke Toygür. "La diferencia ahora es la necesidad de llegar a un consenso más allá de la gran coalición que, según los sondeos, podría no conseguir la mayoría, por lo que necesitarán el acuerdo con grupos como los liberales o los Verdes. Los partidos tendrán que aprender a negociar, a salir de su zona de confort".
Colomina también considera que la nueva composición de la Eurocámara va a obligar a "repensar las alianzas tradicionales, a derecha y a izquierda", y augura que se abre una gran oportunidad para el presidente francés, Emmanuel Macron, cuyo partido, La République en marche (La República en marcha), se encuadra en la familia liberal, que se perfila como el aliado natural para completar a socialistas y populares.
La participación, en declive
Es improbable, en este sentido, que los partidos euroescépticos tengan una gran capacidad de influencia, por más que consigan mejores resultados que en 2014. Con todo, un aumento muy considerable de su representación en el Parlamento Europeo constituiría una significativa llamada de atención para los partidarios de profundizar en el proyecto europeo.
Así, otra clave significativa será la participación en unos comicios tradicionalmente abstencionistas: en España, se espera que hasta un 63 % del electorado vote, la mejor marca desde 1999, pero solo porque las elecciones europeas vuelven a coincidir con las municipales y autonómicas.
Porque la participación ha ido decayendo convocatoria tras convocatoria y, desde hace veinte años, la media europea se queda siempre por debajo del 50 %. Hay países con una participación elevada, sobre todo aquellos en los que es obligatorio votar, como Bélgica o Italia, pero en otros hay un enorme desinterés, como Eslovaquia, donde apenas el 13 % fue a votar hace cinco años.
Otro país tradicionalmente abstencionista en las elecciones europeas es Reino Unido, que este año, además participa obligado: los británicos tienen que elegir nuevos eurodiputados tres años después de aprobar el Brexit en referéndum solo porque no han sido capaz de encontrar la puerta de salida de la Unión Europea, lo que anticipa un récord negativo de asistencia a las urnas.
El reverso positivo del Brexit
Pese a todo, el Brexit tiene un reverso positivo: frente a quienes auguraban que era el inicio de una desbandada de socios descontentos, ha servido para cohesionar aún más a los Veintisiete, los países que seguirán en el club comunitario cuando Reino Unido acabe por irse. Y los ciudadanos europeos son ya plenamente conscientes del trauma que supone un divorcio semejante.
"El desconcierto de la negociación del Brexit ha sido un toque de alerta. Es difícil salir y se erosiona la política interior", indica Colomina, que señala que incluso las fuerzas euroescépticas, que solían hablar de destruir la Unión Europea, ahora ya matizan y hablan de reformarla: "Ya no son solo oposición, algunas gobiernan, y tienen otra visión: Europa es muy útil, sobre todo en términos de presupuesto".
Para España, el Brexit tiene otra derivada positiva: se convierte en el cuarto país más grande y relevante de la Unión Europea, lo que le coloca en un lugar de privilegio, más allá de los 54 escaños que elija este domingo -que podrían ser cinco más cuando Reino Unido se marche-. "Los partidos políticos españoles van a tener un peso muy grande en sus grupos. Deberían intentar luchar por los puertos más importantes del Parlamento Europeo: empezando por el liderazgo de los grupos, siguiendo con los comités importantes", señalaba Ilke Toygür.
Porque las elecciones al Parlamento Europeo son solo el primer paso en todo el proceso de renovación de cargos de las instituciones europeas: antes de que acabe el año hay que elegir una nueva Comisión Europea, el nuevo presidente del Consejo Europeo y el sucesor de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo. Y todo se verá condicionado por estos comicios y por el impulso, europeísta o todo lo contrario, que le quieran dar los ciudadanos este domingo.