Charlotte de Grünberg, superviviente del Holocausto: "Los jóvenes no saben nada sobre la industria criminal nazi"
- La novela La niña que miraba los trenes al partir recrea la huida de una judía belga de la persecución nazi
- Charlotte de Grünberg escapó con 9 años junto a su familia y vivió encerrada en un ropero un año en Lyon
Setenta años de silencio en el dolor y la literatura para canalizarlo. La novela La niña que miraba los trenes al partir (Suma de letras) recrea la vida de Charlotte de Grünberg, judía belga que escapó de la persecución nazi huyendo junto a sus padres por media Europa durante la IIGM.
Y la espiral de angustia en una infancia marcada: con solo diez años, la pequeña y su hermano adolescente vivieron encerrados en un ropero de la casa de una familia que les acogió durante un año en Lyon.
La caja de los recuerdos se ha abierto de golpe en el libro del escritor y político uruguayo Ruperto Long al que De Grünberg, de 86 años, confesó el horror vivido.
La contención se ha transformado en divulgación porque sentía que el “mundo no ha aprendido nada” sobre la barbarie del Holocausto, cuenta en una entrevista para RTVE.es a su paso por Madrid para presentar la novela junto a Long.
“La gente no tiene claro tres generaciones después lo que pasó y sobre todo los jóvenes. Nadie lee y nadie enseña cómo se produjo todo. Los nazis levantaron una industria criminal que logró matar a seis millones de personas en un tiempo récord y con una tecnología de aquella época. Cada vez que me acuerdo de eso en términos adultos no puedo encontrar la paz”, señala la superviviente con vehemencia.
De Grünberg desprende naturalidad, energía, curiosidad infinita. Detalles que dan pistas sobre su capacidad de superación: rehízo su vida después de la guerra en Uruguay donde se convirtió en educadora y pedagoga.
Continúa en activo como rectora de la Universidad ORT, uno de los centros más prestigiosos del país sudamericano. Es amabilísima y optimista pero durante la conversación una nube negra cruza su rostro por primera vez.
“Los años de encierro fueron totalmente improductivos para la cabeza de un joven. Me volví muy introvertida y todavía no se cómo hice para saltear media primaria y estudiar la secundaria, como educadora todavía me pregunto cómo ocurrió eso”, se expresa en un castellano exquisito huella de sus décadas de trabajo en el mundo de la enseñanza.
"Nos sentíamos culpables por haber sobrevivido"
En La niña que miraba los trenes al partir Ruperto Long ha armado una polifonía de voces y escenarios históricos. El escritor investigó varios años y viajó a los lugares en los que recalaron De Grünberg y su familia en su huida a la desesperada. Ciudades y pueblos a los que ella no ha resistido volver.
Por sus páginas despunta la historia de Alter, tío de Charlotte y miembro del Consejo judío del gueto de Varsovia, pero también soldados sudamericanos voluntarios en el ejército de la Francia Libre o el militar georgiano Dimitri Amilakvari que encabezó la Legión Extranjera y cambió el curso de la historia.
En mitad del puzle la odisea de la niña: la huida de Lieja con papeles falsos, la vida en el ropero de Lyon o el escondite en un pueblo de los Alpes suizos donde la familia esquivó los campos de exterminio. Y el fin de la guerra acompañado de otra desolación. “Cuando volvimos a Bélgica nos sentimos culpables por haber sobrevivido. Le ocurre a muchas víctimas. Fue horrible”.
La novela ha tenido un revulsivo pedagógico como explica la educadora con orgullo mientras brillan sus vivos ojos azules. Circula por el circuito de bibliotecas del sistema educativo uruguayo y ha sido un éxito de ventas.
El autor y la profesora han recibido miles de mensajes e imparten conferencias en colegios e institutos. Memoria viva contra el olvido cuando las voces de los supervivientes de la Shoa se apagan por su avanzada edad.
“Tratando de ver algo positivo, veo que novelas como esta y otras que han salido en los últimos tiempos sobre la IIGM que hablan más de las personas de a pie y no tanto de las grandes figuras como Churchill o Goebbels, interesan a la gente”, asegura Long y Charlotte le interrumpe para añadir que las huellas del pasado resuenan en el presente con el éxodo de los refugiados.
“Es paradójico porque en esta época de derechos humanos vemos al otro como el distinto y eso suele ser implicar algo peyorativo. No solo es distinto es un poco peor”, apunta el autor.
El escritor uruguayo admira el carisma de De Grünberg y señala que nunca siente rencor. “Creo que la luz que se refleja en el libro tiene que ver mucho con su personalidad” y sobre cómo ha enfrentado las cicatrices.
“Nunca pasé por psicólogos pero quedé con claustrofobia por el encierro. Siempre me da miedo subir a un ascensor pero no me pasa cuando voy en avión porque el cielo es el infinito. Estas experiencias nunca se desembaraza uno de ellas pero el ser humano tiene mecanismos para ser fuerte mucho más de lo que uno cree”, asegura la superviviente.