Frederick Wiseman: "Yo no soy Michael Moore, mis películas no cambian el mundo"
- Asistimos al seminario que el aclamado documentalista ha impartido en Madrid
- También ha presentado el ciclo que la Filmoteca Española le dedica este mes de junio
El aclamado documentalista Frederick Wiseman (Boston, 1935) ha visitado España para impartir un seminario en la escuela de cine de Madrid (ECAM) e inaugurar la retrospectiva que, durante el mes de junio, le dedica la Filmoteca Española, con el título de La máquina americana. Un ciclo donde se pueden disfrutar 10 títulos imprescindibles de su filmografía.
Wiseman se ha convertido por derecho propio en uno de los mejores cronistas de la cultura Norteamérica, con una extensa filmografía de 42 películas documentales que retratan, con su característico enfoque observacional, la extensa gama de conductas humanas que es posible encontrar en las instituciones sociales estadounidenses: colegios, hospitales, museos, centros penitenciarios… organismos que le sirven como marco para analizar la compleja condición humana y sus relaciones. Una tarea, no obstante, exenta de toda pretensión transformadora.
Como él mismo afirma: “Busco mostrar la gama más completa de conductas humanas posibles, pero sin aspirar a generar cambios sociales, soy el anti Michael Moore’.
Su cine, su enfoque y las herramientas de las que se sirve para realizar sus películas, se han mantenido inalterables desde que rodara su primer documental en 1967, Titicut Follies, que ha servido de inicio a su retrospectiva en Madrid.
"No utilizo el termino documental, lo llamo narraciones dramáticas’’
Para Wiseman el propio rodaje se convierte en un proceso de investigación impredecible en el que va observando todo lo que ocurre en las instituciones que retrata, grabando ininterrumpidamente durante toda la acción de una situación, sin preparación previa. Cuenta para realizarlo con un equipo reducido, formado por el cámara y él, que se ocupa del sonido. ‘’Siempre me acerco lo máximo posible sin interferir en la toma, sin pensar en los participantes, me sorprende que la gente no mire al micrófono’.
Con el material filmado, comienza el proceso de producción en el que trabaja: “Hasta que cada película encuentra su propia forma”.
A la hora de desarrollar la estructura narrativa en el montaje, el hecho de haber sido estudiante de literatura le ha servido para aplicar muchas de las técnicas de lectura detallada: ‘’No pienso en la estructura sin tener una idea de los planos que voy a utilizar. Una vez hecha la lista de secuencias previas y conociendo el material ya puedo hacer el primer montaje en 3 o 4 días. Luego entre 6 y 8 semanas trabajo el ritmo entre secuencias y creo una estructura narrativa de toda la película’’.
Para Wiseman la construcción del montaje es totalmente ficticia, aun cuando esté basada en hechos reales. Así, la película puede empezar con lo que se grabó el último día. Las secuencias tienen un aspecto literal y otro abstracto y esto está enmarcado desde el inicio.
Una de las preguntas más repetidas del encuentro en la ECAM ha sido sobre los derechos de grabación a las personas que aparecen en sus documentales. La respuesta ha sido clara: sigue la Primera Enmienda de EEUU. ‘’No necesito pedir permiso a las personas que están en el interior de una entidad. El periodista está protegido por la primera enmienda que garantiza la libertad de expresión, la libertad de prensa. Una vez que me da permiso la entidad pública, empiezo a grabar’.
La importancia del sonido en el cine documental de Wiseman
Un aspecto fundamental de la filmografía de Wiseman es la diferenciación entre literalidad y abstracción.
La película Welfare arranca con el sonido del ‘click’ de una máquina de fotos. De una manera literal este inicio relata como toda persona que acude a solicitar ayuda a un centro social está obligada a identificarse, a dejarse fotografiar. En el plano abstracto lo que nos plantea es la pregunta: ¿quiénes son las personas que acuden? A inicios de la década de 1970 se consideraba en Estados Unidos que estos eran solo hispanos y negros, cuando en realidad se trataba de todo tipo de personas, de todas las razas. Una idea, que el público tiene que inferir, como nos explica Wiseman.
En el rodaje de Monrovia-Indiana, una de sus últimas películas, Wiseman dedicó mucho tiempo a realizar planos de objetos, recursos que no sabía cómo los iba a utilizar después. Al inicio hizo un montaje más literal y lineal de cómo se quita un bollo de un parachoques. Luego se le ocurrió otra forma de montarlo más abstracta, no tan literal donde se ve la experiencia del trabajador que realiza en un taller de chapa y pintura.
‘Grabe muchos tipos de sonidos que se producían en taller -asegura-. Intente ser muy consciente entre la imagen y el sonido que utilice para la secuencia’.
Monrovia-Indiana es una película política muy directa. Le sorprendió la falta de interés hacia algunos temas: "En esta ciudad lo que interesa es la religión, los coches y poco más. Esto espero que se vea en la película".
Estas estrategias que compartió en el seminario de la escuela de cine de Madrid (ECAM) se pueden ver ahora en la selección de películas que la Filmoteca Española dedica a Frederick Wiseman durante este mes de junio.