Irán, una revolución transformada 30 años después de la muerte de Jomeini
- El sistema que ideó para la Revolución Islámica ha sobrevivido, con los clérigos aún en la cumbre del poder
- Sin embargo, ha sufrido cambios adaptativos, como el ascenso del cuerpo de Guardianes de la Revolución
Las imágenes que llegaron generaban cierto estupor en occidente hace 30 años. Cientos de miles de personas enfervorecidas acudieron cementerio de Behesht Zahara, el más importante de Teherán, para despedir al Gran Ayatola Ruhollah Jomeini, el líder espiritual y constructor de la República Islámica de Irán.
Pero con él no murió su sistema: un estado teocrático, totalitario, basado en la sharía y de corte populista. Un estado que establecía el Islam como sistema que regulaba tan la vida pública como la privada, tanto la política como la vida diaria. Hoy, en Irán, a Jomeini se le recuerda con grandes homenajes, convertido ya en un mito aunque muchos señalan que buena parte de su legado se ha desdibujado en estos treinta años.
"Del legado de Jomeini queda aquello que interesa, aquello que en cada momento pueda interesar a los más conservadores sacar de su discurso, de su pensamiento", apunta en declaraciones a TVE Nadereh Farzamnia, profesora de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid.
"El discurso antiamericano o el antisraelí, por ejemplo. El engranaje del sistema no ha cambiado. La figura del Wilayat al Faqih tiene gran peso, la del Guía Supremo tiene mucho peso. Pero no tanto aquella parte del discurso de Jomeini orientado a la justicia social, a ese discurso populista", explica.
Wilayat al Faquih, el gobierno de los clérigos
Jomeini ideó un sistema complejo en el que la máxima autoridad tenía que ser un experto en el conocimiento de los mandatos de Alá, capaz de solucionar los problemas de la comunidad conforme a la ley islámica o sharía. Ese Guía Supremo, que en su momento fue el propio Jomeini, era el Wali Faqih, cuya misión es establecer un gobierno y ejecutar las leyes.
Un sistema, conocido como Wilayat al Faquih, construido para dar el control a los clérigos, que se ha conservado durante estos 30 años de ausencia de su fundador, pero con los "ciertos cambios internos que ha requerido cada momento histórico y cada crisis", recuerda la experta.
"Hoy en día, tal y como funcionan las cosas, como se ha desarrollado la economía, yo creo que el régimen islámico ha traicionado incluso al propio Jomeini", señala Nadereh Farzamnia. “Y cuando eso se revela muy claramente, hace que vuelva a aparecer un Gobierno ultraconservador, como fue el Gobierno de Mahmud Ahmedinayad, que reivindicaba esa vuelta a los principios”.
A Jomeini le sucedió otro ayatola, Alí Jamenei. Bajo su estrecha dirección, el régimen ha sobrevivido a sus crisis internas intercalando perfiles de dirigentes tan diferentes como Rohaní o Ahmedinayad. "Es algo que les ha funcionado internamente. Alternar gente más moderada -al menos de cara a la galería-, con gente más extremista; depende de cada situación, les funciona una cosa u otra".
El régimen cuando muera Jameini
Durante estos 30 años han surgido también nuevos poderes dentro del sistema. El más importante es el de los Guardianes de la Revolución o Pasdarán, la organización militar más poderosa, considerada terrorista por Estados Unidos. Se destacaron durante la Guerra con Irak en los años 80 y tiene gran influencia en el exterior. Son los creadores de Hizbulá y han tenido un papel clave en la lucha del Gobierno iraquí contra el DAESH y en la Guerra Civil siria.
"El Ejército de los Pasdarán yo creo que tendrá un papel muy importante en el futuro en Irán", vaticina la experta. "Ellos se han adueñado de la economía de las finanzas del país. Y han creado una red interior de control de todo lo que es la economía, del petróleo, la economía de exportaciones".
La figura del Guía Supremo parece imprescindible para el sistema. Pero, a priori, no parece que haya figuras con la misma relevancia que Alí Jameini, que tiene ahora 80 años. Eso hace que muchos se pregunten cuál será el escenario tras su muerte.
"El escenario sería la elección de otro Guía Espiritual, porque es imprescindible de cara a la población que es partidaria de la revolución, pero siempre con el respaldo del Ejército de los Pasdarán. Porque yo diría que la necesidad que tienen es mutua el uno del otro", señala Farzamnia.
La corrupción y una economía clientelar
La economía, creen los expertos, es el mayor talón de Aquiles del régimen. Una economía clientelar, que depende de los ingresos del petróleo y que ha sido incapaz de crear una industria fuerte y alternativa. Con ella financia una gran cantidad de subsidios sociales. La corrupción, una de las grandes denuncias de Jomeini contra el Sha, al que derrocó en el 79, se ha instalado en el régimen.
"En su testamento político y religioso, que Jomeini escribió en vida, dio un consejo a todos los líderes de la República Islámica: no traicionéis al pueblo y no hagáis que la corrupción os lleve a dónde llevó al Sha, porque el pueblo no os lo perdonará y tarde o temprano vais a caer", recuerda la profesora Farzamnia. "Y en ese sentido, no ha servido de nada ese legado. Porque Irán, hoy en día, tiene un problema muy importante que es la corrupción".
La economía clientelar y la corrupción hace a la población vulnerable a las consecuencias de las crisis diplomáticas. Crisis como la de ahora, tras el restablecimiento de las sanciones de Washington, que ya ha provocado una devaluación del 60 % de su moneda. Algo que debilita la imagen del régimen entre sus seguidores, entre los defensores de la revolución.
Pero el régimen también utiliza sus recursos: "Algo de lo que se aprovechan los líderes iraníes, sobre todo los conservadores, es de ese sentimiento nacionalista, de ese sentimiento de identidad irania. Los iraníes 'se pueden matar entre ellos', pero cuando hay una amenaza externa se unen. Y ese es un recurso que tiene el régimen. Dice: 'Hay un enemigo externo, el enemigo de siempre, que es Estados Unidos'. Y ese discurso, a nivel interno, funciona", recuerda la profesora de Estudios Árabes e Islámicos.
Treinta años después de la muerte de Jomeini, el sistema sigue vivo. Ahora tiene nuevos elementos, y ha perdido algunos de los que el propio fundador construyó. Pero su naturaleza sigue siéndola que pensó el Gran Ayatola: un gobierno de clérigos, una de las pocas teocracias que aún quedan en el mundo.