Picasso, fotógrafo, modelo y superestrella
- El Museo Picasso de Barcelona organiza una muestra sobre la relación del artista con la fotografía
En 1909 –con 27 años- Pablo Picasso pasó el verano en la Horta de Sant Joan (Tarragona) junto a su compañera Fernande Olivier. Antes de partir, señaló en una carta que no podía olvidarse de la cámara fotográfica. En Horta fotografió paisajes de montañas geométricos que parecen robados de uno de los cuadros protocubistas de Cézanne. Y algo más: retrató a los habitantes del pueblo, que le tomaron por un periodista.
¿Picasso reportero fotográfico? Es una de las curiosidades de la exposición Picasso, la mirada del fotógrafo, abierta en el Museo Picasso de Barcelona hasta el 24 de septiembre, y que recorre la relación del artista con las imágenes fotográficas desde todos los ángulos: Picasso como fotógrafo de motivos para sus obras, Picasso abriendo su taller a fotógrafos para que documenten su proceso creativo, Picasso consciente del poder de su imagen, o el Picasso íntimo con amigos y familiares.
En 1992, los herederos de Picasso donaron al Estado francés el archivo personal del artista: entre ellos casi 18.000 imágenes que guardó toda su vida. Violeta Andrés es la responsable de ese archivo en el Museo Picasso de París. Y la comisaria para la exposición de Barcelona. “Se han expuesto muy poco porque son muy frágiles a la luz. Muchos negativos son inéditos”, explica.
A lo largo de su vida, Picasso mostró más interés por las texturas del negativo que por la luz. “Le interesaba la materia. Picasso, que tocó todas las materias y soportes, juega con el lado más inventivo, de experimentación”.
El malagueño no dejó, sin embargo, opinión sobre la fotografía como arte. “Picasso no es un teórico. Tampoco en pintura o escultura. Él hace. Y descubre. Lo único que existe es un poema del único año que pasó sin pintar (entre 1935 y 1936) y dedicó a escribir. Entre los muchos poemas hay uno sobre la placa fotográfica. Pero solo es una evocación poética”, aclara.
Picasso en el taller
El hilo de la muestra es la evolución cronológica de su taller. “Para él el taller es todo. El lugar donde vive, crea, recibe a los amigos, mujeres, amantes, hijos”, enumera. “Pero no hay que confundirse: Picasso tiene una conciencia, pero también una estrategia. Se deja fotografiar mil veces, pero es curioso y raro que no hay una fotografía de Picasso trabajando de verdad. Son imágenes en las que juega a crear. Fotos espontáneas hay muy pocas”.
Algunas de esas pocas son de la fotógrafa Dora Maar -que mantuvo una relación amorosa de 10 años con Picasso- y documentó la creación del Guernica. “Son casi las únicas en las que se abstrae de la cámara fotográfica”.
Picasso icónico
Picasso fue una superestrella global y la autoconsciencia de su propio genio le llevo a cultivar su imagen. “Tras la II Guerra Mundial, las revistas utilizan mucho fotografía y Picasso aparece por todos los lados. Cuando se instala en el sur de Francia se convierte en el primer famoso de la historia del arte”, analiza la comisaria.
Aunque prácticamente la mayoría de los fotógrafos legendarios del siglo XX retrataron a Picasso (Capa, Cartier-Bresson, Avedon o Brassaï), la exposición evita mostrar sus retratos más famosos.
Con una excepción: la icónica imagen de la camiseta marinera de rayas azules del reportaje de Robert Doisneau de 1953. “Es consciente y juega con su imagen: tanto en 1955, como en unos grabados de 1966, se autorretrata con esa camiseta. De hecho, si ahora ves una silueta con camiseta de rayas, piensas automáticamente: Picasso”.