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Balenciaga atrae la mejor pintura española al Thyssen

  • 55 óleos de museos, fundaciones y particulares dialogan con el legado del modisto
  • Velázquez, Goya, El Greco, Zurbarán y Zuloaga inspiraron siempre a Balenciaga

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Entrevista al comisario de la exposición, Eloy Martinez de la Pera.

Óleos de Velázquez y El Greco han cruzado de acera para salir del Museo del Prado y llegar al Thyssen. Hasta allí también ha ido ‘La Duquesa de Alba de blanco’ de Francisco de Goya que 'vive' en el Palacio de Liria. Y no falta a la cita un Zurbarán que se ha descolgado de la parroquia de Santa Bárbara. Al final se juntan 55 cuadros de pinacotecas nacionales, fundaciones y colecciones privadas. Un grupo de obras de valor incalculable que abraza con su poderío el maravilloso legado del Cristóbal Balenciaga.

90 trajes y vestidos, de distinta procedencia, forman la mayor exposición que se hace del modisto de Getaria en Madrid en 45 años. El conjunto es apabullante.

Carlos IV y María Luisa de Parma, de Goya, con vestido de novia de 1948 Efe

La visita primero impresiona y después emociona. “La moda ha estado siempre muy presente en los museos de arte y el arte siempre fue una fuente de inspiración para Balenciaga”, dice Eloy Martínez de la Pera, comisario de la exposición. “Ahora, en este museo, conversan el más grande de la historia de la moda con una de las escuelas de pintura más importantes, la pintura española”.

La exposición se abre al público el 18 de junio de 2019 pero en redes sociales ya se han podido ver imágenes del traslado de los cuadros y el montaje. También una coreografía que Antonio Najarro ha creado para esta exposición en la que baila con prendas únicas que la casa Oteyza ha hecho para él.

Antonio Najarro baila a Balenciaga

El recorrido por las salas comienza conectando con la infancia del modisto. Se cuenta que, de niño, pudo ver de cerca obras de pintores ilustres en el palacio Aldamar, donde su madre cosía para la marquesa de Casa Torres. Un flechazo que marcaría su carrera. “La exposición revisa 400 años de arte español y arranca con Velázquez y esos cuadros que pudo ver de niño y que tanto influyeron en piezas como los vestidos de silueta infanta”.

La segunda sala pone en valor la paleta de colores de El Greco. En su ‘Anunciación’, pintada en 1614, vemos al arcángel San Gabriel con una túnica amarilla y junto al cuadro se ha colocado un vestido de noche en satén amarillo que conecta con el cuadro a través del color. “Balenciaga utilizó tonos como rosas fucsias, azules cobaltos, verdes cenizas. Él llevó esos colores vibrantes a París, a finales de los 30, los 40 y 50. Sintiendo a El Greco empleó rasos de seda tornasolada, satenes y tafetanes drapeados con los colores más vibrantes”.

Los colores y texuras de los óleos de El Greco inspiaron a Balenciaga. Efe

Del color a la ausencia de él. En la exposición se hace una oda al negro de Balenciga y se exprimen todos sus simbolismos. “Él traslada los colores que hay en los retratos de Felipe II y de su familia. En aquella época España exporta moda por primera vez y teñimos de negro todas las cortes de Europa. Felipe II creía que este color le unía a Dios, y Balenciaga siente que le conecta con la religiosidad. Pero además refleja el duelo, y él tiñó de negro colecciones enteras cuando estaba de luto por su madre o por su menor amigo. ¡Fueron sus homenajes!. Diana Vreeland, editora de Harper´s Bazaar, dijo en 1937 que los negros de Balenciaga eran tan profundos que cualquier otro negro a su lado parecía gris. Y él encontró en el negro la elegancia, pero también la austeridad, la elegancia y la espiritualidad”.

'San Andrés' de El Greco con dos vestidos de noche. R.Muñoz

Balenciaga dijo que la elegancia es eliminación, y por eso aquí paredes, suelos y tarimas son negros. El espacio desaparece para dejar todo el protagonismo a las obras. Negros son también los fondos de los bodegones de flores que inspiraron vestidos que parecen jardines. Como el abrigo de noche de 1964 que rivaliza en belleza con los cuadros de Juan Arellano, Benito Espinós y Gabriel de la Corte. En esta sala se hace además un homenaje a los bordados que parecen saltar de los retratos de Ana de Austria o Isabel de Borbón a los vestidos de noche que están decorados con lentejuelas, mostacillas, azabache, hilos de plata o láminas de acetato. “En París, Balenciaga conoce todos los oficios de la moda: talleres de encaje, bordados o plumas. Se vuelve feliz al trabajar con ellos y hace estos fantásticos vestidos de noche que se miden con los que vemos en los cuadros, que son auténticas piezas de alta costura. ¡Aunque se pintaron antes de que apareciera este término!”.

Ana de Austria por Bartolomé González y conjunto de noche de 1962. R.Muñoz

Y es que muchas generaciones estudiaron historia y arte sin saber que además estaban aprendiendo algo más. “El público va a ver esos cuadros que ha visto en libros o en visitas a museos de una forma diferente. Durante años nos han vendido moda, sin saber que era moda. ¡Nos han vendido alta costura!”.

Martínez de la Pera admira el vestido que lleva la Ana de Austria de Bartolomé Moro en 1616 y también el conjunto de noche de dos piezas de 1962. Les separan 346 años. En este conjunto conviven el minimalismo del abrigo en tono rosa empolvado con la riqueza del vestido, dos conceptos opuestos que se repiten en distintas etapas de Balenciaga. “Sería estupendo que las millennials salgan sabiendo que antes de Balenciaga había otra palabra: Cristóbal. El corte pavo real, el vestido túnica, el saco, el baby doll y otras de las siluetas que tienen en sus armarios se lo deben a un joven que nació en Getaria en 1895. Me doy por satisfecho si descubren a Cristóbal y si descubren que en Prado están las mayores influencers que pueda haber, y que tenían nombres españoles, como Ana de Austria o Isabel de Valois”.

Vestido de novia de Fabiola de Bélgica y obra de Zurbarán. R.Muñoz

Y de la riqueza y sofisticación a la austeridad y el minimalismo. Francisco de Zurbarán ejerció una fuerte influencia en el trabajo de Balenciaga. “Admiró estos hábitos sencillos de los monjes mercedarios, que con tan solo tres piezas de patronaje transmiten elegancia y misticismo, y los hace dialogar aquí con varios vestidos de novia. Destacan dos icónicos: el que hizo para Fabiola de Bélgica (bisnieta de la marquesa de Casa Torres) y el que diseñó para Carmen Martínez Bordiú. “Fabiola iba casarse con el rey de los belgas y Balenciaga dota al vestido de majestad desde la sencillez, con esta cola que sale del escote y que se hizo mítica". Curiosamente el vestido de Carmen Martínez Bordiú es similar. "Es muy especial porque es el último que hace el modisto. Aceptó el encargo en 1972, cuatro meses después de cerrar y unos meses antes de morir. ¡Este espacio habla de cómo hacer un hábito nucpial una pieza majestuosa!”.

De Zurbarán se ha dicho que fue uno de los primeros diseñadores de moda y dice Eloy Martínez de la Pera que el modisto “amó sus volúmenes y los tejidos con los que vistió a sus santas”. Queda claro al ver a ‘Santa Casilda’ y ‘Santa Isabel de Portugal’ al lado de conjuntos de noche y vestidos de volúmenes envolventes y tejidos muy ricos. Porque Balenciaga es misticismo y minimalismo pero también es sofisticación, lujo, sensualidad y osadía.

'La Duquesa de Alba de blanco' de Goya dialoga con dos vestidos de Balenciaga. R.Muñoz

Otra gran referencia es Francisco de Goya, del que el comisario dice que fue un gran estilista. Balenciaga trasladó elementos de la estética goyesca, el majismo y la tauromaquia de sus cuadros a chaquetas bolero y vestidos de encajes y transparencias. Como el que se ve en ‘La duquesa de Alba de Blanco’ que se mide con dos vestidos que bien podría haber llevado la protagonista del óleo. Uno lleva un lazo rojo que parece deshecho. “Hay un poco de fetichismo. No lo hemos querido tocar por si acaso el último en hacerlo fue el propio Balenciaga”. El cuadro es uno de los importantes préstamos que ha hecho la Fundación Casa de Alba. “Hay también cuadros de las colecciones de Abelló o Alicia Koplowitz, pero también de Hamish Bowles y Dominique Sirop. Ha habido una querencia brutal por el proyecto. Eran conscientes de que sus obras iban a dialogar con importantes piezas de Balenciaga y los que prestaban los vestidos conocían la gran calidad del arte que íbamos a tener".

Obra de Zuloaga con vestido de noche de 1952. R.Muñoz.

Como el vestido de noche de 1952 expuesto en Nueva York que es casi idéntico al que lleva María del Rosario de Silva y Guturbay en el retrato hecho por Zuloaga en 1921. “Queda claro que Balenciaga amó el arte, y sobre todo el arte español”, dice el comisario. La exposición se comenzó a fraguar en 2013 y desde entonces se ha trabajado mucho con interlocutores de distintas ciudades y países. Atrás quedan ahora muchos años de trabajo y esfuerzo, y también una interesante tarea de maridaje. Ha sido chef de arte y Celestina. “He sentido una gran emoción cuando en estos diez días se han empezaron a juntar todas piezas, cuando he visualizado esos casamientos que había pensado entre arte y moda".

'Ofrenda a Flora', y tul bordado junto a vestido de noche de 1958. R.Muñoz

Esta magna exposición es un homenaje a la belleza desde distintos puntos de vista. Y desde diferentes perspectivas históricas. Los cuadros más antiguos datan del siglo XVI y el más reciente está fechando en 1921. “Llegando al final y junto a las pinturas del XIX y XX de Madrazo o Esquivel vemos la lectura rupturista que Balenciaga hace del polisón". Algo que queda reflejado en los vestidos de noche de 1947 o 1956 que transforman este elemento en un elegante lazo o una sofisticada cola que cae de la cintura en grandes tablas.

"Una constante en él y en su trabajo es que siempre estuvo buscando la belleza de la mujer". dice el comisario. "Preparando esta exposición he descubierto en Balenciaga su grandeza. ¡Era capaz de todo, su capacidad para crear era infinita! Y es por eso que Christian Dior y Coco Chanel dijeron que era el más grande. Nadie lo puede poner en tela de juicio”.

Santa Casilda, de El Greco, con conjunto de noche en seda salvaje de Balenciaga. R.Muñoz.

Grande e infinito. Este año se ha expuesto y analizado su obra en el museo de Getaria, en Zaragoza y en Madrid. ¿Estamos exprimiendo al modisto? Quizá sí. Aunque Martínez de la Pera está tranquilo. "Siempre vamos a poder encontrar vínculos para exponer a Balenciaga. Pero van a ser menores que la influencia que ejerció en él el arte. ¡Esta es la exposición de arte y moda al más alto nivel de la historia!”, termina diciendo. En el catálogo hay textos de distintos profesionales. Entre ellos el de la ensayista y catedrática Estrella de Diego, que refuerza el discurso del comisario. "La moda es el vehículo privilegiado para acercarse a la propia historia de la pintra y un nuevo modo de releerla y traducirla".