Rivera y Valls: el álbum de una relación política rota
- El ex primer ministro francés llegó como flamante fichaje para Barcelona 'robado' a los socialistas y un aliado para Rivera
- Sin embargo, sus discrepancias por el acercamiento de Cs a Vox y el apoyo a la investidura de Colau quebraron la confianza
Los pactos políticos tras las elecciones municipales y la formación de los Ayuntamientos han roto una alianza, la formada en Barcelona entre Albert Rivera y Manuel Valls, una relación simbiótica que ahora se rompe y deja más que dos caminos que vuelven a ir separados. El divorcio político del ex primer ministro de Francia y el líder de Ciudadanos puede tener consecuencias a medio plazo en el tablero catalán, y, a corto plazo, supone una crisis interna en el partido naranja, presionado desde dentro y desde fuera por sus propias contradicciones.
"Vamos a abrir las puertas al talento. Salimos a ganar las elecciones, y una persona del nivel de Valls, primer ministro, demócrata convencido, amigo de España y de Europa, que ha defendido estos valores en plena crisis del separatismo, tiene todo nuestro reconocimiento", señalaba Albert Rivera en abril de 2018, cuando se estaba fraguando la candidatura del ex primer ministro francés y ambos vivían un idilio político y que ha terminado de forma abrupta un año después.
Valls deja el Partido Socialista y comienza carrera política en España
En junio de 2017, el ex primer ministro francés deja el Partido Socialista tras 37 años de militancia y tras un tiempo alineado con los liberales de Emmanuel Macron. Se convierte más que nunca en un verso suelto de la política que deja su trayectoria en Francia y vira a España y, en concreto, a Barcelona, su ciudad natal.
En ella desembarca en diciembre de 2017 como flamante fichaje para la campaña de Inés Arrimadas, la candidata de Ciudadanos a la presidencia de la Generalitat, un "robo" de una figura política que había apoyado a los socialistas españoles, un icono de la transversalidad y centralidad que Ciudadanos quería abanderar, un triunfo y un trampolín para el ascenso del partido de Albert Rivera.
A cinco días de las elecciones catalanas del 21D, Valls participó en el acto central de la campaña de Ciudadanos, un coloquio junto a Rivera, Arrimadas y el escritor Mario Vargas Llosa, aunque el mismo día también asistió a un acto electoral del PP. El ex primer ministro francés subrayaba así desde su llegada que su apuesta era más por el llamado constitucionalismo que por subordinarse a unas siglas concretas.
Queda esto patente en otra participación de Valls en un acto con Ciudadanos en Barcelona, un año más tarde, en diciembre de 2018, coincidiendo con la celebración del 40º aniversario de la Constitución, cuando el ex primer ministro francés era ya candidato a la Alcaldía de Barcelona desde septiembre.
Candidato con Ciudadanos pero sin sus siglas
La decisión de presentarse a las elecciones a la Alcaldía de Barcelona la dejó caer Valls en una entrevista en Los Desayunos de TVE en abril de 2018, explicando por qué se había introducido en la política catalana en plena crisis institucional por el independentismo: "Me he metido en este debate porque soy nacido en Barcelona, e hijo de catalán, y porque también quiero dar a Cataluña y a España lo que me han dado, mis orígenes. Y me he metido en este debate porque las consecuencias eran muy importantes para Europa".
Esperó tres meses más para anunciar oficialmente su candidatura, pero desde su nacimiento la asociación de Manuel Valls con Ciudadanos fue más una confluencia de intereses que una alianza política. Valls no adoptó las siglas de Cs, sino que creó su propia lista, Barcelona pel Canvi, en la que se trató de aglutinar suficientes sensibilidades opuestas al independentismo y a los 'comunes' sin ligarse a ninguna en concreto.
A ello contribuyeron además los fichajes que continuó haciendo Cs para su candidatura, como el del ex ministro socialista Celestino Corbacho, en la línea estratégica que Albert Rivera adoptó en otras comunidades captando a exdirigentes del PP y del PSOE.
El pacto en Andalucía y la foto de Colón detonaron las discrepancias
Fue la irrupción de Vox, en especial tras las elecciones andaluzas de diciembre de 2018, lo que sembró la semilla de la discordia entre Manuel Valls y Ciudadanos. Primero, por el pacto de gobierno en Andalucía entre PP, Ciudadanos y Vox, al que Manuel Valls manifestaba su rotundo rechazo desde el mismo momento en que Rivera no lo descartaba.
"No puede haber ningún pacto con Vox", aconsejó Valls al líder de Cs, al igual que los más destacados miembros de la familia liberal europea. La misma receta que Valls adelantaba ya como adecuada para Cataluña: "Cualquier coalición es legítima salvo con fuerzas que vulneran la Constitución".
Y el alejamiento se hizo más palpable en febrero, cuando Albert Rivera posó en la conocida como "foto de Colón" junto a Pablo Casado (PP) y Santiago Abascal (Vox), una estampa de la que Manuel Valls se desmarcó de manera ostensible, pese a haber acompañado en la manifestación a los dirigentes de Ciudadanos.
La investidura de Ada Colau quiebra la alianza
El resultado de las elecciones municipales del 26 de mayo en Barcelona inclinó finalmente la balanza de Manuel Valls. Ante el empate técnico entre ERC y BComú, y ante el dilema entre independentismo y populismo que tenía ante sus ojos, Valls no duda y ofrece un pacto "sin condiciones" a BComú y el PSC, pese al inmediato rechazo de Ciudadanos a un pacto con los 'comunes' que renovara el mandato de Ada Colau.
Finalmente, el 15 de junio, el grupo municipal de Barcelona pel Canvi se rompe en la votación de la investidura de Colau como alcaldesa de Barcelona. Valls y otros dos concejales votan a favor mientras que los tres ediles de Ciudadanos, obedeciendo a la dirección nacional, votan en contra.
Valls argumentó su voto a favor de los 'comunes' por evitar el que consideraba un "mal mayor", que los independentistas de ERC, con Ernest Maragall al frente, se hicieran con el poder del Ayuntamiento de la capital catalana e impulsaran desde ella el "procés". "La política es escoger y, en situaciones como esta, hay que tomar decisiones arriesgadas y comprometidas para evitar lo peor", justificó.
Cuando, casi acto seguido, en su primer acto como alcaldesa, Colau volvió a colgar el lazo amarillo en el balcón del consistorio, la dirección de Ciudadanos decide romper con Valls para recuperar su "voz propia" en el Ayuntamiento de Barcelona, aunque sea a costa de tener dos grupos diferenciados y menores, en un anuncio que no hizo Albert Rivera, que participó en la reunión por videoconferencia, sino la portavoz nacional y anterior candidata a la Generalitat, Inés Arrimadas, y una decisión que no le comunica a Valls el líder, sino el número dos, José Manuel Villegas.
"En ningún momento consideró hablarlo con sus socios y lo anunció sin que tuviéramos noticia de que lo fuera a hacer", le ha afeado el actual líder de Cs en Cataluña, Carlos Carrizosa, sobre su decisión de investir a Colau.
¿Y ahora qué?
Ahora se abre un futuro incierto. Para empezar por el papel que jugarán otros fichajes de la candidatura de Valls, como el exministro socialista Celestino Corbacho, que se integró en la coalición de BCanvi como independiente y tiene que decidir cuál será su grupo en el Ayuntamiento.
También por los próximos pasos de Manuel Valls, que puede aprovechar la situación y los próximos meses para intentar armar un nuevo proyecto político propio que dispute el espacio político 'constitucionalista' de Ciudadanos y del PSC.
Si Valls encuentra el apoyo político y la financiación necesaria, podría ser un competidor a medio plazo para Ciudadanos, el cual, pese a aumentar su número de concejales en Cataluña el 26M, cosechó 50.000 votos menos que en 2015, y es el partido que más votos ha perdido desde las elecciones autonómicas de 2017, cuando fue el ganador con una Inés Arrimadas que ahora hace carrera política en Madrid junto a Albert Rivera.
Mientras Ciudadanos trata de crecer en la política nacional, ve cómo surge una amenaza bajo sus cimientos en Cataluña en su misma esencia, la confrontación política e ideológica al secesionismo.