'La divina comedia de Oscar Wilde', los últimos días de un mito de la literatura
- En su nueva novela gráfica, Javier de Isusi narra los últimos años de Wilde en París
- "Juego a que Wilde llegase a tocar, aunque fuera un poquito, ese Paraíso que anhelaba", asegura el autor
Oscar Wilde (1854-1900) fue un genio reconocido y admirado por su brillantez literaria, su afilado ingenio y su vestir extravagante... Hasta que se descubrió que era gay, lo que le hizo caer en desgracia, ser condenado a dos años de cárcel (durante lo que llegó a realizar trabajos forzados) y tener que irse de Gran Bretaña (Hasta 2017 el gobierno británico no perdonó a los condenados por ser homosexuales). Sus últimos años residió en París, donde se cambió el nombre por el de Sebastian Malmoth y pasó calamidades hasta su muerte. Esa oscura etapa final es sobre la que intenta iluminarnos Javier de Isusi en su excelente novela gráfica La divina comedia de Oscar Wilde (Astiberri).
Javier nos cuenta de qué va este cómic: "En su carta conocida como De Profundis (carta escrita en prisión), Oscar Wilde compara su vida con La Divina comedia de Dante. Decía que, como Dante Alighieri, él había estado en el Infierno y después en el Purgatorio, mostrando su esperanza de que también le estuviera reservado el Paraíso. No es la única vez que hizo esa comparación. En cambio sabemos lo que ocurrió después con él. Oscar Wilde murió tres años después de haber escrito ese texto en la ruina social y económica, fuertemente alcoholizado e incapaz de escribir una línea".
"Sin embargo -añade-, ¿quién puede saber lo que ocurría realmente por dentro de él? La divina comedia de Oscar Wilde cuenta cómo fueron esos tres últimos años de su vida -fundamentalmente a través de las personas que más le acompañaron en esos momentos- y juega con la posibilidad de que, efectivamente, llegara a tocar, aunque fuera un poquito, ese Paraíso que anhelaba".
"Me atrae el Wilde roto"
Arruinado e incapaz de escribir, los últimos años fueron eralmente duros para Wilde, como nos comenta Javier: "Lo que me atrae es el Wilde roto. No porque me guste regodearme en la autodestrucción de una persona, sino porque lo que se rompe de Wilde es su personaje. Eso es lo que me interesa. Al fin y al cabo es el mismo argumento de fondo de mis anteriores libros, tanto de Los viajes de Juan Sin Tierra como de He visto ballenas. ¿Qué pasa cuando se te cae el personaje? La historia de Wilde, en ese sentido, es paradigmática, su personaje era inmenso y su caída fue estrepitosa. Es, sin duda, una de las mayores historias de destrucción de un personaje público de la historia moderna occidental".
Pero... ¿Cómo fueron esos últioms años de Wilde? "Fueron durísimos -asegura Javier-, pero lo que a mí me interesa es que también tuvieron un punto de liberación. Mantener todos los días un personaje como el de Oscar Wilde debía ser agotador, yo creo que en parte por eso se daba tanto a la bebida (él y tantos otros personajes famosos). El hecho de que se rompiera ese personaje pudo, de alguna manera, liberarle y además abrirle la puerta para descubrir cosas que si no jamás habría descubierto. Es el sentido de su frase de que “el secreto de la vida está en el dolor”. Hay muchísima lucidez en Wilde en medio de toda esa aparente ruina".
En cuanto a por qué Wilde casi no escribió en esos años, Javier asegura que: "La explicación más fácil y sencilla que él mismo daba es que para escribir necesitaba luz, alegría y no tener que preocuparse por el dinero. Sin embargo eso por sí solo no explica que no lograra escribir una sola línea (exceptuando las cartas a sus amigos, que, por otra parte, revelan un sentido del humor en plena forma). Sus condiciones de vida no eran tan malas como para no poder tomar una pluma e incluso amigos suyos le brindaron esas condiciones ideales que él reclamaba sin que ello produjera ningún fruto literario".
"Para mí -continúa- la mejor explicación es otra que daba: “Yo escribía cuando no conocía el sentido de la vida. Ahora que conozco su significado ya no tengo nada qué escribir”. Y es que, al final, todos los que nos dedicamos a contar historias somos buscadores, contamos historias para entendernos mejor, para conocernos, para saber adónde vamos o por qué estamos aquí. Si tienes esas preguntas resueltas no hay mucho que buscar y por tanto no hay mucho que escribir, basta contemplar. Como también él mismo decía:“De las dos maneras de cultivar el sentido de la belleza, la creación y la contemplación, la más elevada es la de la contemplación”. Esa es, para mí, una de las pistas de que hubo algo de Paraíso en ese período de su vida".
"Su infierno fue la cárcel"
En cuanto a si esos tres últimos años fueron un infierno para Wilde, Javier asegura que: "Yo no diría tanto. Para él el Infierno fue la cárcel. Esos años en París fueron más bien un Purgatorio. Había mucho dolor pero al menos también había belleza. Había oscuridad pero había también luz. Había densidad y había ligereza. Había renunciado probablemente a compartir su vida con la persona amada, pero no a las pasiones románticas, al sexo y al cariño que encontraba en muchachos callejeros (y no sólo callejeros, en la larga lista de sus últimos y frívolos “amores” hay también soldados y hasta seminaristas). Y tuvo un pequeño puñado de auténticos amigos que no le abandonaron nunca".
Por eso Wilde comparó su vida con La divina Comedia de Dante. "Eso es -asegura Javier-. Infierno, Purgatorio, y para quien pueda verlo, también algo de Paraíso. Fue Wilde quien relacionó su vida con La divina comedia. Yo sólo recojo la idea y la elaboro para ver si, efectivamente, pudo haber algo de Paraíso en sus últimos años".
"Los biógrafos -añade- nos hablan a partir de los datos que nos han quedado de él y la imagen que nos dan es la de un hombre acabado. Yo no hago una biografía, hago literatura gráfica, e intento llegar a lugares donde sólo la ficción puede llevarnos. Como decía Wilde, “es posible despojar una historia de su realidad al intentar hacerla demasiado verídica”. Según él el arte se acerca más a la realidad que la propia realidad. Así que, aunque mi libro es de ficción, bien pudiera ocurrir que se acerque más a la realidad que otros libros pretendidamente objetivos".
Una ficción casi documental
Sorprende la estructura, casi de documental, del cómic. "Todo lo que se cuenta en el cómic tiene su base en hechos reales -asegura Javier-. Lo que no quiere decir que todo lo que cuente sucediera así. Aparte de las licencias narrativas (hay frases dichas por personajes que, en realidad, fueron dichas por otros personajes) yo me invento casi todas las escenas del libro, lo que pasa es que las inserto dentro de lo que conocemos documentalmente de la vida de Oscar Wilde. Es decir, aunque me las haya inventado, en base a lo que conocemos de la vida de Oscar Wilde, cabe la posibilidad de que esos hechos sucedieran casi tal y como los cuento. En ese sentido hago como André Gide, que estuvo muy influenciado por él, y decía “a mí la realidad me interesa como una materia plástica. Me merece más atención, mucha más, lo que puede ser que lo que ha sido”.
"El libro tiene dos partes que se van alternando -continúa el dibujante-. Una es la historia narrada, que va saltando por distintos momentos de esos últimos años de vida de Oscar Wilde y donde me permito la libertad narrativa de la que hablaba antes. Entre esas escenas, como cosiéndolas, hay unas entrevistas realizadas a las personas que lo acompañaron en esos momentos y lo que se dice en esas entrevistas está muy ajustado a lo que esos personajes vivieron con Wilde".
"Eso me permite tener dos grados de ficción distintos y también que las entrevistas me sirvan de transición de unas escenas a otras. Para mí ese es uno de los temas más delicados a la hora de imprimir ritmo narrativo a un relato, cómo realizar las transiciones de una escena a otra" -concluye Javier-.
Solo ocho personas estuvieron en su entierro
En el cómic aparecen muchos personajes célebres que fueron fundamentales en esos tres últoimos años de Wilde. "En el París de aquella época -asegura Javier-, en que todos los autores se conocían y en el que Wilde alternaba con todos porque se pasaba los días en los bares, hubo infinidad de personas que lo trataron y dejaron constancia de ello en escritos varios (incluidos autores hispanos como Manuel Machado, Rubén Darío o Pío Baroja), pero fundamentales en su vida eran muy pocos, y los menciono a todos".
"Sin embargo -añade-una persona fundamental que no aparece dibujada en mi relato (aunque sí muy mencionada) es su mujer, Constance, que no podía aparecer porque no se volvieron a ver desde que Oscar salió de prisión. Pero tuvo una importancia crucial en su vida: porque ella le pasaba una pensión y porque le prohibió ver a sus hijos; y porque murió dos años antes que Wilde con lo cual nada de eso se pudo arreglar".
"Hay otros personajes -añade- que a mí me despertaron muchísimo interés pero en ninguna de las biografías que leí de Wilde aparecían: de las escasísimas ocho personas que acudieron al entierro de Oscar Wilde cuatro eran las más cercanas, pero las otras cuatro, es curioso, no aparecen ni siquiera mencionadas en sus biografías (tal vez exceptuando a Davray, su traductor). Me resultó una labor detectivesca determinar quiénes eran, ya que la lista varía según la persona que la hiciera, y me resultó muy divertido hacer una escena en la cual presentarlos para que después tuviera sentido que acudieran ellos al entierro cuando otros más cercanos no lo hicieron".
"Por último, creo que el único personaje que incorporo que no pudo estar con él es Rimbaud. Pero por eso, en mi libro, lo hace de una manera fantasmagórica" -concluye Javier-.
La literatura y el humor de Wilde salpican el relato
La literatura y el humor de Wilde salpican este cómic, como confiesa Javier: "¡Por todas partes! El libro está plagado de citas literales de Oscar Wilde, prácticamente la totalidad de las frases que dice (al menos las importantes) son realmente suyas sacadas de alguna de sus obras o de frases dichas por él. Para mí eso era muy importante, que la voz de Wilde no fuera mi voz sino su voz. La mayor parte de su obra aparece citada o mencionada en mi libro. A propósito de la literatura precisamente incluí una reflexión brillantísima de Wilde de su ensayo El crítico como artista".
"En otro ensayo suyo, La decadencia de la mentira, Wilde sostenía que la vida imitaba siempre al arte, y ese es uno de los pilares de mi libro, mostrar hasta qué punto todo lo que le sucedió a Wilde había sido ya prefigurado en su obra literaria. Por eso, además de las citas, en todo el cómic hay referencias a su obra a otros niveles. Por ejemplo, en todo el libro hay una trama subterránea, oculta, que es la del cuento El gigante egoísta".
"Y el humor es fundamental -añade Javier-. No sólo porque me parece importante que en toda obra esté presente (hasta en obras tan serias como He visto ballenas o Asylum metí algo de humor). Pero es que la gente que conoció a Wilde destacaba siempre lo bien que se lo pasaban con él, lo divertido que era, y eso incluye también su período final. El humor tenía que aparecer, sobre todo con un personaje secundario como Reggie Turner pululando por ahí (de Turner dejó escrito Somerset Maugham que era “el hombre más divertido que había conocido”)".
Una gran labor de documentación
Como vemos, Javier de Isusi ha realizado una exhaustiva labor de documentación: "La labor de documentación ha sido constante en todo el proceso de elaboración del libro. Antes de empezarlo, evidentemente me tuve que documentar, pero no quise hacerlo demasiado precisamente porque necesitaba no estar demasiado atado a los hechos para contar lo que a mí me interesaba contar. En esa fase sólo me leí un libro: Wilde total, de Luis Antonio de Villena".
"Después, cuando el guion ya estaba esbozado, vino una labor más intensa de documentación leyendo y releyendo varias biografías y ajustando mi relato a los hechos conocidos. Finalmente, con las biografías de los personajes secundarios y con su aspecto físico tuve una labor de rastreo por internet que me duró prácticamente hasta el final. Gracias a ello descubrí algunos detalles curiosos que me sorprendió no haber leído en ninguno de los libros y textos que he manejado".
"Todo ello ha sido posible gracias a internet, este libro, tal y como lo he hecho a nivel documentación, no habría sido posible hace treinta años"-concluye-.
Una historia larga y compleja
Para una historia tan larga y compleja como esta, Javier de Isusi ha tenido que adaptar su estilo e eincluso el formato del cómic: "Desde el principio pensé que el libro tenía que tener aspecto de novela clásica más que de cómic. Por eso el formato es más pequeño de lo habitual en el medio, pero, por contra, también es más gordo. El resultado, para mí, es espectacular, como de novela decimonónica rusa. Exactamente lo que pretendía. Que Luis Antonio de Villena se haya prestado, además, a hacerle el prólogo ha sido un honor y también un detalle que le da aún más aire de novela".
"A nivel de dibujo -añade- sigo desarrollando la técnica que empecé hace algunos años con Ometepe, lápiz y acuarela en un tipo de dibujo cada vez más suelto. Esto me viene muy bien para contar una historia tan larga y compleja, como dices, porque me permite ser muy rápido y no eternizarme con la fase de dibujo".
Una técnica con la que buscaba: "Remitir automáticamente ya con el dibujo al París bohemio y artístico de finales del XIX. De ahí esos tonos sepia que nos recuerdan a las fotos que existen de esa época. Y de ahí el dibujo suelto, la mancha de acuarela que nos habla de la creación artística más que de una obra de minuciosa recreación periodística".
En cuanto a sus proyectos, Javier de Isusi asegura que: "Ahora mismo estoy de lleno en la fase de promoción de La divina comedia de Oscar Wilde. Ideas y proyectos siempre hay muchos, pero cuál de ellos sea el próximo que vaya a hacer al final dependerá de circunstancias bastante azarosas. Este mismo libro iba a dibujarlo hace cinco años y se me colaron entre medias otros dos, así que, ya veremos".