'Los muertos no mueren', zombis que buscan cobertura
- Jim Jarmusch critica el abuso del consumo y la tecnología en esta metáfora zombi de la sociedad actual
- Pero, a pesar de sus buenas ideas y su gran reparto, no pasa de curiosidad
- La película se estrena este viernes, 28 de junio
Desde que George Romero reinventase el género con La noche de los muertos vivientes (1968), los zombis se han convertido en una de las mejores metáforas sobre la sociedad. Ese clásico reflejaba el miedo de los norteamericanos a los extranjeros (en esa época todavía eran los soviéticos), era una estupenda crítica contra el racismo, y nos recordaba la idea de que el hombre es un lobo para el hombre.
Pero actualmente, con la globalización, las cosas han cambiado y los zombis de Los muertos no mueren, de Jim Jarmusch (Akron, Ohio, 66 años), nos traen un mensaje ecologista sobre la necesidad de respetar la naturaleza y la idea de que los verdaderos zombis somos los humanos que hemos pasado de usar la tecnología a depender de ella (los móviles protagonizan el mejor chiste de la película).
Y esos zombis (que son tanto monstruos como víctimas) serían el antivirus, la forma que tiene la naturaleza de deshacerse de los humanos (los virus), que amenazan con destruirlo todo.
Una película que plantea ideas muy interesantes pero que Jarmusch no sabe llevar a buen puerto, ya que sus maravillosos personajes, su excepcional reparto y su humor surrealista, no logra levantar una historia que se limita a arrastrarse como si fuera uno de esos zombis y que, a pesar de alguna escena memorable, no termina de llegar a ningún sitio.
Otro de los problemas es el ritmo pausado de Jarmusch, que viene bien para la mayoría de su cine pero que, en una película de zombis, puede ser bastante anticlimático.
Lo más divertido es cuando el realizador rompe la cuarta pared para que sus personajes se dirijan directamente al espectador o hagan metachistes de lo que les está pasando (el más recurrente e hilarante es el que se refiere a la banda sonora de la película).
En esa lucha entre el hombre y la naturaleza (entre los hombres y los zombis), Jarmusch deposita sus esperanzas en un grupo de jóvenes concienciados con el ecologismo, ya que el director opina que son las nuevas generaciones los que están encabezando la lucha contra el calentamiento global.
Resumiendo: Muy buenas ideas, grandes actores, humor surrealista, un montón de parodias y homenajes, y un necesario mensaje ecologista, pero esas buenas intenciones quedan lastradas por la falta de ritmo y emociones. Y, a pesar de que el cineasta solo haya querido hacer un divertimento con mensaje, en este caso su frialdad juega en contra de la película. Una frialdad y un ritmo pausado que, sin embargo, fueron perfectos para su visión de los vampiros en Solo los amantes sobreviven.
Sin olvidar que en su contra juegan un montón de estupendas peliculas sobre zombies que hemos podido ver este siglo, y con las que no resiste la comparación: 28 días después (Danny Boyle, 2003) y su secuela, Zombies Party (Edgar Wright, 2004), Amanecer de los muertos (Zack Snyder, 2004), la saga de [•REC] (Jaume Balagueró, Paco Plaza, 2007), La horda (Yannick Dahan y Benjamin Rocher, 2009), Bienvenidos a Zombieland (Ruben Fleischer, 2009), , El alucinante mundo de Norman (Chris Butler, Sam Fell, 2012), I Am a Hero (Shinsuke Sato, 2015) o Train to Busan (Yeon Sang-ho, 2016), One Cut of The Dead (Shin'ichirô Ueda, 2017).... sin olvidar series de televisión tan interesantes como Dead set (2009), The Walking dead (2010), Kingdom (Kim Seong-hoon, 2019)....
Numerosos homenajes en la América profunda
El argumento de la película no es demasiado complicado: En la pequeña localidad de Centerville, los muertos vuelven a la vida (a consecuencia del calentamiento global) y un variopinto grupo de personajes tendrá que hacerles frente; demostrando, una vez más, que los auténticos monstruos son los humanos. A partir de ahí cualquier locura es posible.
Una película que está cargada de chistes y homenajes. Por supuesto el principal reconocimiento es a George Romero, padre de los zombis modernos, al que se hace referencia en varias ocasiones. Pero también tenemos homenajes a Kill Bill, Fargo, Twin Peaks, Creepy (la famosa revista de terror de los años 70), Dos hombres y un destino, o Star Wars, aprovechando que Adam Driver, uno de los protagonistas, interpreta a Kylo Ren en la última trilogía de La Guerra de las Galaxias.
Por cierto que los zombis de la peli son capaces de articular algunas palabras y están obsesionados por hacer las cosas que les gustaban en vida (como tomar café, jugar al tenis...) una idea que no es novedosa, porque ya la habíamos visto en películas como I Am a Hero (Shinsuke Sato, 2015).
Un reparto espectacular
Esta es la típica producción en la que sospechamos que el rodaje ha sido más divertido que la película en sí. Porque Jarmusch no ha conseguido transmitir esa diversión, que se adivina en el rodaje, a la pantalla.
Destacar su reparto de lujo, el mejor que ha tenido nunca una película de zombis: Bill Murray, Adam Driver y Chloë Sevigny forman el trío protagonista integrado por el sheriff (que no se jubiló cuando tenía oportunidad) y sus dos ayudantes, a los que hay que añadir a una fabulosa (como siempre) Tilda Swinton, que interpreta a una especie de novia (de Kill Bill) o una Michone (de The Walking dead), una mujer que lleva una funeraria pero que, a la vez, no tiene rival como decapitadora de zombis con sus katanas. Es el personaje más enigmático y guarda un divertido secreto.
Por cierto que Bill Murray ya protagonizó el cameo más famoso del género, haciendo de sí mismo en la mencionada Bienvenidos a Zombieland. Solo por ver a estos cuatro grandes actores, en unos personajes tan disparatados ya merece la pena pagar la entrada.
La película cuenta también con la participación de una serie de grandes estrellas que, en su mayor parte, repiten con Jarmusch: Steve Buscemi, Danny Glover, Caleb Landry Jones, Rosie Pérez, RZA y Selena Gomez. Todos son ideales para sus papeles.
Por último, destacar a dos mitos de la música, Iggy Pop, un zombi de lo más rockero, y Tom Waits, que interpreta a un anacoreta que vive desde hace décadas en el bosque, alimentándose de lo que caza (si os fijáis en su aspecto, descubriréis su parecido con el león de El Mago de Oz).
En fin, que tiene tantos detalles que no pararéis de encontrar referencias y personajes conocidos pero, como decimos, el resultado no está a la altura de lo que esperábamos de Jarmusch, quedándose en un mero divertimento, que tiene muy pocos momentos divertidos.
Se estrena este viernes, 28 de junio.