Stonewall: la rebelión de los perseguidos
- Se cumplen 50 años de los incidentes que ocurrieron en el Stonewall Inn de Nueva York y que originaron el movimiento LGTBI+
- Transexuales y homosexuales se enfrentaron al sistema y reclamaron justicia e igualdad al grito de "gay power"
La noche del 27 de junio de 1969, agentes de policía de Nueva York se acercaron a Christopher Street para realizar una redada. No era nada fuera de lo común, solo unos arrestos rutinarios en Stonewall, un conocido bar para “maricas” y travestis. Pararon la música, encendieron las luces y ordenaron a los asistentes que salieran y se identificaran. Comenzaban a detener y a cachear a las drags, comprobando que sus prendas fueran acordes a sus órganos sexuales, cuando una lesbiana se rebeló y pidió que le aflojaran las esposas. Solo recibió por respuesta un golpe con la porra.
Sin embargo, esa no sería una noche como cualquier otra. Esa noche, los marginados no estaban dispuestos a seguir soportando esta violencia. Transexuales, travestis y homosexuales comenzaron a rebelarse contra las autoridades, descontentos y enfadados. Lanzaron piedras y botellas, pincharon las ruedas de los furgones policiales, rompieron parquímetros y quemaron el bar. Daban comienzo a los disturbios de Stonewall, uno de los momentos históricos para la comunidad LGTBI+, de los que se cumplen 50 años.
La represión
Los años sesenta fueron una época dura para el colectivo homosexual. En las calles de Estados Unidos deambulaban jóvenes y adolescentes sin techo a los que sus familias habían echado de casa por no entender su orientación o su identidad sexual. Muchos tenían que prostituirse para poder sobrevivir, con el riesgo que eso suponía en una sociedad tan hostil como la de entonces.
Pero la homosexualidad no siempre había estado tan perseguida. Durante la 'Ley Seca' los bares clandestinos que vendían alcohol ilegalmente proliferaron y la policía se enfrentaba a una inabarcable lista de lugares que rastrear. Aprovechando esto, gais, lesbianas y trans tuvieron la oportunidad de encontrar clubs y locales donde bailar y expresarse libremente, a salvo de los registros policiales. Los drags shows incluso llegaron a tener un pequeño hueco en grandes ciudades como Nueva York o Chicago a principios del siglo XX.
Sin embargo, a partir de la Segunda Guerra Mundial el país norteamericano fue creando leyes que penaban las relaciones entre parejas del mismo sexo y otras actividades relacionadas, estigmatizándolos como nunca antes. Con el pretexto de investigar a posibles comunistas y traidores a la patria, comenzaron a perseguir también a homosexuales y transexuales. Acusados de conducta escandalosa, podían acabar en la cárcel en el mejor de los casos o con tratamientos de electrochoque, castramientos y lobotomías en el peor de ellos.
El colectivo fue perdiendo sus pequeños oasis en las ciudades y quedaron más y más relegados a unos pocos antros. Uno de ellos fue el Stonewall Inn. Este bar neoyorquino pertenecía a la mafia de los Genovese y estaba situado en Greenwich Village, un barrio conocido por su ambiente bohemio y alternativo. Ofrecía un espacio para los más marginados, aquellos que incluso eran repudiados dentro del colectivo por alejarse de la normatividad. Mujeres trans, jóvenes gais afeminados, lesbianas “marimachos” y travestis de todo tipo de etnias se congregaban en el Stonewall Inn para bailar en la pista trasera al ritmo de la música del momento. De vez en cuando, la policía hacía detenciones y registros pactados con los dueños del local, pero lo suficientemente espaciados para que la actividad del lugar no decayese. Pero estos marginados, a quienes siempre habían considerado débiles y como “ratas callejeras”, se enfrentaron al sistema y reclamaron justicia e igualdad al grito de gay power.
La chispa de la revolución
Aunque apenas existen documentos gráficos del momento, los disturbios de Stonewall aparecieron en varios medios de comunicación, cobrando un interés mediático que antes no habían logrado tener. Ya había habido motines en otras ciudades anteriormente y existían diversas asociaciones que luchaban por los derechos de los gais, como la Mattachine Society, pero no les habían otorgado la suficiente relevancia.
Pero los altercados en Stonewall solo eran el comienzo. El 28 de junio volvieron a aparecer manifestantes en Christopher Street, duplicando el número y peleando con más fuerza, obligando a la policía a usar bombas lacrimógenas. Y al día siguiente ocurrió lo mismo. Ésta fue la chispa de la revolución LGTBI+. Desde ese momento, el movimiento comenzó a crecer y a organizarse de un modo mucho más efectivo. Aglutinó a una gran diversidad de personas de diferentes orientaciones, identidades, etnias, edades y procedencias.
A partir de Stonewall surgieron infinidad de agrupaciones activistas, como el Frente de Liberación Gay (GLF). Insertas en estas organizaciones más amplias, comenzaron a crecer otras más específicas como la Lavender Menace, un grupo de feministas lesbianas radicales, o las Salsa Soul Sisters, creado por lesbianas afroamericanas que buscaban no solo defender sus derechos como homosexuales, sino también como mujeres oprimidas y racializadas.
Pero destacaron especialmente las inseparables Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson. Juntas crearon las organizaciones Gay Activists Alliance (GAA) y Street Transvestite Action Revolutionaries (STAR). Ambas activistas queer tuvieron una gran influencia en el movimiento hasta el final de sus días, luchando no solo por los derechos de los gais y las lesbianas, sino buscando también un espacio para las personas transexuales, muchas veces olvidadas o apartadas del resto del colectivo.
El primer Orgullo Gay
El 28 de junio de 1970, el colectivo decidió celebrar el aniversario de los disturbios de Stonewall paseando desde Christopher St. hasta Central Park a plena luz del día. Fue el primer Orgullo Gay de la historia, un acto significativo en el que demostraron que habían pasado de los rincones más oscuros y ocultos de la ciudad al espacio público y visible.
Tras su éxito, se siguió celebrando año tras año y contagiándose a otras partes del mundo, como en el caso de España, donde la primera manifestación por los derechos LGTBI+ fue en 1977 en Barcelona. Esta visibilización motivó a que jóvenes y mayores comenzaran a encontrar referentes con los que identificarse y sentirse comprendidos, así como a buscar apoyo ante una sociedad cruel que les hacía pensar que algo estaba mal en ellos.
El 50 aniversario
Este año se conmemoran los 50 años de los hechos que acontecieron en el Stonewall Inn, hoy convertido en un monumento histórico del país. En un acto sin precedentes, la policía de Nueva York ha emitido una disculpa pública por las actuaciones de los agentes aquella noche, a las que han calificado como discriminatorias y opresivas.
Por otra parte, la biblioteca pública de Nueva York ha inaugurado recientemente la exposición fotográfica Love & Resistance: Stonewall 50 en recuerdo de la chispa que espoleó el movimiento gay.
Mucho ha llovido desde entonces, pero el activismo LGBTI+ ha ido logrando sin descanso numerosos avances a nivel mundial. En 26 países se reconoce el matrimonio homosexual, en 123 los actos sexuales consensuados entre personas adultas del mismo sexo son legales y en 27 se permite la adopción para parejas homosexuales, de acuerdo con la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA).
Aun así, la batalla contra la LGTBfobia sigue activa. El colectivo sigue enfrentándose al rechazo y el desprecio a muchos niveles -desde el social hasta el institucional- y continúa esforzándose por encontrar una igualdad y una justicia reales. El Orgullo es algo más que una fiesta, es una fecha para revindicar sus derechos como personas y para recordar a unas heroínas de Christopher Street que lucharon por ser consideradas ciudadanas de primera.