44Studio viste el silencio de blanco y negro
- 44Studio firman un rotundo trabajo de que viste el silencio
- La paleta de color tan solo se compone de blanco y negro
Nada más llegar te dan una linterna. Subes al primer piso y un chico te dice que esperes. Cuando entras tus ojos se tienen que acostumbrar a ver en la oscuridad y eres tú quien ilumina la estancia y lo que hay en ella. ¿Son maniquíes o modelos? Todos los invitados al desfile de 44 Studio se olvidan de las linternas y cogen sus móviles para grabar la escena.
Los inquietantes movimientos dejan claro que son personas. Se agitan y convulsan imitando el butoh, la danza del subconsciente originaria de Japón que permite al individuo conectase consigo mismo, olvidar todo lo que le rodea y afecta y sacar su parte interna para convertirse en algo nuevo. Es la reflexión del cuerpo sobre el cuerpo, y ahora la reflexión de la moda sobre la moda. Una voz repite la misma palabra todo el rato: silencio. No hay desfile, la procesión va por dentro.
“Es una crítica al exceso de ruido, información y manipulación. Hay tanto ruido en todos los sectores, también en la moda, que no nos deja escucharnos”. Por esos su colección es casi minimalista, casi. Y para enfatizar esa idea se apuesta por una limpieza del patrón y una escueta gama de color en la que solo hay blanco y negro. “Representan la pureza y la calma que trasmite el silencio”. Dos tonos que cambian según la textura. Los negros del jacquard contrastan por su riqueza con los sintéticos de plástico que “parecen bolsas de basura”, apuntan. Tan solo se cuela un color que llaman escarabajo. “Representa la esperanza porque refleja todos los colores y según la luz que recibe ves unos u otros”.
Luego hay un estampado, uno solo de sopa de letras que remarca ese exceso de información del que hablaba. En ella destaca una única palabra: silencio. La colección bebe de la estética vanguardista, aunque poco reconocida, que marcó los 90. Jil Sander, Helmut Lang, Martin Margiela o Rei Kawakubo en Comme des Garçons… Creadores que abrieron la puerta a una moda conceptual que despreciaba el color porque interfería en la esencia, en el patrón. La chaqueta es la prenda central y se desarrolla jugando con las formas y la estructura. Las vemos con bolsillos en la espalda, con solapas alargadas que se adhieren al hombro, con forros que se escapan del interior y se convierten en mangas, convertidas en un abrigo o una bomber. Es pieza es una de las niñas mimadas de la colección y se presenta en jacquard con aires deportivos, decorada con la sopa de letras y en plástico encerado.
Algunas son reversibles. Han trabajado igual la parte interior y la exterior, “parece que la llevas del revés pero en realidad lo que estás viendo es el derecho”. Las superposiciones marcan algunas prendas, siempre con juegos caprichosos de patrón que engañan al ojo. Nada es lo que parece. Los pantalones destacan por sus volúmenes y por el trabajo de deconstrucción que han hecho con algunas partes. Los vemos con bolsillos que sobresalen del interior por la cintura, otros de estilo baggy, otro con el bajo elevado y aire oriental y otro que juegan al intercambio de géneros y se transforma en una falda que lleva la parte delantera de un pantalón por detrás, como si la prenda hubiese rotado.
La colección, que desprecia las tendencias y el feísmo que impera en la moda, está muy bien pensada, es versátil y fácil de llevar. Estará en tienda en enero de 2020. Tienen tienda propia y conocen los hábitos del cliente. “Se compra cuando llega el producto y en rebajas, por eso queremos dosificar la colección, alargarla e ir ofreciendo producto nuevo cada poco tiempo”. Otra forma de frenar los excesos que provocan más ruido, también visualmente. “Ahora no hay nada claro, ya no sirven las antiguas estrategias de marketing. Con las redes sociales hay una sobrexposición, no hay secretismos”.
Antes de terminar, los modelos dejan de actuar y se reúnen en un escenario pequeño formando un bodegón viviente. Es entonces cuando llegan los diseñadores y el público les regala una fuerte y merecida ovación. “Parece que estamos en París”, dice una periodista de moda. Cierto.