De la belleza a la locura, y todo es moda
- Juan Vidal cierra la jornada con una colección inspirada en el arte italiano
- Además, Dolores Cortés, Ángel Schlesser, Brain&Beast, Andrés Sardá y Ailanto
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El cuadro 'La Alegoría de la primavera' de Botticelli es el punto de partida de la colección de Juan Vidal, fruto de un viaje por seis ciudades de Italia para ver de cerca algunas de las obras de arte del Renacimiento. "Es la búsqueda de la belleza, de la feminidad máxima", dice. "Y la belleza está en lo artesanal, en lo que la máquina no puede hacer". Su colección sale de las manos expertas para vestir con una elegancia inusitada y moderna a una mujer especial en la que conviven lo divino y lo humano, lo real y lo imaginario. "Dos mundos distintos para una mujer contemporánea".
El blanco, casi virginal, tinta sus primeras salidas, como los trajes de lino desestructurados con pantalones amplios que se anudan al cuerpo. El negro, del luto, se introdujo en la colección después de cruzarse con un cura por el Vaticano. Y el azul llegó a la paleta de colores desde el cielo y las Madonnas de Rafael. Además, se ha enamorado del rosa y lo usa en un estampado de uvas que parecen saltar del fresco de un palacio a las prendas de Vidal. "Hay mucha pureza en el color pero también en el patrón, pero no es evidente", como en esas prendas fabulosas formadas por tan solo dos círculos de tejido, uno dentro de otro.
En blanco arrasan un vestido túnica que deja el pecho al descubierto que parece sacado del 'Nacimiento de Venus', también de Botticelli, y otros formados por un body y una falda transparente, sencillo y mágico a la vez. Algunos, que hacen guiños a Balenciaga, se desparraman por el suelo y hay que sujetarlos con el brazo como hacen los protagonistas del arte italiano. "Todo es extragigantesco, muy grande, como las vestimentas de la Roma clásica que envolvían los cuerpos para abrazarlos".
Hay arruegas, pliegues, fruncidos y plisados soleil que se abren como rayos celestiales. Destacan la parka de verano y la túnica que parece una casulla papal en azul celestial, los sastres en tono rosa o crema transparente cuajados con delicadísimos bordados florales, el abrigo azul con solapas negras y bordados de cintas formando espigas, o las prendas en bámbula de seda estampadas con racimos de uvas o con los ángeles de Rafael. "La napa nos ha funcionado muy bien y ahora la uso en bodies, faldas de tablas romanas, shorts... la idea es la fusión de la noche con el día".
La joyería es muy llamativa: pasadores de espigas, collares de piel y metal, pendientes de pez porque "El amor no se pesca" y otros con forma de corazón, ahora con un estilo más religioso. Los zapatos, hechos de nuevo con Magrit, se reinterpretan ahora en oro, en versión salón y bailarina clásica. "No sabes la cola de espera que ya hay", dice emocionado.
La casa Ángel Schlesser, con Daniel Rabaneda en la dirección creativa, hace un guiño al deporte de la escalada e integra códigos deportivos en sus prendas urbanas. Montaña y asfalto se mezclan para dar forma y color a una colección tranquila, con una contenida paleta de color con tejidos lavados y unos tejidos ligeros, como los algodones plisados y los linos arrugados. "Hay patrones nuevos porque ya voy conociendo a la clienta y sus gustos.¡Esta colección es más yo!".
Confiesa que le cuesta hacer vestidos de noche pero la demanda manda. Los suyos son fáciles de llevar y Rabaneda da muestras de moverse bien en este terreno. Cambia el negro por el marrón oscuro y añade piezas de metal y madera impresa en 3D que permiten juegos de asimetrías y recogidos sensuales, característica que se acentúa con las transparencias. "Hay muchas, sí, al menos para mí", dice.
Presume Rabaneda de sus trajes y chaquetas "masculinas pero desentalladas". Hay prendas en lana de distintas opacidades y piezas en punto delicado que son pura fantasía, como los vestidos atabillados. Cuadros y rayas, muy masculinos, elevan tímidamente la imagen de las colección, pensada para gustar a las clientas "Hemos descubierto que la clienta de Ángel ha vuelto", dice orgulloso.
Taboo es la colección de Brain&Beast, capitaneada por Ángel Vilda, un trabajo que explora con ironía, sarcasmo y cinismo las mentiras que nos decimos, las mentiras que nos contamos y los temas que no tocamos. "Todo lo que está prohibido provoca deseo", dice. Y de deseo y libertad hablan sus prendas pero también de religiosidad y culpa. Las dualidades, físicas y mentales, se llevan al extremo jugando con la personalidad bipolar de los superhéroes o el desiquilibrado psíquico de Marilyn Monroe, personajes que recorren su pasarela.
También juega con los estampados y coloca una prenda con un verso bíblico sobre otra con una frase de los Sex Pistols. La monarquía, la iglesia, los asesinos en serie... todo cabe en su universo creativo. Para él no hay tabús. "Porque son leyes sonbre bases irracionales que solo buscan discriminar". Y él no lo hace. Adopta todo tipo de códigos, ya sean de género o estéticos, para enriquece una propuesta que bebe de la alta costura. "La alta costura es lo opuesto a lo que hace la gente ahora, comprar ropa barata y tirarla enseguida a la basura". Vemos un sastre en twedd con chaqueta perfectamente patronada, cortada y cosida. Las geometrias marcan los patrones: un abrigo que nace de un poncho circular, una falda que viene de un cuadrado de tela.
En su cuento, Caperucito rojo va a ver a su abuelito y encuentra inspiración para un vestido de noche en el famoso hábito de Teresa de Calcuta. El calzado, irreverente, destaca por la fusión de dos iconos. "He introducido una clásica bailarina bicolor de Chanel en un salón de Gucci", revela. Y en todo este caos, mágico y maravilloso, pone orden la mujer tótem. "Es un look con superposición de prendas que recuerda a esos tótem tribales. Ella es la oficinista, la que controla todo, la que mantiene al grupo unido". La joyería de Clemencia Peris y los sombreros de Pardo Hats han ayudado a Vilda a contar y vestir su historia. La que arrancó en Barcelona y de la que, promete, nos seguirá hablando. O quizá esté hablando de nosotros.
Dolores Cortés traslada la obra de Matisse a los estampados de sus prendas de baño y ha contado en su pasarela con Águeda López, esposa del cantante Luis Fonsi. La modelo estrella en el desfile de Andrés Sardá ha sido la brasileña Valentina Sampaio. La casa nos traslada a un resort en un lago en el centro de América. La colección empieza con conjuntos lenceros, casi siempre en blanco y tonos pastel, en raso o con detalles de plumas.
El baño se viste de piqué de flores suaves o con rayas amarillas y nude en prendas un tanto retro que se decoran con mangas abullonadas. Otros se hacen en crochet y los vemos con braguitas altas, al más puro estilo pin-up.
Denim customizado y tartán decoran prendas de lencería y baño, y destacan las piezas en jacquard de rayas de tres colores. La noche, festiva, se hace con organzas, seda y enormes piezas de tul en naranja, amarillo, rojo y azul.
Destacan las prendas íntimas realizadas en encaje de alta costura de tono rojo intenso. Porque hay prendas que se hacen para mujeres caprichosas y otras para aquellas que las necesitas, como los sujetadores con rellenos de quita y pon. "Hay que hacerlos muy bien para que el resultado sea el adecuado. Unimos las últimas tecnologías a la alta costura", dice Nuria Sardá.
Ailanto ha abierto la jornada con una colección muy 'arty' con referencuias a Anne Valayer- Coster y Ogata Korin. Está inspirada en los cuadros de naturalezas muertas del siglo XVIII pero también en los océanos del XXI. Una paleta de colores serena y una bandera de tejidos sensuales conviven en armonía.Los estampados de esponjas marinas convien con otros de naturalezas vivas. Del mar llegan bordados de coral sonbre gasas, siempre tono sobre tono, y volantes que se caen en vertical que se mueven como las olas.
Las transparencias cristalinas del agua se interpretan con superposiciones de tejidos, a veces con una sensualidad insospechada. El patrón tiende a la verticalidad, tanto en los vestidos como en los trajes. Las camisas en ligeras bases de red llevan bordados de escama, y lo mismo que los vestidos que mezclan este tejido con una sedas estampada para juntos, abrazar, y casi desnudar, el cuerpo.
Los drapeados también permiten al vestido motrar la piel y destaca en contraste entre prendas muy ligeras y vapososas con las superposiciones de hasta cuatro piezas. Los Caftanes y los vestidos cortados al bies, conectan con la sensualidad vintage de los años 20 y 30, y los chalecos de perlas que se colocan sobre los vestidos aportan un look nuevo, distinto al que los hermanos Muñoz nos tienen acostumbrados. Sus mujeres son ahora sirenas de ciudad, a veces nadan pero también, si quieren pueden volar sobre la pasarela. Lean si no la definición de sirena.