El móvil de Quezada la sitúa en la finca de Rodalquilar durante unas tres horas la tarde en la que mató a Gabriel
- El dispositivo de búsqueda de Gabriel costó 200.203,38 euros
Tres horas son las que Ana Julia Quezada, acusada por el asesinato del niño Gabriel Cruz, permaneció en la finca de Rodalquilar, en Níjar (Almería) en la que mató al pequeño el 27 de febrero del año pasado, según los datos telefónicos recopilados por la Guardia Civil durante la investigación del caso.
Así lo han dicho dos agentes de este cuerpo, entre ellos un capitán que participó en el caso de Diana Quer, que solicitaron los datos asociados al número y terminal de la acusada, de los que dedujeron todas las llamadas entrantes, salientes, SMS y la antena telefónica a la que estuvo conectado el dispositivo.
La mañana del crimen el teléfono móvil muestra que estuvo en Campohermoso, y que de allí se fue a la casa de la abuela en Las Hortichuelas, donde estuvo hasta las 15:46:45 horas. Luego la siguiente conexión del teléfono se produce una hora después y ya en Rodalquilar.
Sin embargo, los peritos han precisado que esa conexión no fue un uso de la acusada, sino que pudo ser una comprobación de la propia red telefónica, pues la tarde del 27 de febrero de 2018 durante una hora y 52 minutos el móvil "no es utilizado para nada".
"A las 17:39:06 horas el teléfono empieza a tener actividad, pero no se puede saber de qué tipo al no estar intervenido", pero podría ser alguna reacción de alguna aplicación, por ejemplo, han señalado los agentes.
Posteriormente, la acusada recibe una llamada a las 18.55:48 horas del padre de Gabriel y a continuación abandona Rodalquilar, porque ya a las 19.04 horas, "se detecta un cambio de la cobertura" de la antena.
El hacha de Rodalquilar tiene ADN de Gabriel
Los peritos que analizaron el hacha con la que según Quezada, el pequeño Gabriel Cruz la amenazó, y que el tío de la víctima aseguró que no pertenecía a la finca, detectaron "material genético" del niño en la herramienta, algo que podría ser "compatible" con el hecho de que la acusada hubiera golpeado con la misma al menor.
Los agentes han explicado este viernes en la quinta jornada del juicio contra Ana Julia Quezada, la autora confesa de la muerte de Gabriel, que analizaron "nueve muestras del hacha" de diferentes partes de la misma, en las que hallaron ADN del niño, aunque no de la acusada, así como otros restos biológicos de alguien que no pudieron concretar.
"En una muestra, detectamos ADN, pero el resultado no fue concluyente, por lo que no nos permitía saber de quién era", han reconocido los peritos. El material genético del pequeño se detectó "en la cabeza del hacha y en la parte superior del mango".
Preguntados por todas las partes por cómo llegó ese material genético al hacha, los peritos han explicado que en sus análisis solo pueden ver si hay o no ADN de una persona, pero desconocen "como ha llegado" hasta ahí, porque eso ya forma parte de la "interpretación". "A nosotros nos sale el resultado y es lo que vemos. El cómo ha llegado el material lo desconocemos", han subrayado.
Aún así, a preguntas de la acusación particular, ejercida por el letrado Francisco Torres, han reconocido que podría ser "compatible" que ese material hubiera llegado al hacha con que el niño fuera golpeado por la acusada, aunque no se encontraron restos orgánicos de ella. "La causa de por qué ese ADN se deposita en el hacha son todas aquellas que ustedes puedan imaginar", ha recalcado el investigador.
También han explicado que como el hacha estuvo varios días a la intemperie después del crimen, los resultados del análisis podrían haberse afectados porque "las condiciones ambientales pueden interferir".
Inspección de la finca de Rodalquilar y del coche de la detenida
También han declarado guardias civiles que participaron en la inspección ocular tanto de la finca de Rodalquilar, como del coche de la detenida, donde apareció el cuerpo sin vida de Gabriel.
Sobre la finca, uno de los agentes ha explicado que los investigadores hallaron una pequeña mancha de sangre en el marco de aluminio de la puerta de la habitación donde Quezada reconoció que acabó con la vida de Gabriel y que da al jardín, y que correspondía al pequeño, pero también restos biológicos en un interruptor, que no se pudieron determinar a quién pertenecía.
Asimismo, los investigadores hallaron restos de sangre del niño en la ropa interior del menor y en una de las prendas que la acusada tiró en un contenedor de vidrio de Retamar. Además del hacha, los investigadores también localizaron en la finca un martillo, pero que no tenía ningún tipo de resto orgánico.
En la inspección ocular a la finca, los agentes de Criminalística constataron la existencia de un hueco que tenía una profundidad de 10 centímetros y unas dimensiones de 60 centímetros de largo y 40 de ancho, que se correspondería con la fosa donde la acusada ocultó el cadáver, pues hallaron mechones de pelo del pequeño en el agujero.
En cuanto al vehículo de la detenida, otro agente que inspeccionó el vehículo ha relatado cómo encontraron al niño en el maletero y ha asegurado que en un primer momento no pudieron determinar que fuera Gabriel, porque tenía el rostro cubierto "con una costra de tierra".
En el registro del coche, localizaron, entre otras cosas, un cubo de fregona, unos guantes negros, una toalla de playa, un pañuelo de papel y una mochila que contenía blíster sueltos de Lorezepam, ibuprofeno y aprazolepam, a los que les faltaba comprimidos, tal y como también relataron en sesiones anteriores otros guardias civiles testigos.
El coste de la búsqueda
Por otro lado, el coronel jefe de la Comandancia de Almería ha asegurado que la búsqueda de Gabriel costó 200.203,38 euros, pues supuso la "implicación de un montón de unidades diferentes" con bastante personal, porque se trataba de un niño, y se alargó bastantes días.
El coronel jefe ha subrayado que se trata de un presupuestos de "mínimos", con el "mínimo coste y en base a cantidades fácilmente justificables", aunque ha señalado que "habría otros conceptos que difícilmente se podrían cuantificar".
Así, se tuvo en cuenta el tiempo invertido por el personal a razón de una jornada laboral de siete horas y media, los gastos de alojamiento y de manunteción, de acuerdo a lo que percibe el agente que menos cobra según su escala. Además, recoge los gastos en consumo de combustible de los diferentes vehículos ques estuvieron implicados, así como de cuadras para caballos y perros.
Un día más el abogado de la defensa, el letrado Esteban Hernández, ha vuelto a protestar por no poder intervenir en última lugar en los interrogatorios a los testigos y ha alegado "indefesión" de su defendida, algo que ha rechazado la presidenta del tribunal alegando que se estaba atendiendo al orden fijado.