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Festival de San Sebastián

Alejandro Amenábar: "Se está votando al fascismo, seguimos operando como rebaños"

  • El cineasta retrata en Mientras dure la guerra el enfrentamiento de Unamuno con Franco

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Amenábar presenta en San Sebastián 'Mientras dure la guerra'

Amenábar fue a por Unamuno y se topó con Franco. Rascando en las tribulaciones del escritor, desde su apoyo al alzamiento del 18 de julio hasta su célebre “venceréis, pero no convenceréis”, el cineasta halló otra historia: la ascensión de Franco al poder total. Las dos historias se cruzan en Mientras dure la guerra, su primera película en español desde Mar Adentro, que se ha estrenado con –imposible otra cosa- división de opiniones.

Aunque esencialmente es una reivindicación de la valentía frente al fascismo (que el cineasta considera que está resurgiendo en el mundo), la película busca también un centro de gravedad permanente entre las dos Españas. Es decir, levanta ampollas por los flancos. Pero, por encima de eso, es una película histórica, narrada a la manera americana de su admirado Spielberg, en la que la intrahistoria de la cúpula del bando nacional brilla con más fuerza que la del escritor, filósofo y rector de la universidad de Salamanca.

PREGUNTA: Dices que, cuando escribiste el guion, tu entorno te recomendó no meterte en un jardín así.

RESPUESTA: Sí, me decían que para qué meterse en una cosa así y sobre todo en la situación en la que estamos. Pero hacer una película así se convierte en una necesidad para expresarse. En el fondo, el cine ha pasado a ser a un modo de ganarme la vida sin más a un medio para expresarme. Y está película para mí expresa mejor que ninguna la situación actual y cómo yo me siento interpelado por una figura como Unamuno.

P.: ¿Pensabas antes en el cine como un modo de ganarte la vida sin más?

R.: Yo, sí. (risas) Era bastante bruto. Bueno, más que ganarme la vida, el cine formaba parte de mi ocio y era mi pasión como espectador. Luego descubrí que se podía estudiar, que podía hacer carrera. Era de los que en la universidad hablaba siempre como un mercenario. Yo quería ganarme la vida y me daba igual el cómo mientras tuviera que ver con el mundo del cine. Todo lo que tiene que ver con los entresijos del cine me encanta: la edición, el sonido la música. En cualquier departamento podía, creo, haber encajado.

P.: Da la impresión de que querías hacer una película sobre el célebre discurso de Unamuno y al final has hecho una película sobre el escritor y sobre Franco. Como personaje – y pese al tópico- no tiene muchos referentes pese a su importancia histórica. ¿Es un tabú en España?

R.: Están Madregilda y Dragon rapide, pero hay pocas películas que aborden la Guerra Civil desde los protagonistas de la Guerra Civil. En este caso, mostramos la cúpula militar del bando nacional. Para mí tenía un cierto morbo explorar la figura de Franco y averiguar que sabía yo de Franco que es prácticamente nada, como creo que le sucede al resto del país en realidad. Sabemos muy poco sobre ese personaje indescifrable, que se iba reinventando poco a poco. Pero cuando fui rascando sobre la experiencia de Unamuno en esos tres meses, descubrí que Franco no había sido el impulsor del golpe, de hecho fue uno de los últimos en incorporarse. Y esa especie de golpe a los golpistas que realizó tenía tintes shakesperianos. Enfocaba el personaje hacia el Yo, Claudio, de Robert Graves. Alguien con limitaciones de dicción, con su apariencia mansa, su frialdad. Ver cómo ese personaje iba subiendo peldaños hasta autocoronarse emperador de España, entre golpes de suerte –la famosa baraka- lo que él pergeñaba, pues sonaba muy bien. Y luego tienes en dato real del encuentro entre Unamuno y Franco, que es donde las dos tramas confluyen.

Para mí tenía un cierto morbo explorar la figura de Franco y averiguar que sabía yo de Franco que es prácticamente nada

P.: ¿Y has conseguido descifrarle?

R.: Ahora es menos misterio. Tienes que llegar a conocer a un personaje si vas a escribirlo y profundizar al nivel de la psicología de Franco. Sí que fui comprendiendo al Franco de esa etapa. Toda la parte que tiene que ver con los generales es la más documentada. Pero entrar en cómo hablaría Franco, cómo pensaría, era un auténtico reto, pero a la vez creo que entendí ese espíritu casi gallego que tenía. Resultó asombrosamente fácil de escribir. Otra cosa fue el casting, interpretarlo, Pero el proceso de escritura fue fácil, era como si el caudillo estuviera flotando a mi alrededor (risas).

P.: Unamuno, sin embargo, escribió mucho sobre sus tribulaciones. Era un hombre que asumía sus contradicciones, pero defendía la acción para buscar la verdad. ¿Es Mientras dure la guerra una reivindicación del espíritu crítico?

R.: Sí, defendía la acción. La acción racional. Hubo un momento, luego llegó a arrepentirse, que reivindicaba la guerra, pero era la guerra racional. Y cuando se encuentra la Guerra Civil dice que es una guerra incivil. Siempre estaba en contra de la sangre. El personaje, desde el punto de vista dramático, es perfecto. Porque el arco que dibuja desde julio hasta octubre de 1936 es el de un personaje que cambia completamente sus convicciones, que se tiene que armar de valor, que tiene que tomar la decisión de si se levanta, habla o no. Y eso ya me interpela a mí como ciudadano y persona pública. En una situación extrema, la política radical me empuja a posicionarme, que es lo que les ha pasado a muchos ciudadanos en toda España, ¿qué es lo que hay que hacer? Y ahí es donde me sentí muy conectado con la experiencia de Unamuno.

Y también tienes la necesidad de reivindicarlo, recordarlo, ahora que se ha creado un debate sobre lo que se dijo o no -que por cierto no me parece tan difícil de acotar lo que pasó aquella mañana- me parece importante recordarlo. Es un homenaje a ese señor de 73 años, que está en el final de su vida y que tuvo la osadía y valentía de hacer lo absolutamente más inoportuno que podía haber hecho: hablar en medio de ese acto.

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P.: En Unamuno caben las dos Españas. ¿Siguen vigentes?

R.: S, sí. Están presentes. Me he encontrado con gente por la calle que me decía: ya me he enterado que vas a hacer una película de Franco, cuidado lo que haces con mi Franco. Otras que te dicen, trátalo como era, como un asesino. Casi te diría que hay dos Españas como hay dos Estados Unidos, hay dos Francias, o dos Inglaterras. Hay países profundamente divididos ideológicamente y en esta época se tiende a vivir en el extremo. Este momento me resulta inquietantemente parecido a la Europa de principio de siglo, donde ves el auge del fascismo, del nacionalismo, la falta de respeto al contrincante político. Y lo estamos viviendo en España.

P.: ¿Y cuál es tu España?

R.: ¿Por qué no una tercera? Reivindico una España que no quiere verse enfrentada. La España de Chaves Nogales o la de Unamuno, que es capaz de ser padre de la República y cuestionar sus desmanes. Me gustaría sentir que en ese país se puede tener ideas distintas y se puede discutir sanamente y, sobre todo, sosegadamente. Creo que esa pasión y ese temperamento, que son tan buenos en el arte, no son buenos en política. Soy partidario de cuestionar todo sosegadamente. En democracia tiene que haber gente que piense distinto. Esa es la gracia y su base.

Reivindico una España que no quiere verse enfrentada.

P.: PP, Ciudadanos y Vox abogan por no llevar al debate político la dictadura. ¿Cuál es tu opinión sobre la memoria histórica?

R.: La transición fue una manera de que el país pasara página rápidamente, se transformará y diera un vuelco de la noche a la mañana. Esa es la España que viví como niño, pero ahora que ha pasado el tiempo, que se pueden revisar las heridas. Estaría bien revisarlas a fondo para poder cerrarlas. No es bueno olvidar, sucede en todo los hechos históricos como el holocausto. Hay que conocer las grandes tragedias humanas para evitar repetirlas.

P.: En la siglo XX, y se muestra en la película, intelectuales como Unamuno eran referencia para la sociedad. ¿Crees han sido desplazados de ese centro, que ya no se les escucha tanto?

R.: Los líderes de opinión siguen teniendo importancia, pero se ha diversificado todo porque ha entrado internet. Lo cual no quiere decir que los pueblos no estén obrando como rebaños. El repunte del fascismo, que lo veíamos como algo enterrado, de la mitología de películas de nazis, ves que ahora forma parte de la realidad europea. Ves la amenaza a la integridad de Europa, que es lo que ha salvaguardado la paz durante estos años; ves al señor Trump, que es el dirigente del país que salvó a medio planeta del fascismo, que habla y se comporta de unas maneras absolutamente fascistoides. Y eso se está votando. Te da la sensación de que seguimos operando como auténticos rebaños y no atendemos a lo que ha pasado.

P.: La película se abre y cierra con banderas en negativo que luego desvelan su color. ¿Es tu forma de decir que símbolos y patrias son inventos humanos que no tienen tanta importancia como les damos?

R.: Te diría algo más pedestre y directamente relacionado con ese trauma que tenemos con nuestra propia identidad. La película abre y cierra con banderas y las banderas están muy presentes. Banderas colgadas en vertical, como muchas veces hemos visto ahora en los balcones. El cartel de la película es la bandera porque me he empeñado personalmente. Quería poner la bandera llenando la pantalla como en las películas americanas. A ellos no les genera conflicto, a nosotros sí. He querido hurgar en eso y confrontar a los espectadores con los propios símbolos nacionales. Y también explicar de dónde viene ese conflicto. Y por eso era importante para mí jugar con las banderas y con el himno.