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Entrevista

Dilma Rousseff, expresidenta de Brasil: "El gobierno Bolsonaro es un gobierno neofascista"

  • "El golpe que yo sufrí sigue activo con Bolsonaro", afirma la expresidenta de Brasil, destituida en 2016
  • Rousseff ha conversado con RTVE durante su visita a España esta semana, invitada por partidos y sindicatos

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Dilma Rousseff: "El gobierno Bolsonaro es un gobierno neofascista"

Tres años después de ser destituida como presidenta de Brasil, Dilma Rousseff visita de nuevo España invitada por partidos y organizaciones como UGT, que la han premiado por su defensa de los derechos humanos. En una conversación con RTVE, Rousseff critica con dureza al actual presidente brasileño, Jair Bolsonaro, a quien considera una "vergüenza" para su país, al tiempo que censura el giro en política internacional con respecto a Venezuela, al tachar a Juan Guaidó de "títere de Estados Unidos". Aunque dice no sentirse ya presidenta, Rousseff sigue defendiendo que fue víctima de un golpe para arrebatarle el poder que continúa activo con la presidencia de Bolsonaro y la prisión de un Luis Inácio Lula da Silva, a quien ve como una víctima inocente.

Pregunta - ¿Qué balance hace usted de estos nueve meses de presidencia de Jair Bolsonaro?

Respuesta - El gobierno Bolsonaro es un gobierno neofascista. Ni siquiera cumple con las características del nacionalismo porque se somete de forma muy indigna al liderazgo de Trump. Bolsonaro saluda a la bandera estadounidense. Pero esto no es lo más grave, hay cosas peores. Por ejemplo, la destrucción de nuestra soberanía. La Amazonia es una de las condiciones de la soberanía de Brasil. Destruirla o incentivar su destrucción para explotar sus minerales es un crimen contra Brasil y contra todo el mundo. Al mismo tiempo, al hacer esto, Bolsonaro compromete de forma muy grave el combate que fue construido durante 30 años -y no sólo por mis gobiernos o los de Lula- a la deforestación. Cuando se incentiva la deforestación, cuando se dice que la Amazonia es un absurdo, que los que cortan los árboles son los indios, lo que estás haciendo es incentivar a aquellos que buscan en la Amazonia sólo la explotación minera, maderera o ganadera, o incluso de actividades agrícolas, para que lo hagan. Una segunda cuestión es lo que ha ocurrido esta semana en Río [la muerte de una niña por un disparo de un agente de la Policía Militar], es gravísimo y es consecuencia de su política contra el crimen. La política de Bolsonaro contra el crimen incentiva el crimen.

P - Antes de Bolsonaro ya moría gente en las favelas. No es algo nuevo.

R - Tiene razón, no es nuevo. Pero nunca se dio en esta proporción. Y esta violencia nunca se incentivó por parte de los Gobiernos. Ni el Gobierno de Río, ni el Gobierno Federal incentivaron la muerte por parte de policías. Hay una diferencia. Antes, tenías algunos conflictos que generaban muertes. Eran muertos por conflictos reales. Ahora lo que está defendiendo Bolsonaro y su gente es el uso de snipers, de francotiradores; defienden que se dispare a la gente en la cabeza. Esta niña, por ejemplo, fue muerta y ellos alegan que tuvo "conflictos". No los tuvo. Fue un tiro, un disparo sin control contra la población. No tiene nada que ver con el conflicto armado. Este incentivo para que la policía pueda matar es la diferencia. Si no fuese así, ¿por qué querría cambiar la ley? La ley anti-crimen de [el ministro de Justicia, Sergio] Moro es una ley muy clara en este sentido. Crea una figura llamada "exención de legalidad". Es decir, si eres policía y alegas que estás bajo una fuerte emoción, puedes matar. Eso está en el Congreso, esto es público y fue defendido en la campaña de Bolsonaro. Pero lo que están defendiendo es otra cosa: es que no haya castigo para el policía que mate en acto de servicio. Esto es tan grave que, hasta ahora, los policías que están envueltos en la muerte de la niña de ocho años no están siendo llamados como autores. Son sólo testigos. No se les considera como criminales que mataron a una niña de ocho años.

El caso de la niña es un símbolo. Es un símbolo de las cinco muertes de niños que se han producido en este periodo. Por no hablar ya de los adultos ajenos a las actividades criminales. Lo que están haciendo es un homicidio de masas en las favelas de Río. El negro pobre en Brasil tiene la tradición de 350 años de esclavitud. Es como si fuese una gran justificación de la violencia contra el pobre. La violencia es la forma de control social característica de la esclavitud. Brasil siempre tuvo que combatir esto. Y eso se combate, primero, obviamente, con la presencia de la policía. Pero después se combate con políticas sociales, con educación, y con distribución de renta. Porque, si no, vas a dejar que el mercado de droga sea el mercado preferencial de empleo de los jóvenes negros de las favelas brasileñas.

P - Usted ha hablado de tres grupos que están presentes en el Gobierno de Brasil: el clan Bolsonaro -la parte "neofascista", como usted la define-, los militares y el ala neoliberal. ¿Quién tiene más poder? ¿Quién manda realmente? ¿Hasta qué punto están coordinados?

R - Yo creo que el grupo, económica y socialmente, que tiene más poder en la sociedad es el grupo neoliberal. Pero se equivocaron: supusieron, y lo mismo les pasó a los militares, que podrían "moderar" a Bolsonaro en el momento en que se sentase en el sillón presidencial. Pensaban que tendría una cierta moderación, que podrían tutelarlo. ¿Qué pasó? Bolsonaro ha apartado a todos los que pudieron pensar que lo iban a controlar. Y los sometió a todos.

Usted se ha olvidado de que yo hablo de cuatro grupos. Se ha olvidado de Moro y de los fiscales, de parte del sistema de justicia que fue fundamental en el ascenso de Bolsonaro. La aversión a la corrupción fue el mayor arma para impedir que Lula fuera candidato. Durante mucho tiempo se creyó que la historia era correcta, para que Bolsonaro entrase: prohibieron la candidatura de Lula y la difundieron entre toda la población. Los medios lo decían todos los días: "El Partido de lo Trabajadores es corrupto". Pero ahora resulta que The Intercept Brasil, del periodista Glen Greenwald -que tiene un premio Pultizer, que divulgó las revelaciones de Snowden- muestra claramente, a través de las conversaciones entre los fiscales y el juez, que: primero, no había pruebas contra Lula; segundo, que son un grupo político porque prohibieron a Lula incluso el derecho a hablar para que no influyese en la elección de Fernando Haddad, y permitiese una mayor transferencia de voto. El juez funcionó como acusador, lo que es gravísimo en un sistema de justicia en el que la imparcialidad de la justicia es un elemento capital. Si no todos somos iguales ante la ley, ¿qué democracia hay? Ninguna. Este es un proceso extremadamente grave que se llama hoy, internacionalmente, como "law fare", la guerra judicial.

Dilma Rousseff es destituida como presidenta de Brasil

P - Michel Temer ya habla de su proceso de destitución como de un "golpe". ¿El golpe que usted dice que sufrió sigue activo?

R - El golpe que yo sufrí, sí, claro. Mi impeachment es el acto inaugural del golpe. Pero el golpe no se agota con eso; el golpe continúa. Primero con la ejecución de un programa que yo jamás pondría en práctica. Ninguno, ninguno, de aquellos que estaban conmigo lo habría puesto en práctica. El golpe fue dado para llevar a cabo otro programa político y económico. No tenemos ninguna duda de esto. El golpe no fue ejecutado sólo para sacarme de la presidencia. Fue para sacarme del gobierno y desarrollar un programa al que hoy Bolsonaro da continuidad.

Segundo, el golpe también es la prisión de Lula, encarcelado sin haber cometido un crimen, siendo inocente. Y tercero, ¿cómo consiguen que Bolsonaro sea elegido? Excluyendo a Lula. Porque los otros, la oposición conservadora, cometieron un suicidio político porque apoyaron al gobierno Temer. Cuando Bolsonaro encuentra la tierra arrasada, por un lado lanzan el mensaje de que todo es culpa del PT. Por otro, destruyen el centro y el centro derecha, y la propia derecha. Con este panorama, emerge Bolsonaro y se convierte en presidente del país. Es una persona claramente sin preparación, tosca, que avergüenza a Brasil ante el mundo. Lo que hace y dice Bolsonaro no es propio de un presidente de Brasil. Es inconcebible que un presidente de Brasil diga lo que dijo Bolsonaro de la esposa de Macron. Es inadmisible. Tampoco se puede admitir lo que dijo de Bachelet. Esto que dice Bolsonaro lo habla tanto externa como internamente. Bolsonaro no tiene la más mínima preparación porque defiende la destrucción de la Amazonia públicamente. Ha dicho incluso que el problema es que la dictadura militar tenía que haber matado a más gente, y no sólo dedicarse a torturar.

En Brasil tenemos una situación que es fantásticamente absurda. Nos querían imponer el neoliberalismo, y ahora tenemos el neoliberalismo. La democracia está en discusión. Hay hoy una situación extrema, de extrema ruptura de los patrones tradicionales de la postguerra, de los anteriores a esta economía financierizada global, que concentra toda la riqueza en las manos de los grandes detentores de los recursos financieros. Y tienes una clase media precarizada, con empleos cada vez menos cualificados. Y tenemos ante nosotros transformaciones que son desafíos: la inteligencia aritficial creará otro mundo en el mundo del trabajo y la producción. Si usted cree que no se deben pagar salarios, impuestos, y no tener gobierno, yo pregunto: ¿quién nos va a defender en el mundo de todos los absurdos que se cometen en nombre del mercado?

P - ¿Qué le parece el papel de Brasil en la crisis de Venezuela? En particular, ¿cree posible un conflicto militar? ¿Cree que el ejército brasileño podría intervenir?

R - Mire, yo le digo cuál es la tradición de Brasil. Nosotros jamás aceptamos ningún tipo de política bélica en América Latina o en el mundo. Siempre tuvimos una clara apuesta por la paz, la independencia de todos y el respeto a la independencia de los pueblos. Brasil siempre ha sido conocido por esto en la ONU. Yo siempre repudié radicalmente una política de cerco a Venezuela. De la misma manera que rechacé el cerco a Cuba. Obama comenzó el proceso de distensión con Cuba en una Cúpula de las Américas. Todos los presidentes y primeros ministros presentes celebraron esta política de fin del embargo. Todavía no era el fin del embargo, eran los primeros pasos, y esto fue desmontado por Trump. Los embargos solo conducen a castigar a las poblaciones locales, no a lo que quien castiga pretende, que es una forma de guerra híbrida. Lo que están haciendo con Venezuela es un crimen contra la humanidad. No se puede cercar un país si a ti no te gusta su gobierno.

En el caso de Venezuela, no se trata de discutir sobre si el presidente debe ser Guaidó o Maduro. Yo creo que Guaidó es un títere americano. Así lo creo. Y creo más. Creo que los militares brasileños no van a entrar en esto. ¿Por qué? Porque por más que quiera Bolsonaro, ese tipo de intervención no es propia de las Fuerzas Armadas brasileñas.

P - ¿Ha visto a Lula da Silva últimamente?

R - Sí, lo visité el mes pasado.

P - ¿Cómo estaba?

R - El presidente Lula es una persona muy fuerte y estaba muy decidido a no aceptar nada que pudiese poner en un compromiso su condición de inocente. Ayer mismo Lula tenía derecho a salir de la prisión porque cumplió un sexto de la pena que le impuso el juez, que fue luego pagado por su decisión con el nombramiento de ministro de Justicia. Lula no aceptó el permiso, no quiso salir. Lula quiere que se reconozca su inocencia. A Lula no lo van a destruir, aunque lo metan en la cárcel. No lo van a conseguir. Nosotros estamos seguros de que, como todos los seres humanos, como políticos, cometimos errores. Pero en este caso no nos están castigando por nuestros errores. Estamos siendo perseguidos por nuestros aciertos.

P - ¿Usted se siente presidenta?

R - No. Mi mandato, incluso sin golpe, ya habría terminado. No se puede pretender ser presidente la vida entera.

P - ¿Se ve presidenta otra vez?

R - No, no me veo.

P - ¿Cómo se ve usted?

R - Como lo que siempre fui. Yo comencé a luchar por mi país muy pronto en la vida. Yo fui presa con 21 años. Y voy a continuar luchando. Nunca necesité estar en puestos o cargos para defender la democracia. Conocí lo que no es democracia. Y creo que, con todas las diferencias y dificultades, pudiendo decir que no es suficiente, que no es lo mejor, tenemos que luchar por la democracia. La democracia es lo que nos va a garantizar en Brasil el desarrollo con justicia social. Sin democracia, no tendremos nada. Creo que hoy en el mundo tenemos que preocuparnos por la democracia. De lo contrario, saldrá herida por la enorme desigualdad a la que se encamina el mundo.