'Intemperie': Luis Tosar encarna la dignidad ante la miseria moral en el retorno de Benito Zambrano
- El cuarto largometraje del director andaluz abre la Seminci y participa en la sección oficial
- Intemperie es un conmovedor drama rural basado en el libro homónimo de Jesús Carrasco
Hay algo en Intemperie tan seco y doloroso que traspasa. Anida en la novela de Jesús Carrasco (Seix Barral): debut literario con alma de clásico, exitoso, galardonado y alabado por la crítica (Premio de la Literatura Europea 2016).
Y esta semilla del sufrimiento se trasvasa a la última película de Benito Zambrano basada en el libro homónimo con guión de Pablo y Daniel Remón. Una de las joyas, participada por RTVE, que ha abierto la sección oficial de la Seminci y competirá por la Espiga de oro.
Años 40. En lo más profundo del sur de una comarca rural arrasada por la miseria, un niño (Jaime López) escapa de un capataz (Luis Callejo) que encarna la maldad absoluta. El crío encontrará a un pastor-sabio y al margen de la sociedad (Luis Tosar)- que le ayudará en su huida por un paisaje sediento donde se mastica la violencia.
El director andaluz retorna al largometraje desde la aclamada La voz dormida (2011), con un drama que se mimetiza en el meollo del imaginario de sus películas: hablamos de la vida en el campo, la supervivencia, la lucha contra la injusticia descarnada…Envueltas en una conexión personal que camina más allá de la tragedia universal.
“Yo procedo del mundo rural, he trabajado en el campo de niño y me atrae el tema de las miserias humanas que se desarrollan con la pobreza. Sin desvelarte mucho, te diré que me interesa de alguna forma la denuncia que tiene que ver con los abusos de poder y entre las personas”, asegura Zambrano que irrumpió con voz intimista en el cine español con la conmovedora Solas (1999), que ganó cinco goyas.
Un mensaje contra la violencia
Intemperie se vertebra como un triángulo entre el bien, el mal y la inocencia. Frente a la espiral del miedo emerge la dignidad total del pastor que siembra en el niño la capacidad de perdonar. Un bálsamo pacifista y didáctico para curar heridas. Y una esperanza que se opone a una realidad amarga.
“Existe mucha gente que tiene sentido de bondad y de solidaridad sin haber ido a ninguna escuela. Son casos como el del pastor que le transmite al niño una actitud honesta de respeto a la vida y a los muertos. Y un crío que viene destrozado por dentro tiene que aprender de él. Intenta mandarle un mensaje positivo: que no se pase su vida odiando porque a la víctima le destroza tanto el daño hecho como el odio que siente”, analiza Benito Zambrano con la palabra un tanto quebrada.
El monolítico pastor verá atravesada su coraza al conocer a este niño en una relación casi de padre e hijo ante la adversidad, con reminiscencias claras de la novela La carretera de Cormac McCarthy, pero en un western en un campo español abrasado por la sequía (rodaron en pleno desierto andaluz). Una intemperie exterior e interior.
“Este crío que trae consigo una historia muy dura también trae algo de calidez. Es algo muy humano a lo que el pastor ya no está acostumbrado. Y le llega en esta etapa crepuscular de la vida y la ilumina aunque son antagónicos”, añade Luis Tosar (Quién a hierro mata) sobre la unión entre la pareja de personajes.
Para Benito Zambrano, la cinta también recoge el guante de la revisión del pasado reciente: el de la España sumida en el analfabetismo y la sumisión desde el siglo XIX a bien entrado el XX. Y el drama de la guerra civil, la posguerra y sus venganzas que emerge en la cartelera con otras dos apuestas de calado: Mientras dure la guerra de Alejandro Amenábar y La trinchera infinita de Jon Garaño, Aitor Arregi y Jose Mari Goneaga.
“Creo que hay muchas cosas de la historia de nuestro país que se deben de contar. No solo hablo de memoria histórica pero es que a veces parece que nos cuesta mirar atrás. (...) De familias viviendo en la pobreza absoluta no hace tanto tiempo. La novela rural de Miguel Delibes sí que lo ha contado pero el cine contemporáneo no tanto. Y hay que devolver la mirada a lo que ha sido este país y lo que somos porque también somos un país muy rural”, explica el realizador
Y Luis Tosar reflexiona sobre la conexión con la realidad: “Todo lo que se consiguió durante décadas, que es tener una clase media con cierta flotabilidad, parece que se empieza a desmoronar. Y caminamos más hacia la estructura que se retrata en Intemperie que a lo que hemos vivido en los últimos años”.
Intemperie deja poso, como es la intención última en la filmografía del cineasta cordobés que vertebra emoción y dureza, aunque esta vez sazona con thriller y aventura.
“Me parece importante que el cine te ayude a pensar, a reflexionar o que ayude a abrir debate. Existe la tendencia de que lo que funciona comercialmente es lo que te divierte y al final el arte no solo puede ser la diversión por la diversión. Tiene que emocionar y también ayudar a construir un mundo un poco mejor”