La invisible crisis de salud mental en los Territorios Palestinos Ocupados
- En Hebrón, MSF trabaja para contrarrestar los peores impactos en la salud mental de situaciones relacionadas con la ocupación
- Entre febrero y julio de 2019 los especialistas han atendido a más de 8.000 personas, de los cuales más del 60% eran niños
En Hebrón, Cisjordania, civiles palestinos sufren frecuentes abusos como la demolición de sus hogares, la detención arbitraria y los ataques sistemáticos de los colonos israelíes con el apoyo tácito del Ejército israelí. Además de las heridas físicas, hombres, mujeres y, en particular, niños y niñas, sufren el profundo impacto mental de estos sucesos recurrentes.
Rahaf, adolescente de 14 años, ha experimentado síntomas psicosomáticos graves como insomnio y manos temblorosas durante los últimos dos años tras el arresto y detención de su padre y sus tres hermanos.
"Estábamos durmiendo y nos despertamos cuando los teníamos de pie sobre nuestras cabezas", así relata una de las entradas en la vivienda por parte del Ejército israelí. Desde que tiene Rahaf memoria los allanamientos han sido habituales. "En un mes, entraron en casa dos veces".
El punto de ruptura de Rahaf se produjo cuando detuvieron a su cuarto hermano, Hamzeh, mientras estaba en el trabajo. "Nunca pensé que se llevarían a Hamzeh", explica. “Cuando le detuvieron, Hamzeh estaba trabajando en la gasolinera. Hubo una grabación de video y vimos cómo le golpeaban. No supimos nada de él hasta que lo trajeron a casa dos meses después".
MSF brinda consultas de salud mental en la zona desde 1996
La historia de Rahaf es una historia que se repite. En Cisjordania, y en particular en Hebrón, donde Médicos Sin Fronteras brinda consultas de salud mental, desde 1996, la población palestina sufre prácticas similares todos los días.
Algunos son perseguidos por colonos que quieren ostentar la propiedad de la tierra. Otros reciben notificaciones de que sus viviendas serán demolidas. Los hay que presencian cómo sus casas son reducidas a escombros mientras otros inician batallas legales que pueden durar años. Sumadas, estas situaciones crean un ambiente de inestabilidad constante, ansiedad y estrés, que puede tener graves consecuencias en la salud mental.
Como madre de seis, Raghda está familiarizada con este peaje. Lleva 11 años batallando contra una orden de demolición emitida para la casa que comparte con dos de sus hijos. En 2014, acudió a los equipos de MSF en busca ayuda psicológica cuando su hijo de 12 años fue detenido por el Ejército israelí y encarcelado 6 meses.
Raghda llora mientras relata este episodio, describiendo el impacto que tuvo en ella y sus hijos: “No soy el tipo de persona que normalmente muestra tristeza, pero debido a todo por lo que pasé, comencé a llorar frente a mis hijos. Yo no era así antes. Cuando llegué a este punto, reconocí que me estaba rompiendo Empecé además a desatar mi ira destrozando cosas, rompiendo platos y vasos. No soy una persona agresiva, así que supongo que descargue mi rabia por ahí y no, por ejemplo, haciéndome daño a mí misma o pagándolo con mis hijos”. .
Los niños y las niñas, particularmente vulnerables
Los problemas de salud mental que surgen en respuesta a eventos traumáticos como los sufridos por Ragha pueden derivar en una prolongada sensación de frustración que, a su vez, tiene el riesgo de conducir a un colapso y a una crisis familiar o comunitaria. En Hebrón, los equipos de MSF trabajan para contrarrestar los peores impactos en la salud mental de situaciones relacionadas con la ocupación. Para ello, MSF facilita apoyo psicológico gratuito a quienes presentan síntomas como pesadillas o temblores.
Abu Firas es uno de esos trabajadores psicosociales de MSF que apoya a las familias en los que alguno de sus miembros muestra síntomas de problemas de salud mental. Lleva casi 20 años trabajado en el proyecto de MSF en Hebrón.
"Puedes imaginar cuál sería la respuesta de una madre o un padre cuando presencian la demolición de su casa, que antes consideraban un lugar seguro. En estos casos, las personas sufren de estrés, ansiedad, problemas para dormir; sienten que sus vidas están amenazadas en todo momento, no tienen una visión del futuro, siempre están frustradas y sin esperanza", explica Firas.
"Nuestro papel es hacer todo lo posible para ayudarles y hacerles ver los recursos y estrategias con los que cuentan para que puedan continuar con sus vidas con la mayor normalidad posible. Algunas regresaron a sus universidades y escuelas; hubo quienes pudieron volver al trabajo y otros pudieron mantener a sus familias. Para mí, esto es un logro”.
Los efectos de este tipo de violencia son profundos y dejan a muy pocas personas intactas. Como vemos en el caso de Rahaf o de Itab, los niños y las niñas son particularmente vulnerables ante los problemas de salud mental a largo plazo tras haber sufrido o haber sido testigo de eventos traumáticos. Entre febrero y julio de 2019, MSF ha atendido más de 8.000 personas en sus programas de salud mental, de los cuales más del 60% eran niños.