Klaus Iohannis, reelegido presidente de Rumanía
- Tras el escrutinio de las papeletas del 94% de los colegios electorales, Iohannis ha obtenido el 62,8% de los votos
- La participación ha sido del 49,87% y más de 900.000 rumanos residentes en el extranjero han votado, un récord histórico
El presidente de Rumanía, Klaus Iohannis, ha ganado con amplio apoyo las elecciones presidenciales celebradas este domingo.
Tras el escrutinio de las papeletas del 94% de los colegios electorales, Iohannis ha obtenido el 62,8% de los votos, ha informado la televisión pública rumana TVR.
Su contrincante, la ex primera ministra y candidata del Partido Social Demócrata, Viorica Dancila, ha sumado un 37,1% del voto, según cifras de la Oficina Electoral Central.
La participación ha sido del 49,87% y más de 900.000 rumanos residentes en el extranjero han votado en sus países de acogida, un récord en la historia democrática de Rumanía.
Iohannis: "Es la victoria más categórica conseguida nunca contra el PSD"
"Es una victoria importante, la victoria más categórica conseguida nunca contra el PSD", ha dicho en la sede del Partido Nacional Liberal (PNL) por el que se presentaba, justo después de que se anunciaran los sondeos a pie de urna.
"Recibo esta victoria con alegría, con modestia y con confianza en Rumanía", ha añadido el presidente, dando por segura su victoria a pesar de que aún no se conoce el resultado oficial del escrutinio de los votos.
El presidente ha asegurado no estar "en guerra con los electores del PSD, sino con el PSD", un partido salpicado de acusaciones de corrupción que ha dominado la escena política desde el poder en los últimos años y que ha sido duramente criticado desde dentro y fuera del país.
Por su parte, Viorica Dancila ha destacado que su partido "ha recuperado los votos que perdió en las elecciones europarlamentarias" de mayo pasado, cuando el PSD obtuvo el peor resultado de su historia al caer hasta el 22,5%.
El claro apoyo de la población al presidente conservador y proeuropeo y el varapalo a Dancila no ha sorprendido, sino que es el resultado vaticinado previamente por todos los observadores políticos, interpretado como muestra de que la población está harta de una clase política que considera corrupta e ineficiente.