La justicia brasileña eleva la pena de Lula de 12 a 17 años de cárcel en su segunda condena por corrupción
- Los tres magistrados de un tribunal de segunda instancia de Porto Alegre han tomado la decisión por unanimidad
- El expresidente brasileño fue puesto en libertad hace dos semanas tras su encarcelamiento por una primera condena
Un tribunal de segunda instancia de Brasil ha ratificado este miércoles la segunda condena por corrupción contra el expresidente Luis Ignacio Lula da Silva y, además, ha decidido elevar la pena desde los 12 años y 11 meses de cárcel que le habían sido impuestos en primera instancia hasta los 17 años y un mes, por los delitos de corrupción pasiva y blanqueo de capitales al beneficiarse de unas obras por favorecer a las constructoras Odebrecht y OAS en los contratos de la petrolera estatal Petrobras.
El expresidente brasileño ya fue condenado en enero de 2018 por los mismos delitos, aunque en otra pieza separada, que demostró que recibió de OAS un apartamento de lujo en el balneario de Guarujá, una condena que le ha obligado a pasar un año y siete meses en prisión: hace solo dos semanas que fue puesto en libertad después de que el Tribunal Supremo fallara que, hasta que se agoten todos los recursos judiciales, no puede ser encarcelado.
Para entonces, los miembros de la sala octava del Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región ya habían sentenciado por unanimidad en febrero que Lula se benefició de las obras por valor de casi un millón de reales (más de 200.000 euros) que las constructoras Odebrecht y OAS hicieron en una casa de campo situada en el estado de Sao Paulo, a cambio de favorecer a ambas empresas en contratos que concedía la petrolera estatal Petrobras.
Ahora, los tres magistrados del tribunal de segunda instancia de la ciudad de Porto Alegre han votado por unanimidad ratificar esa sentencia y elevar la pena hasta 17 años y 1 mes de prisión, lo que incrementa notablemente las probabilidades de que Lula tenga que volver a la cárcel.
Su candidatura, en el aire
Por el momento, Lula, que acaba de cumplir 74 años, parece descartarse para una futura candidatura a la presidencia en 2022, aunque asegura que piensa demostrar su inocencia en cada uno de los procesos que se le imputan.
Este miércoles, en una entrevista con TV 247, ha afirmado que va a descubrir a "todos los fiscales y jueces" que le han hecho "acusaciones mentirosas", pero también ha apuntado que, por motivos personales, podría preferir apoyar como aspirante del Partido de los Trabajadores a Fernando Haddad, exalcalde de Sao Paulo y candidato derrotado por el actual presidente, Jair Bolsonaro, en 2018.
"Haddad es potencial candidato. No puedo decir que lo seré porque tendré entonces 77 años, pese a que me cuido y todavía tengo mucha energía. Además, me quiero casar y cuidar a mi mujer […] Soy consciente de que el tiempo que tengo es más corto del que ya tuve y mi agenda es muy intensa", ha deslizado.
“Sin embargo, no puedo decir que lo descarto, cuando el caballo pase ensillado el que se suba primero irá“
"Sin embargo, no puedo decir que lo descarto, cuando el caballo pase ensillado el que se suba primero irá", ha señalado Lula, que ha recalcado que desea vivir 120 años y con disposición para seguir con la lucha en Brasil.
Desafío a Bolsonaro
Sea cual sea su decisión, las condenas en los dos casos impiden que Lula pueda postularse a las próximas elecciones si no es capaz de probar su inocencia, según la ley brasileña.
"Dijeron que salí de la cárcel para generar polarización. Dios quiera que sea yo un polarizador, porque no existe en la política ninguna disputa en la que el ganador no lo haya hecho", ha defendido Lula, quien ha afirmado que desea ser vetado "por el pueblo y no por un juez".
En este sentido, ha retado al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, a permitir que concurra: "Podría ayudarme, así disputamos las elecciones [en 2022] y quizás gane usted".
Lula, además, ha criticado al actual Gobierno y ha alertado de la amenaza de un nuevo golpe de Estado tras las polémicas declaraciones del ministro de Economía, Paulo Guedes, que agitó el fantasma de la dictadura militar frente a una eventual aparición y radicalización de protestas en Brasil: "El pueblo tiene que manifestarse para defender al país. Brasil no es una hacienda, no es un corral. Las personas tienen que respetar la democracia", ha zanjado.