La Unión Europea enarbola la bandera de la ambición en una cumbre climática de transición
- El gran objetivo es que los países del Acuerdo de París se comprometan a acelerar la reducción de emisiones desde 2020
- Ante la retirada de EE.UU., el retraimiento de China y la desidia de Rusia, Europa se presenta como el ejemplo a seguir
- Sigue toda la información sobre la Cumbre del Clima de Madrid (COP25)
La lucha contra la crisis climática es, bajo el prisma de la teoría de juegos, un juego cooperativo: las decisiones individuales son escasamente efectivas, porque hace tiempo que se sabe que las nubes de contaminación cruzan el océano Pacífico desde China hasta California, así que es necesario coaliciones de jugadores para ganar. Sin embargo, en la Cumbre del Clima de Madrid que arranca este lunes, tan solo la Unión Europea, de entre los grandes jugadores, enarbola la bandera de la ambición, de forma que las negociaciones se plantean como una transición que encarrile la reunión del año próximo en Glasgow.
[Sigue la cumbre del clima en directo
En este sentido, el gran objetivo de la COP25 es que los países del Acuerdo de París -firmado en 2015 por 195 países, todos excepto Nicaragua y Siria, aunque Estados Unidos ha anunciado su retirada- se comprometan a acelerar la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero en los planes, denominados contribuciones nacionales previstas (NDC, en sus siglas en inglés), que deben presentar en 2020, ya que se deben renovar cada cinco años y con mejoras respecto al anterior.
Hay otras metas relevantes, como las negociaciones en torno al desarrollo del artículo 6 del Acuerdo de París, que es el que debe establecer las normas de cooperación internacional y, en última instancia, fijar las reglas para crear un mercado global de emisiones de dióxido de carbono, y que fracasaron en la cumbre de Polonia de 2018. O avanzar en el artículo 9, que reconoce las ayudas de los países desarrollados a los países en desarrollo por la transición climática: aunque se pretende crear un fondo de 100.000 millones de dólares, las aportaciones, por ahora, son insuficientes. Pero la clave estará en los compromisos adquiridos a futuro.
"Hay que ver si los países más importantes envían objetivos más ambiciosos", señala a RTVE.es Alejandro Caparrós, economista ambiental del CSIC y profesor de la Universidad Carlos III, uno de los 17 científicos españoles que participa en la elaboración del próximo informe, el sexto, del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC). "El éxito de la cumbre sería obtener un compromiso claro de los Estados para aumentar su ambición en línea con las recomendaciones científicas, para que la temperatura del planeta no suba más de 1,5 grados", abunda la responsable de Cambio Climático de Greenpeace, Tatiana Nuño.
La UE, a la vanguardia de la lucha climática
Así, no hay dudas de que la Unión Europea, que representa el 9 % de las emisiones globales, será quien ocupe la vanguardia en favor de una mayor reducción. El bloque comunitario ya tiene los objetivos más ambiciosos, con un descenso respecto a 1990 del 40 % para 2030, pero hay países como Francia y España que abogan por llegar al 55 %.
Además, la cumbre de Madrid será la puesta de largo para la nueva Comisión Europea de Ursula von der Leyen, que ha prometido un Pacto Verde Europeo en sus primeros cien días y que intentará que los países miembros se comprometan a alcanzar la neutralidad climática en 2050, una meta que se estuvo a punto de acordar en junio de este año, aunque la Comisión de Jean Claude Juncker se topó con la oposición de Estonia, Hungría, Chequia y, sobre todo, Polonia, países aún muy dependientes del carbón.
Estonia ya ha cambiado de postura y Alejandro Caparrós da por seguro que ese acuerdo se alcanzará tarde o temprano, mediante algún tipo de compensación a los países reticentes, pero subraya que anunciarlo en la cumbre "sería uno de los grandes éxitos, por su visibilidad; el año que viene sería tarde, porque serviría menos de ejemplo". Los líderes europeos abordarán el asunto en el Consejo que se celebra los días 12 y 13 de diciembre, justo cuando acaba la cumbre, pero no se sabe si habrá acuerdo.
"La Unión Europea es un pilar fundamental, pero debe asumir objetivos más ambiciosos para impulsar y dar confianza al resto de países", recalca, por su parte, Tatiana Nuño, que habla de reducir las emisiones un 65 % en 2030 y llegar a la neutralidad climática en 2040, aunque también reconoce el papel ejemplificador que desempeñan los Veintiocho.
EE.UU. de retirada y China, reticente
Un desempeño en el que le ha abandonado Estados Unidos, puesto que, mientras Barack Obama fue uno de los principales impulsores del Acuerdo de París, Donald Trump ya ha iniciado la retirada formal de su país -responsable del 13 % de las emisiones-, aunque no será efectiva hasta finales del año que viene, por lo que estará presente en la cumbre. "No va a tener un gran papel, ya están desmantelando las medidas federales de Obama", indica Caparrós, mientras que Nuño se conforma con que Washington deje hacer y no bloquee decisiones: "Está aislado y pierde la oportunidad de ser líder", lamenta.
Sin embargo, en la cumbre hay distintos niveles de negociación y es ahí donde se hará visible que no todo Estados Unidos se ha rendido: muchas ciudades y estados de la unión mantienen políticas significativas para reducir el calentamiento global. Hasta 24 Estados se han unido en la Alianza para el Clima de Estados Unidos, aunque el más beligerante contra el cambio climático y contra Donald Trump es California, que ha endurecido sus estándares de eficiencia energética para automóviles y pretende que toda su energía sea limpia en 2045.
La postura estadounidense influye, en cualquier caso, en la de China, que se ha aliado con Europa para sostener el Acuerdo de París, hasta el punto de que cumplirá con solvencia los compromisos de reducción de emisiones que presentó en 2015, por poco ambiciosos que fueran, y cuenta con una sociedad y una élite política -empezando por el presidente, Xi Jingping- muy concienzados con la emergencia climática.
Sin embargo, los expertos consultados por RTVE.es coinciden en que esta cumbre coge a al país, el más contaminante del mundo -es responsable de casi el 27 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero- con el pie cambiado. "Los disturbios de Hong Kong, la guerra comercial con Estados Unidos y las malas perspectivas económicas han paralizado su avance, pese a su potencial y a su voluntad inicial", indica Nuño, mientras Caparrós pone el acento en la disputa comercial: "Ahora mismo es muy reticente a una mayor ambición; hasta que no se solucione la guerra comercial, no es el momento".
Perfil bajo de Rusia, India y Brasil
Por su parte, Rusia, que emite el 4,6 % de los gases contaminantes totales, mantendrá el perfil bajo que ha cultivado hasta el momento: no bloquea ni abandona el acuerdo, pero aún no lo ratificado ni ha enviado sus compromisos de reducción de emisiones a Naciones Unidas. Una implicación escasa que responde, en gran medida, a que los hidrocarburos (gas y petróleo) son la principal fuente de ingresos del país, aunque el presidente, Vladimir Putin, habla ya de avanzar hacia el "equilibrio energético" tras años de ambigüedades sobre la responsabilidad del hombre en el cambio climático.
Muy distinta es la posición del otro gran contaminante global, India, que es responsable del 7 % de las emisiones y que se ha embarcado en una política "muy activa y ambiciosa", según Caparrós, de impulso de energías renovables. Pero su población sigue creciendo de forma exponencial y está llevando la energía eléctrica a zonas que hasta ahora no la tenían, por lo que sus emisiones van a seguir aumentando, aunque sea proclive a mejorar sus compromisos.
También Latinoamérica, que es uno de los continentes esenciales para el planeta por su biodiversidad y aspiraba a tener un considerable peso específico en las conversaciones, llega a la cumbre dubitativa: Brasil, bajo la presidencia de Jair Bolsonaro, renunció a acoger esta COP25 y la deforestación del Amazonas ha alcanzado niveles récord este año; y Chile, que recogió el testigo y conserva la presidencia, pero ha tenido que trasladar la sede a Madrid, se encuentra en plena crisis social.
Todos estos titubeos de los grandes actores dejan poco espacio para que el resto de países influyan decisivamente: "Hay 80 países que ya han enviado sus compromisos para 2020", señala el investigador del CSIC, "pero solo representan el 8 % de las emisiones". Y, sin embargo, África, que solo emite a la atmósfera el 4 % de los gases contaminantes siendo un continente enorme, es una de las regiones más vulnerables al cambio climático, al igual que las islas del Pacífico, amenazadas por la subida del nivel del mar. Ellos, más que nadie, dependen de que la humanidad logre una victoria en el juego cooperativo de la lucha contra el calentamiento global.