No lo llames 'residuo', llámalo 'economía circular'
- Los vertederos españoles acogen más de once millones de toneladas de residuos al año
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A lo largo de estos días, en la Cumbre del Clima de Madrid, han sido muchas las llamadas a actuar frente al calentamiento global, dando origen también a algunas de las propuestas que cambiarán nuestro futuro más cercano.
Una de estas novedades será la de incluir en nuestra vida cotidiana conceptos como ‘economía circular’, que pretenden sustituir la concepción habitual que tenemos de ‘residuo’, ‘basura’ o ‘vertido’.
“Actualmente predomina lo que se conoce como economía lineal; es decir, producimos, usamos y tiramos. La economía circular, sin embargo, supone un cambio completo de mentalidad”, define Eduardo Perero miembro del área técnica de Conama, fundación organizadora del Congreso Nacional del Medio Ambiente, y ponente de sesiones de la COP25 sobre esta materia.
Concretamente, la economía circular es un cambio de modelo que pretende utilizar la mínima cantidad de recursos naturales necesarios, incluidos el agua y la energía, para satisfacer las necesidades requeridas en cada momento. Además, “busca mantener de manera eficiente las materias primas, evitando las más críticas o no renovables, y favoreciendo la utilización de materiales reciclados en el sistema económico el mayor tiempo posible”, señala Perero.
La economía circular, “mucho más que el reciclaje”
A pesar de lo puede pensarse, la economía circular “es mucho más que reciclaje”, asegura. “Pretende, desde el comienzo, generar menos residuos, evitar utilizar los recursos que sean innecesarios y fomentar la regeneración de la naturaleza”, describe Perero y añade que “este cambio no solo hace referencia a los residuos sino que también implica a todos los sectores: agua, energía, residuos, fabricación de productos, construcción, textil, servicios, etc.”
La transición hacia una economía circular ya se está haciendo patente en algunos de estos sectores, como por ejemplo, el sector del agua. “A través de la innovación, diversas empresas y entidades están realizando proyectos como la reutilización de aguas o la generación de combustible para vehículos a través del tratamiento de lodos”, explica.
De esta manera, dicha tendencia haría que, prácticamente, ningún material o recursos deba ser entendido como un residuo que acabe formando parte de los más de once millones de toneladas que, según el Ministerio para la Transición Ecológica, acaban en los vertederos españoles cada año.
“Es muy importante el ecodiseño y que, desde el primer tratamiento de la materia prima, se tenga en cuenta que va a tener otros usos o se va a mantener en el sistema mucho tiempo”, apunta el experto de Conama.
“De no ser así, es posible que debamos plantearnos si tiene que fabricarse realmente de esa manera o se deba seguir investigando sobre cómo conseguir que el producto esté en línea con el cuidado del planeta”, asegura.
España, a la espera de una Estrategia Nacional de Economía Circular
Aunque el concepto de economía circular no es reciente, la Comisión Europea lanzó en 2015 un paquete de 54 medidas sobre economía circular con horizonte 2020, su aplicación está siendo lenta en los Estados miembros.
España, por ejemplo, aún está pendiente de formular una Estrategia de Economía Circular a nivel nacional. Según datos de la Fundación Cotec, presente en la zona verde de la COP25 en Ifema con un cortometraje #Economía circular, España ha pasado de una tasa de circularidad del 10,4% en el 2010 al 7,6% en el 2015, siendo este su valor más bajo.
Este dato demuestra también que nuestro país aún se encuentra lejos del 11,7% de la Unión Europea. A nivel mundial, según las estimaciones de Circle Economy, sólo un 9% de la producción es circular.
Su escasa implantación se debe, según Perero, a barreras como “la falta de indicadores específicos” que muestren sus resultados, “la actualización de regulación” que, en ocasiones, choca con la innovación, y a un “impulso decidido” de la financiación de proyectos de este tipo.
“Luchar verdaderamente contra el calentamiento global no solo implica el cambio de vocabulario: emergencia climática, economía circular, sostenibilidad, etc. Implica también el cambio de actitudes”, concluye Perero a este respecto