Las urnas ponen a prueba la frágil unidad de conservadores y laboristas
- La salida del Reino Unido de la Unión Europea ha dividido a los dos grandes partidos británicos en los últimos tres años
- Un triunfo electoral devolverá la unidad a los diputados, según los expertos | Especial: Elecciones en Reino Unido
El Reino Unido quedó oficialmente dividido el 23 de junio de 2016, cuando el 52% de los británicos votó a favor de salir de la Unión Europea. Casi tres años y medio después y unas elecciones mediante, la polarización por el Brexit se ha trasladado a la clase política, especialmente en el seno de los dos principales partidos: el Partido Conservador y el Partido Laborista.
La victoria en las elecciones generales de este jueves servirá como antídoto a un periodo convulso en la política británica, que atraviesa su mayor crisis política desde la Segunda Guerra Mundial, según los expertos consultados por RTVE.es. Los partidos se presentan a los comicios con una idea más clara de lo que significa el Brexit que en 2017 porque dos años después, dos Acuerdos de Retirada les han asomado a la realidad del divorcio que ha fracturado a la sociedad británica.
El cierre de filas de los diputados en torno a los programas electorales -al menos en campaña- servirá también para recuperar la disciplina de voto perdida en los últimos meses. "Mejorará porque los diputados habrán hecho campaña por un acuerdo aprobado en sus congresos, ya sea el acuerdo de Johnson o la hoja de ruta laborista. Por eso es poco probable que haya tanta división como en los últimos tiempos", vaticina Alan Wager, investigador del proyecto The UK in a Changing Europe de la universidad King's College London.
Los conservadores cierran filas en torno al acuerdo de Johnson
El ex primer ministro David Cameron convocó el plebiscito para acabar con años de divisiones entre los tories, pero terminó agravando una batalla interna que heredaron Theresa May y Boris Johnson. May tuvo que hacer frente a humillantes derrotas en los últimos meses de su mandato promovidas por el ala euroescéptica de su partido, el European Research Group (ERG), que rechazaba la salvaguarda irlandesa para evitar una frontera en la isla.
La llegada de Johnson sirvió para contenerles, aunque revolvió a varios exministros del gabinete de May que chocaron con su hacer político. Varios abandonaron el partido, como su propio hermano; otros fueron expulsados por mismo Johnson por romper la disciplina de voto y varios optaron por retirarse de la política. Incluso el ex primer ministro John Major (1990-1997) ha pedido el voto estratégico contra los conservadores con tal de evitar el Brexit. "Esto explica que el partido esté menos dividido. Y el hecho de que los conservadores que se estrenan en estas elecciones apoyen el acuerdo de Johnson beneficiará al partido", explica Paul Webb, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Essex.
El actual primer ministro llegó a los mandos del número 10 de Downing Street como el único capaz de consumar el Brexit y sanar el partido. Si recupera la mayoría absoluta que perdió May -todos los sondeos apuntan a que así será-, lo habrá conseguido. "Cualquier mayoría, aunque muy justa, se traducirá en Brexit. Pase lo que pase, habrá más unidad", explica Wager. No obstante, las divisiones podrían volver a emerger durante las negociaciones de la futura relación comercial con la Unión Europea, la siguiente fase del divorcio, que todavía podrían abocar al país a una salida a las bravas si no hay un pacto comercial en diciembre de 2020.
El segundo referéndum para salvar la división entre los laboristas
El Partido Laborista de Jeremy Corbyn ha salido peor parado en la era Brexit. El líder de la oposición optó por mantenerse al margen de la campaña del referéndum, un comportamiento que ha servido de munición para las voces críticas que le acusan de ser partidario del divorcio por su pasado euroescéptico. Y ante su silencio en los últimos meses de bloqueo parlamentario, varios laboristas optaron por salir del partido, mientras que facciones presionaban para defender un segundo referéndum mientras otros temían declararse anti-Brexit para no perder su escaño en las circunscripciones que votaron a favor de la salida, donde los conservadores han reforzado la campaña electoral.
La postura oficial laborista para resolver el laberinto del divorcio pasa por renegociar un acuerdo más cercano a la UE en tres meses y someterlo a referéndum a los seis meses. Corbyn ha prometido mantenerse neutral en un hipotético nuevo plebiscito, pero no así muchos miembros de la cúpula. "Su política es, precisamente, un intento de sortear las divisiones internas y parece que todos lo apoyan", dice Wager. Webb vaticina que una victoria electoral, incluido un Parlamento colgado sin mayoría conservadora, también unirá al partido, porque la salida de la UE con un acuerdo laborista siempre será menos dolorosa que bajo el mandato de Johnson.
En cambio, una segunda derrota electoral con un partido castigado por su ambigüedad en torno al Brexit desataría la batalla en el partido. "Será entonces cuando las divisiones sobre el Brexit serán un grave problema", dice Wager. "No me sorprendería que entonces Corbyn dimita y el partido mire hacia un líder como Keir Starmer [el encargado del Brexit en el partido]"; añade Webb.
En unos comicios marcados por la salida de la UE, los dos grandes partidos británicos apuran la recta final en las zonas más disputadas: el norte y los Midlands, circunscripciones en las que los ciudadanos que votaron a favor del Brexit exigen pasar página de una vez por todas. Allí, incluso un voto será decisivo a la hora de inclinar la balanza política de uno u otro lado.