Madrid infarta con el buen querer de Rosalía
- La cantante española ha brillado en el multitudinario Wizink Center en el último concierto de su gira
- Las cerca de 16.000 personas congregadas han latido con ella e infartado entre "oles" y "ays"
Aunque en Milwaukee aún haya quien no sepa de ella, Rosalía Vila se ha convertido en España en "un Kawasaki que por seguiriyas" se ha merendado 2019 y que esta noche, con su lazo rojo sanguíneo, ha lacrado una de las páginas más honrosas de nuestra historia musical reciente.
A Madrid ha llegado tras agotar en dos horas las entradas del concierto, que sucede a su enorme éxito en Barcelona y que tiene la cualidad de ser su debut en el multitudinario Wizink Center y cerrar la gira que la ha visto pasar en un año de súbito fenómeno nacional con "Malamente" a la primera figura musical que, cantando en español, nominan al Grammy a mejor nuevo artista.
Hasta saber si la catalana materializa alguna de las dos candidaturas a las que aspira en esos premios, o calibrar de manera racional cuál ha sido su alcance más allá de los titulares triunfalistas (en realidad su "Con altura" es solo la quinta canción más escuchada en España de este año en Spotify), lo vivido este martes en Madrid ha sido una cuestión de puro corazón.
Porque las cerca de 16.000 personas congregadas han latido con ella e infartado entre "oles" y "ays", y eso que la presencia de Vila en Madrid no es ni de lejos un hecho aislado o extraño.
La del Wizink Center ha sido su cuarta incursión en la región desde que hace poco más de un año empezó a vislumbrar en el recoleto festival Cultura Inquieta y ante la mirada atenta de Pedro Almodóvar su revolucionario segundo disco, "El mal querer", distinguido con el Premio Ruido por la prensa musical nacional como el mejor álbum de 2018.
En loor de multitudes lo estrenó en un concierto histórico en una plaza de Colón abarrotada de fieles y, hace solo cinco meses, se convirtió en uno de los grandes atractivos de la última edición del festival Mad Cool en cuya apertura enmudeció a unas 40.000 personas.
La propuesta no ha variado en su esencia desde aquel debut en Getafe (Madrid) ante unos pocos miles. En todo caso, más allá de la incorporación al repertorio de piezas recientes como "A palé" o "Yo x ti, tú x mí", se ha robustecido, amplificado con pantallones y proyecciones diversas, perfeccionado al nivel de una estrella global.
"¡Madrid, buenas noches! ¡Estoy tan agradecida de poder volver aquí para tocar para todos vosotros!", ha exclamado minutos después de saltar al escenario, firme, arrebatadora y a golpe de percusión junto a sus seis bailarinas gemelas, sus palmeros y coristas y El Guincho como artesano de estratégicos arreglos digitales.
Lo ha hecho quince minutos después de las 9 de la noche con "Pienso en tu mirá", con un body blanco lunar de larguísimas mangas y un lazo carmesí, poniéndole arte, pero sobre todo la precisión milimétrica y el detalle que se le supone a quien ha sabido construir tal ascenso en tan brevísimo plazo de tiempo.
Si en "A palé" ha mostrado su faceta de rapera cruda, con "Barefoot in the park" ha dejado paso a su sensibilidad emocional y con "Que no salga la luna" sus orígenes flamencos.
Estos han salido a raudales y a capella en su interpretación de "Catalina", de su primer álbum "Los ángeles", también distinguido con el Premio Ruido al mejor disco español de 2017. "Apúnteme usted, señor escribano", canta, y su largo quejío final rompe el Wizink Center.
"Di mi nombre", proclama a continuación, y el auditorio coreó de pé a pá la letra de otro de sus éxitos, antes de encarnar el escenario con sus historias de pasiones fatales en "De aquí no sales", impactante orquestación coreográfica que simboliza la rebeldía y el empoderamiento femenino.
"Madrid, ¿estáis brillando o no?", inquiere tras ponerle eso mismo a la noche con el tema junto a J Balvin que le dio su primer pasaporte transfronterizo y, por contraste, después de llevar a miles de asistentes castellanoparlantes a cantar rumba en catalán con "Milionària".
Lo jondo no desaparece nunca del todo del espectáculo y a ello vuelve para versionar rebosante de mestiza chispa electrónica "No me llames más que ya no voy" de Rodolfo Parrita. No decae tampoco el hipnotismo visual y, cuando parecía haber disparado todas sus balas, se marca una bellísima puesta en escena con sus bailarinas bañadas en luz a cuenta de "Lo presiento".
Y "quién lo diría". Las sorpresas no acaban, con la irrupción inesperada del ídolo puertorriqueño Ozuna sobre las tablas para recuperar en vivo su "Yo x ti, tú x mí" entre el clamor ensordecedor de la generación Z y el de los millennials.
"Esto de 'El mal querer' ha sido lo más emocionante que me ha pasado en la vida y ha sido por vosotros. No sé cuándo volveré a cantar en un sitio como este, pero me siento muy feliz y, Madrid, ¡espero verte pronto!", ha dicho antes de declarar su amor "Con altura" por la capital.
Pasada la hora de espectáculo y un millón de sensaciones, ha habido tiempo para una propina con sabor a paga extra: "A ningún hombre", "Aute cuture" y, cómo no, el origen de todo, esa fusión perfecta de flamenco, hip hop, electrónica y pop que sacudió el mundo con "Malamente". Trá, trá.