Australia se consume bajo el fuego mientras crecen las críticas contra la política climática de su gobierno
- Más de cien incendios forestales activos no dan tregua a los estados de Queensland y Nueva Gales del Sur
- Alimentados por la sequía, el calor y los fuertes vientos, ya han arrasado más de 30.000 kilómetros cuadrados
Los incendios forestales no dan tregua a Australia. Desde el mes de noviembre, el país oceánico se consume bajo más de un centenar de focos activos que ya han arrasado aproximadamente tres millones de hectáreas, 30.000 kilómetros cuadrados, una extensión superior a la de toda Galicia. Y las previsiones meteorológicas, con el país castigado por una de las peores olas de calor que se recuerdan, indican que la situación empeorará en las próximas semanas, especialmente en los estados de Nueva Gales del Sur, el más poblado, y Queensland.
Los fuegos son relativamente habituales en este país, donde en la época estival se alcanzan algunas de las temperaturas medias más elevadas del planeta. Pero este verano, que allí comenzó el pasado 1 de diciembre, avanza de récord en récord, y las llamas ya se han cobrado la vida de cuatro personas, entre ellas dos bomberos.
Australia ha registrado esta semana la mayor temperatura media de su historia, con 41,9ºC, un registro muy superior al anterior récord de 40,3ºC, correspondiente a 2013, según datos de la Oficina de Meteorología Australiana (BOM).
Con estas temperaturas medias por encima de los 40 grados centígrados, y en algunos puntos rondando los 50 grados, la jefa de Gobierno de Nueva Gales del Sur, Gladys Berejiklian, declaró el estado de emergencia en su jurisdicción, que se prolongará hasta el próximo jueves. Solo en este territorio permanecen activos casi 100 focos, de los cuales más de la mitad están fuera de control, incluidos dos en la periferia del área metropolitana de Sídney, la capital económica del país.
Efecto del cambio climático
La proliferación de incendios es el resultado de un cóctel explosivo estimulado por un denominador común: el cambio climático. La ola de calor extrema ha coincidido con la grave sequía en la que el país se encuentra sumido desde hace dos años, con una tasa de humedad muy baja, que ha desecado la tierra y las especies vegetales que crecen sobre ella, además de reducir notablemente las reservas de agua de muchas ciudades. Y, por si esto fuera poco, a ello se han unido los fuertes vientos que están golpeando sin descanso la costa oriental australiana, donde se están produciendo la mayor parte de los incendios, lo que aviva las llamas y dificulta las ya de por sí complicadas labores de extinción.
El humo de los incendios ha llegado a envolver a Sídney, aumentando la contaminación del aire a niveles tan peligrosos que las autoridades sanitarias llegaron a declarar la "emergencia de salud pública". Además de Sídney, otras ciudades como la capital, Canberra, superan estos días los índices de contaminación que habitualmente se registran en Bangkok u otras megalópolis asiáticas castigadas frecuentemente con altos niveles de polución.
Defensa del carbón
La oleada de incendios ha multiplicado las protestas dirigidas contra la política climática del Gobierno conservador de Scott Morrison, que se resiste a adoptar medidas de gran calado para combatir el calentamiento global, algo que dejó claro en la reciente Cumbre de Madrid.
La economía australiana depende en gran medida de la exportación de combustibles fósiles, especialmente de carbón, un mineral del que es el mayor exportador del mundo. El Ejecutivo de Canberra no solo no ha elaborado ningún plan para desmantelar progresivamente su industria carbonífera, sino que ha continuado invirtiendo en ella.
Los programas económicos de Morrison no prevén aumentar la ambición australiana en cuanto a recortes de emisiones de carbono, mientras miles de ciudadanos le reclaman que adopte medidas para una transición urgente hacia las energías renovables y una estrategia nacional contra los incendios.
Para 2030, Australia se ha comprometido únicamente a un recorte de entre el 26% y el 28% en sus niveles de emisiones de CO2 en relación a 2005, un porcentaje que se queda muy corto para mantener el aumento de temperatura por debajo de 1,5ºC, tal y como se acordó en la COP21 de París. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU ya ha advertido que las emisiones globales de CO2 deben disminuir al menos en un 45% para esa fecha.
El primer ministro ha irritado aún más a sus detractores al irse de vacaciones a Hawái en plena oleada de incendios. Cientos de manifestantes se han concentrado cerca de su residencia oficial, en Sídney, para exigir nuevas medidas que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, denunciar su ausencia en un momento tan crítico.