Naga, cuando las montañas son la frontera
- El pueblo Naga vive en la región remota que comparten India y Myanmar
- La atención médica tiene que superar fronteras físicas y culturales
Kamor no sabe su cuál es exactamente su edad. “Creo que tengo más de 80 años”, dice. De lo que sí está segura esta anciana es de que “de no ser por Médicos Sin Fronteras (MSF), hoy no estaría viva. Antes de recibir tratamiento, estaba tan enferma que no podía moverme de la cama. Me dolía todo el cuerpo, especialmente el pecho. Pero ahora me siento en forma otra vez”, relata.
Kamor pertenece al pueblo Naga de las montañas del noroeste de Sagaing, en Myanmar. La región autogestionada es una de las partes más remotas del país y el hogar de esta comunidad que vive a ambos lados de la frontera entre India y Myanmar.
El terreno montañoso y las aldeas remotas dificultan la logística y el acceso de los Naga a los servicios básicos de salud. Aún más durante la temporada de lluvias cuando algunas de las aldeas suelen quedarse aisladas durante varios meses. El equipo de MSF tiene su sede en Lahe Town, a cuatro horas en coche por caminos de tierra desde Khamti, el centro administrativo del distrito y el aeropuerto más cercano.
Los únicos dos hospitales que prestan servicios en la región se encuentran en Lahe y Khamti. En la temporada de lluvias, los viajes entre las dos ciudades pueden durar más de cuatro horas e incluso resultar imposibles si hay deslizamientos de tierra o inundaciones.
“Los caminos se vuelven mucho más desafiantes con pequeñas corrientes de agua atravesándolos. Hay momentos en los que tenemos que cargar y empujar nuestras motocicletas (el principal modo de transporte de los equipos de MSF, debido a lo complicado del terreno). A veces los senderos de las montañas se derrumban por deslizamientos de tierra, creando grandes deslaves. En ocasiones, no es posible viajar y tenemos que cancelar algunas de nuestras actividades”, explica Moses Mawlan, técnico de promoción de la salud.
Pueblos con identidad cultural propia
El pueblo Naga está compuesto por muchas tribus y conserva un fuerte sentido de identidad cultural. Muchos habitantes de Naga, particularmente en las comunidades más rurales, viven de la agricultura y la caza. MSF trabaja en Naga desde 2016. Allí ofrece atención médica primaria y derivaciones a hospitales cuando es necesario, además de ofrecer y educación en salud para 15 pueblos diferentes en el municipio de Lahe. Además, la organización da apoyo al hospital del Ministerio de Salud y Deportes (MoHS) en la ciudad de Lahe.
Los equipos de MSF visitan cada una de las 15 aldeas varias veces al mes. El equipo de la clínica móvil siempre incluye un médico y un farmacéutico. Dados los desafíos que enfrentan muchas personas para llegar a los centros de salud, los equipos móviles de MSF pueden ser un salvavidas en emergencias y para aquellos con enfermedades graves. “Como no podía moverme, los médicos de MSF vinieron y me trataron en mi casa. También me dieron suplementos dietéticos para ayudarme a fortalecerme”, apunta Kamor.
La baja cobertura de vacunación también es un problema en las comunidades remotas de Naga, que deja a las personas expuestas a enfermedades prevenibles. Por lo tanto, MSF ha apoyado al Ministerio de Salud en varias campañas de vacunación en los últimos años. En 2018, MSF brindó más de 8.400 consultas médicas a personas que viven en Naga. Las razones más comunes para los pacientes que buscan tratamiento médico son infecciones del tracto respiratorio, dolor musculo-esquelético y diarrea.
Naga está aproximadamente a 1.800 metros sobre el nivel del mar. Durante los meses de invierno, las temperaturas pueden caer por debajo de cero, llegando a ser extremadamente frías por la noche. Así que la mayoría de las personas, que viven en casas de madera con techos de paja, recurren a las chimeneas para dar calidez a la vivienda, secar la carne y cocinar. Las hogueras suelen estar prendidas constantemente, manteniendo las casas calientes, pero provocando también tos e infecciones de las vías respiratorias, algo muy común entre los Naga.
Sensibilizar es la clave
“He visto muchos cambios en mi vida. Recuerdo las diferentes tribus que luchaban cuando era joven, y el establecimiento del municipio de Lahe. Antes de que vinieran los cristianos y los budistas y luego los médicos, solíamos confiar en un chamán cuando estábamos enfermos… A veces incluso nos decían que sacrificáramos un animal”, relata Kamor.
Kyun, una mujer de 70 años con una leve afección en uno de sus ojos, confirma con sus palabras el aislamiento en el que ha estado siempre inmerso el pueblo de Naga: “cuando alguien estaba enfermo, simplemente no había ningún lugar al que ir”, sentencia.
“Las grandes ciudades más cercanas para nosotros son Lahe y Khamti, pero lleva mucho tiempo llegar a ellas, y necesitas una moto. No fue hasta hace muy poco que empecé a ir a ver a los médicos de MSF. Fue por mi ojo: me pica y lo siento muy caliente. Así llevo diez años. Pero ahora ya están trabajando en mi tratamiento", añade esta mujer que ha vivido siempre en esta aldea de Hay Khun.
Ante este panorama, la prevención y sensibilización, así como la información en los avances médicos, son clave para llevar -y que sea aceptada- atención médica a estas aldeas remotas. "Como oficial de promoción de salud, trato de promover cambios positivos en la actitud de las personas para que lleven estilos de vida más saludables. Viajo a aldeas remotas con nuestras clínicas móviles y proporciono educación sobre salud a la comunidad. Vengo de Naga, pero incluso para mí la comunicación a veces puede ser un reto. Hay muchas tribus, y muchas de ellas tienen sus propios idiomas”, explica Moses Mawlan.
Algunas personas del pueblo Naga se siguen quedando en casa cuando caen enfermas. Al no haber personal médico que se desplazara a las aldeas rurales hasta hace poco, sus habitantes tienen poco conocimiento de la salud. Para los Naga, que han vivido la mayor parte de sus vidas sin atención médica, buscarla no es algo a lo que estén habituados. “Para mí, es importante que cambiemos la mentalidad de las personas con respecto a la salud, y la forma de hacerlo es en parte a través de nuestro trabajo de promoción”.
En Naga la gente no confía fácilmente en los extraños. No todos saben que pueden acudir a las clínicas móviles de MSF para recibir tratamiento. Por ello, los integrantes de la organización trabajan mano a mano con los líderes comunitarios de las aldeas. Ellos les ayudan a presentarse y a las comunidades, a generar confianza y a dar a conocer las actividades médicas de MSF.
Ma May Sandi Aung es enfermera e hija de comadrona. “Mi madre es partera y solía trabajar en la división autogestionada de Wa”. Esta muchacha es optimista y compara el contexto donde trabajó su madre con su día día con MSF. “Creo que la educación para la salud ha tenido un impacto: las personas comienzan a ver la atención médica de manera diferente aquí, y la provisión de medicamentos efectivos ha marcado la diferencia".
Kyakin es la hija de Kyun. “Ayer fui a la clínica de MSF por primera vez para una prueba de embarazo. Ya tengo tres hijos, los parí todos en casa sola”, dice.