Las cinco claves de las protestas en India contra el presidente, Narendra Modi
- Una ley de nacionalidad amenaza la constitución laica del país
Sus detractores aseguran que discrimina a los musulmanes
Desde hace dos semanas, la India vive una ola de protestas en las que han muerto una veintena de personas contra una enmienda legal con la que el Gobierno del primer ministro, Narendra Modi, quiere dar la ciudadanía a minorías religiosas inmigrantes mientras deja fuera a los musulmanes.
Estas son las claves de la ley que cumple mañana dos semanas de haber sido aprobada.
Ley de Ciudadanía y Registro Nacional de Ciudadanos
La enmienda a la Ley de Ciudadanía fue aprobada por el Parlamento y es la causante principal de unas protestas cuya magnitud ha tomado por sorpresa al Gobierno de Modi, ganador por una rotunda mayoría en las generales del pasado mayo.
El polémico texto busca regularizar a los inmigrantes indocumentados procedentes de Afganistán, Pakistán y Bangladesh pertenecientes a las religiones hindú, sij, budista, jain, parsi y cristiana y que lleven más de cinco años viviendo en la India.
La enmienda, junto a la intención declarada del Gobierno de llevar a cabo un Registro Nacional de Ciudadanos (NRC, en inglés), similar al censo que excluyó a casi dos millones de personas el pasado agosto en el estado nororiental de Assam, dispararon las alarmas.
Afrenta el laicismo de la India
"Los indios se enorgullecen de su identidad secular", sintetiza a Efe la directora de la organización Human Rights Watch para el Sur de Asia, Meenakshi Ganguly.
Es cierto que las minorías de los tres países vecinos de mayoría musulmana han sido víctimas de violencia, reconoce Ganguly, pero al adoptar esta ley "la India también está discriminando descaradamente según la religión".
Esta es una oportunidad perdida de elaborar una legislación adecuada en un país que acoge desde hace décadas a personas llegadas del Tíbet, Afganistán, Pakistán o Sri Lanka, pero que carece de una ley específica para refugiados ni es parte de los principales tratados de Naciones Unidas que los regulan, explica.
Un "filtro" contra los musulmanes
Otra de las razones por la que la enmienda legal ha desatado las protestas sin precedentes en los últimos cinco años gobernados por Modi es que la minoría musulmana, unos 200 millones de personas, se ve especialmente atacada.
Eso cree el destacado activista Harsh Mander, que subraya a Efe el miedo de los musulmanes a ser relegados a un estatus de ciudadanos de segunda clase. "Los peligros de la Ley de Ciudadanía solo son visibles en relación con el Registro Nacional de Ciudadanos", denuncia Mander, de casi 65 años de edad, y que fue uno de los muchos detenidos el jueves de la semana pasada en Nueva Delhi entre cortes de internet y un fuerte dispositivo policial para evitar protestas.
En Assam, donde como en el resto de estados del noreste hay un fuerte sentimiento antiinmigrante sin importar la religión, el objetivo de la ley es repescar al importante porcentaje de hindúes excluidos en el censo, consideró.
"La agenda consiste en asegurarse de alguna manera de que las personas con identidad hindú que no tienen documentos sean protegidos de convertirse en no-ciudadanos y (la carga) cae solo en los hombros de los musulmanes", explica.
En el resto de la India la intención sería similar, según el activista. Para Mander, el Gobierno de Modi ha declarado "una guerra a los musulmanes desde el principio", primero evitando "por primera vez" presentar a candidatos de esta minoría a las elecciones y luego validando el "peor clima de odio" que la India ha visto.
Una situación que se ha traducido en los últimos cinco años en un aumento de casos de linchamientos a musulmanes a manos de los autodenominados protectores de vacas, con la excusa de impedir el sacrificio ilegal de este animal sagrado para el hinduismo.
Protestas y violencia
Las protestas, que han dejado imágenes de mujeres en primera línea entregando rosas a la Policía pero también de vehículos quemados y manifestantes arrojando piedras, tomaron por sorpresa al Gobierno.
El pasado 15 de diciembre una acción policial en la principal universidad musulmana de Nueva Delhi, la Jamia Millia Islamia, causó una ola de indignación y la rápida multiplicación de las protestas. Las fuerzas de seguridad irrumpieron en el campus sin autorización y desalojaron a los estudiantes de la biblioteca e incluso los baños, dejando un reguero de mobiliario destrozado.
Hasta ahora las manifestaciones han dejado al menos 21 muertos concentrados principalmente en el estado norteño de Uttar Pradesh, en el que las autoridades impusieron restricciones y cortaron internet en varias ciudades, y en Assam, donde fue necesario movilizar al ejército.
Para Mander no es una coincidencia: "Delhi y estados gobernados por el BJP [el partido de Modi] son los únicos en los que esta violencia está ocurriendo, especialmente en Uttar Pradesh. En todo el resto de estados son enteramente pacíficas".
El futuro del censo, comprometido
"Los musulmanes de la India no necesita preocuparse", lanzó Modi durante un acto político el pasado domingo en Delhi, donde trató de llamar a la calma.
Pero Modi también contradijo a las múltiples declaraciones públicas de su propio Ministro del Interior, Amit Shah, y a su programa electoral: "Quiero decir a los 1.300 millones de indios que desde que mi Gobierno llegó al poder, desde entonces hasta ahora, no se ha hablado del Registro en ningún lugar".
Modi también negó la existencia de centros de detención para inmigrantes, una declaración que contradice numerosos informes en medios locales y de organizaciones como Amnistía Internacional (AI).
Nilanjan Mukhopadhyay, analista político y biógrafo de Modi, no da mucho crédito a esas declaraciones. "No sé qué discurso de Modi creer. ¿Me creo lo que dijo el domingo o las varias entrevistas que dio hace meses en las que dijo que iba a implementar el Registro Nacional de Ciudadanos?", asegura.
Para Mukhopadhyay, Modi corre el riesgo de ver cómo las protestas se abren a temas más amplios como la falta de trabajos o el bajo crecimiento de la economía. "Modi debería preocuparse por el hecho de que la gente joven se estén uniendo a las protestas, significa que los jóvenes no están muy convencidos por su propaganda nacionalista", zanja.