Irán y Trump firman tablas para evitar una guerra directa, pero la tensión sigue latente
- El presidente de EE.UU. decide responder solo con sanciones al ataque contra dos bases en Irak al no sufrir bajas
- El régimen iraní da por vengado al general Qasem Soleimani, convertido ya en mártir de su lucha en Oriente Medio
La amenaza de una guerra directa entre Irán y Estados Unidos, que este miércoles hacía contener el aliento al mundo, parece disiparse al comprobar que tanto Teherán como Washington firman tablas tras el ataque con misiles de los iraníes contra dos bases estadounidenses en Irak: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha optado por desescalar el conflicto limitando su respuesta a nuevas sanciones toda vez que no ha habido víctimas, mientras que el régimen de los ayatolás da por vengado al general Qasam Soleimani, asesinado por un dron americano el viernes.
Sin embargo, la tensión entre ambos sigue latente y los expertos en Oriente Próximo consultados por RTVE.es se muestran convencidos de que se producirán nuevos enfrentamientos, sobre todo indirectos, que volverán a elevar la temperatura en la región más conflictiva del planeta.
"Tan prematuro era pensar que estábamos a las puertas de la tercera guerra mundial como creer ahora que se puede hacer borrón y cuenta nueva", subraya Eduard Soler, investigador de CIDOB para el Mediterráneo y Oriente Medio.
"Probablemente ahora baje algo la tensión, porque ha sido una danza que beneficia a las dos partes", indica, a su vez, el analista en cuestiones internacionales Mariano Aguirre, aunque señala que las disputas continuarán y habrá nuevos incidentes. "Los problemas persisten, veremos periódicamente algún pico de tensión", concede, por su parte, Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano y especialista en seguridad y defensa internacionales.
Trump frena la escalada
Lo cierto es que a ninguno de los dos bandos le conviene un enfrentamiento directo, empezando por el propio Trump, consciente de que atacar a una potencia con el ejército más numeroso de Oriente Medio -medio millón de soldados- y un solvente programa de misiles balísticos, como han demostrado los lanzamientos de este miércoles, supondría una empresa aún más compleja e impopular que las interminables guerras de Irak y Afganistán.
"Irán parece que no quiere continuar la escalada, es algo bueno para todas las partes involucradas y algo muy bueno para el mundo", aseguraba en una comparecencia en la Casa Blanca tras los ataques, tras confirmar que no había bajas ni estadounidenses ni iraquíes. El presidente de Estados Unidos ha anunciado nuevas sanciones económicas contra Teherán, ya muy castigado en los últimos tiempos, y ha reclamado que el resto de firmantes del pacto nuclear (Alemania, Reino Unido, Francia, China y Rusia) lo abandonen como ha hecho su país para forzar a los iraníes a negociar otro acuerdo.
En su ánimo y en el de sus asesores debe de haber pesado la perspectiva del año electoral, ya que en noviembre se juega la reelección. "No le gusta cometer errores y se había metido en un avispero", opina Arteaga, que señala que seguramente "le preocupa que le puedan atribuir en su país las muertes de soldados" en una guerra, una estrategia que ya abrió Barack Obama, primando las medidas indirectas -sanciones económicas, bombardeos aéreos o ataques selectivos con drones, como el que mató a Qasam Soleimani- frente a la intervención directa.
"Es coherente con la línea política que mantiene desde que era candidato: no entrar en lo que llama las 'guerras que no acaban nunca' y no implicar tropas en el combate, porque su electorado no quiere que sus hijos y nietos vayan a guerras lejanas", abunda Aguirre. Soler coincide en que Trump no parece "con demasiado apetito por ir más lejos en el conflicto", aunque advierte que su estrategia electoral pasa por mostrar "fortaleza, que es distinto que Obama y que le temen", por lo que no descarta que, si cree que se le percibe débil, pueda reaccionar con más virulencia.
Irán da por cumplida su venganza
Tras el ataque de este miércoles, en cualquier caso, el presidente estadounidense tenía crédito para rebajar el tono, tal como él mismo ha dejado claro en su discurso, al recordar como victorias de su Administración la eliminación de Soleimani o la de eliminación de SoleimaniAbu Bakr al Bagdadí, el líder del grupo terrorista Estado Islámico.
De la misma forma, Irán ha sacado pecho por la operación Mártir Soleimani -los medios oficiales han hablado de la muerte de "80 terroristas americanos" en los ataques contra las bases de Ain al Asad y Harir-, pese a que la ofensiva ha sido muy prudente: "Es un ataque muy calculado, muy medido y muy simbólico, para satisfacer a su gente", asegura Mariano Aguirre, que recuerda que el primer ministro iraquí, Adil Abdul-Mahdi, ha declarado que Teherán les alertó por adelantado del lanzamiento de misiles contra bases que comparten con los estadounidenses y que ya estaban en alerta máxima.
La maniobra permite al gobierno iraní aglutinar a su población contra el enemigo exterior y desactiva, aunque sea solo por un tiempo, las protestas sociales contra la precaria situación económica, causada en buena parte por las sanciones estadounidenses. Lo que no elimina todos sus conflictos internos, puesto que el líder supremo, el ayatolá Alí Jameneí, ha vuelto a reclamar públicamente represalias tras el ataque de este miércoles.
Teherán, además, pierde un general reconocido pero gana un mártir, una figura que siempre será útil esgrimir para legitimar su acción o la de sus aliados regionales, desde el régimen sirio a Hezbolá, pasando por los rebeldes hutíes en Yemen o las milicias chiíes de Irak. Y se ve reforzado en su pretensión de vulnerar, poco a poco, los límites del acuerdo nuclear, ante la incapacidad del resto de firmantes, especialmente los europeos, de garantizarle su cumplimiento en el ámbito económico por la presión de Washington.
Presión y escaramuzas regionales
“Los dos pueden empezar a aparecer como vencedores ante sus respectivas opiniones públicas“
"Los dos pueden empezar a aparecer como vencedores ante sus respectivas opiniones públicas", zanja Eduard Soler, que subraya como habrá que evaluar cuidadosamente los siguientes pasos sobre el terreno y en el aspecto comunicativo para saber hacia dónde se dirigirá ahora la disputa.
Félix Arteaga destaca que la presión de las sanciones está radicalizando la política iraní, por lo que considera que Teherán seguirá vulnerando el pacto nuclear y avanzará hacia la consecución de armas nucleares. Mientras tanto, pondrá en marcha su red regional para hostigar a Estados Unidos: "Irán tiene una buena base para obligar a Trump a hacer algo que no quiere, seguir allí e incluso aumentar su presencia". Washington, que tiene bases militares en Irak, Arabia Saudí, Catar, Baréin, Kuwait, Turquía y Afganistán, además de presencia en Siria, ya ha anunciado recientemente un refuerzo en la región de más de 3.000 soldados.
"Puede bloquear el estrecho de Ormuz [el paso marítimo que concentra el 20 % del tráfico de crudo del mundo], trabar las negociaciones de paz en Yemen... Crearle líos a Estados Unidos, ponérselo complicado", apostilla Mariano Aguirre.
Trump, por su parte, parece decidido a mantener su política de máxima presión sobre el régimen de los ayatolás. Pero ya sabe que Oriente Medio es un escenario complejísimo en el que se sabe cómo se entra pero no cómo se sale y, dado que su ambición siempre ha sido salir de una región que no le interesa ni a él ni a sus votantes -"Somos independientes y no necesitamos el petróleo de Oriente Medio", recordaba este miércoles-, se le diría poco inclinado a entrar en provocaciones en pleno año electoral. En todo caso, el conflicto sigue abierto.