Lisboa toma el relevo a Oslo como Capital Verde Europea 2020
- Es la primera capital del sur de Europa en recibir el reconocimiento y la segunda de la Península, después de Vitoria-Gasteiz
- La ciudad portuguesa pretende plantar más de 100.000 árboles en un año e inaugurar un museo sobre el reciclaje
El título de Capital Verde Europea ha pasado oficialmente este sábado de Oslo (Noruega) a Lisboa (Portugal), la primera capital del sur de Europa en contar con esta denominación y la segunda ciudad de la Península Ibérica en recibirla, después de que Vitoria-Gasteiz consiguiera este reconocimiento en 2012.
Para ello, Lisboa ha desplegado sus mejores galas y tras cubrir de carteles la ciudad con el lema “Elige evolucionar”, ha dado el pistoletazo de salida de “su año verde” con una ceremonia de inauguración en el emblemático parque Eduardo VII, a la que han acudido el Secretario General de la ONU, el portugués Antonio Guterres, el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, el primer ministro, António Acosta, y el alcalde de la ciudad, Fernando Medina.
“Lisboa es desde hoy la Capital Verde Europea. Lo hacemos con orgullo, sentido de responsabilidad, alegría y satisfacción", ha dicho Medina, que ha añadido que ante la emergencia climática también "tenemos la obligación de dar respuestas, claras y efectivas".
Tras estas palabras, ha comenzado la agenda de eventos portuguesa, en la que se esperan actividades como la plantación de 100.000 árboles hasta 2021, exposiciones y talleres ambientales, la inauguración de un museo dedicado al reciclaje, la celebración del Congreso Europeo de Movilidad y la puesta en marcha de la Conferencia de los Océanos de la ONU.
¿Por qué Lisboa?
El título, otorgado por la Comisión Europea (CE) y que le fue notificado a la ciudad el pasado junio, pretende reconocer “el viaje hacia la sostenibilidad durante un período de crisis económica” de Lisboa, según explicó la institución en un comunicado.
La CE que ha dotado a la capital portuguesa con 350.000 euros a la que se sumarán, según Efe, al menos 60 millones de inversión por parte del país para cumplir con la agenda verde, también elogió que los objetivos de la ciudad “puede ser una inspiración y un modelo a seguir para muchas ciudades de la Unión Europea”.
Y es que Lisboa se ha propuesto disminuir hasta en un 60% las emisiones de CO2 para 2030, conseguir la neutralidad de carbono para 2050 y que, en dos años, el 25% de la ciudad esté formada por espacios verdes. La ciudad apostará por medidas como la reunificación de tarifas de transporte público, la ampliación de los más de 200 km de carril bici y la modernización de la gestión de agua, entre otras.
Además, se aplicarán en ella multas, de entre 25 y 250 euros, por arrojar colillas al suelo, según aprobó el Parlamento del país el pasado año 2019 y se prohibirá a los establecimientos vender bebidas en recipientes de plástico de usar y tirar con el objetivo de reducir la presencia de estes material, tanto en los entornos urbanos como naturales.
Gran acogida entre los ecologistas, que llaman a “no perder la ambición”
El reconocimiento europeo ha tenido, en general, una buena acogida entre los grupos ecologistas portugueses, sin embargo, algunas organizaciones piden "no perder la ambición". "Vemos con buenos ojos que Lisboa sea denominada Capital Verde Europea. Creemos que, en los últimos años, la ciudad ha estado haciendo un gran esfuerzo para mejorar los problemas de sostenibilidad” ha explicado a RTVE.es, el director ejecutivo de la Sociedad Portuguesa para el Estudio de las Aves (SPEA), Domingos Leitão.
Sin embargo, Leitão advierte que esto “no es suficiente” y que Lisboa necesita, por un lado, "apostar más por los verdaderos espacios verdes" y, por otro, dejar de “ignorar” el impacto del aumento del “turismo de masas” en el medio ambiente, al haber sido nombrada hasta en tres ocasiones seguidas ‘Mejor destino turístico’. “Aunque esto es positivo para la economía, el turismo de masas tiene consecuencias ambientales y hasta ahora se han ignorado. Lisboa todavía tiene que recorrer un largo camino para hacer que el turismo de masas sea compatible con la vida de la ciudad”, ha defendido.
Críticas por la construcción de un nuevo aeropuerto en la región
La directora de conservación de APN-WWF, Catarina Grilo, por su parte, ha calificado el reconocimiento como “justo y apropiado”, pero aclara: “Debemos recordar que no es un premio, es decir, no la reconoce por haber llegado a un cierto nivel de sostenibilidad, sino que ha hecho progresos muy significantes en diferentes dimensiones relacionadas con el medio ambiente”.
Además, ha señalado que, aunque “confían en que se cumplirán los objetivos”, se debe mejorar áreas como la reducción y gestión de residuos, la contratación pública sostenible, la reducción de la contaminación acústica o el desarrollo de una “exhaustiva” evaluación del impacto ambiental sobre los efectos que tendría en el Estuario del Tajo la propuesta de construir el nuevo aeropuerto en Montijo, algo que ha suscitado críticas en algunos grupos ecologistas.
El legado de Oslo y el horizonte en la finlandesa Lahti
Con la toma del relevo de Lisboa, Oslo se ha despedido de un año marcado por más de 550 actividades relacionadas con la adaptación al cambio climático y el cuidado del medio ambiente que se han realizado en la región.
Como legado de la capital Noruega quedan iniciativas como ‘Ciudad Libre de coches’ donde más de 1.000 áreas de aparcamiento han sido eliminadas para dedicarlas a otros usos públicos o la reapertura de más de una decena de canales y ríos en suelos urbanizados.
El próximo año 2021, tras Lisboa, el título volverá en al norte de Europa con la ciudad finlandesa de Lathi, que se impuso a las candidatas francesas Lille y Estrasburgo. De ella, la Comisión Europea reconoció sus planes de calidad del aire por ser pionera en este ámbito desde 1997 y su sistema de gestión de residuos de “alta calidad” que permite la simbiosis industrial, es decir, las colaboraciones “innovadoras” entre empresas para dar nuevos usos a los materiales.
Vitoria-Gasteiz también fue Capital Verde Europea en 2012
España solo ha recibido la denominación de Capital Verde Europea en una ocasión y fue por la ciudad vasca de Vitoria- Gasteiz en 2012. De ella, se destacó el trabajo de recuperación de los parques y bosques de la periferia y que acabaron por conformar el conocido como ‘Anillo Verde’ de Vitoria-Gasteiz.
En otras categorías, como la Hoja Verde Europea para ciudades entre 20.000 y 100.000 habitantes, sí se han conseguido más reconocimientos, habiendo sido galardonadas Cornellá de Llobregat en 2019 y Mollet del Vallés en 2015.
Con estos títulos simbólicos, elegidos desde 2008 por un panel de expertos y basado en doce indicadores ambientales, la Unión Europea busca poner en relieve el papel de las ciudades en el cuidado del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, ya que según cifras de la ONU, estas serían las responsables de aproximadamente el 70% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero derivadas de la energía que, según afirma la organización mundial, “absorben el calor y provocan el calentamiento de la Tierra”.