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Piñera anuncia una reforma de las pensiones tres meses después del estallido social

  • La iniciativa pretende implementar un aumento gradual del 6% en las cotizaciones, pasando del 10% al 16%
  • A pesar de que las nuevas medidas anunciadas por el ejecutivo, el descontento aún permanece en las calles

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Manifestantes protestan hoy viernes, en las calles de Santiago de Chile, en contra del gobierno del presidente Sebastián Piñera.
Manifestantes protestan hoy viernes, en las calles de Santiago de Chile, en contra del gobierno del presidente Sebastián Piñera.

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, ha anunciado durante la madrugada de este jueves una reforma del criticado sistema de pensiones, privado y basado en la capitalización individual. La decisión llega cuando están a punto de cumplirse tres meses del grave estallido social que asola al país.

La iniciativa, que se presentará esta semana al Parlamento, pretende implementar un aumento gradual del 6% en las cotizaciones, que pasarían del 10% actual hasta el 16%.

Un 3% del incremento de la cotización lo pagará el empleador, se sumará al 10% actual e irá a la cuenta de ahorro individual del trabajador. El otro 3% también estará a cargo del empleador, contará con un aporte inicial del Estado y se destinará a un fondo público, denominado Fondo de Ahorro Colectivo y Solidario.

Este nuevo fondo es otra de las novedades y sumará un pilar de ahorro colectivo al sistema previsional chileno para entregar "un aporte adicional a los jubilados actuales y futuros y beneficiará de manera especial a las mujeres, la clase media y los adultos mayores con dependencia severa", explicó Piñera.

En la actualidad, el modelo de pensiones chileno tiene como base el ahorro individual obligatorio, gestionado por empresas privadas -Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), que aportan de promedio una pensión mensual de unos 220 dólares-, y una pequeña participación estatal a través del llamado Pilar Solidario, dirigido a los más pobres y a quienes tienen las pensiones más bajas.

Un sistema para garantizar que no se viva "por debajo de la línea de pobreza"

Esta nueva remodelación del proyecto prevé un aumento de 56.600 pesos mensuales (cerca de 73 dólares) para los hombres, lo que significa un aumento promedio de 20% de sus pensiones y beneficiará a más de 500.000 pensionados. En el caso de las mujeres, serán 70.800 pesos al mes (unos 91 dólares), que supone hablar un incremento del 32% de sus pensiones y podrán gozar de ella más de 350.000 pensionadas, en palabras del líder chileno.

"Con estas reformas, se garantiza que ningún pensionado quede por debajo de la línea de pobreza y que las pensiones de aquellos que hayan cotizado por 30 años o más estén siempre por encima del monto actual del salario mínimo", que es de 300.000 pesos chilenos (cerca de 400 dólares), ha señalado Piñera.

El presidente ha afirmado que esta reforma "representa un cambio estructural" del modelo de pensiones. Además de la novedad del fondo, también se podrá apreciar la apertura de la administración de los fondos de pensiones a otros actores que no sean las AFP, como las sociedades sin ánimo de lucro o cooperativas de afiliados para "fortalecer la competitividad de la industria", entre otras cosas.

"Chile ha sido un país ingrato con nuestros adultos mayores. Uno de los grandes temores que acechan a muchos de nuestros ciudadanos, además de la enfermedad o la delincuencia, es no tener los recursos necesarios para enfrentar con dignidad la tercera edad", ha reconocido Piñera.

Estos cambios propuestos por el presidente se suman a los ya aprobados el pasado diciembre para aumentar en hasta el 50% las pensiones más bajas.

Un modelo más que cuestionado

El sistema fue diseñado por José Piñera, uno de los hermanos del actual mandatario, e instaurado durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Su cambio hacia un modelo más solidario es una de las principales demandas del estallido social que vive el país desde octubre, el más grave desde la restauración de la democracia y que ha visto cómo al menos 27 personas han perdido la vida.

Las manifestaciones, que comenzaron en respuesta a un aumento en la tarifa del metro y se convirtieron en un clamor contra la desigualdad, han perdido fuerza, pero sigue existiendo descontento en las calles y la crisis parece lejos de solucionarse, pese a otras medidas sociales anunciadas por el Gobierno y al plebiscito sobre una nueva Constitución.