Mejor actriz en los Goya: Madre no hay más que una

• Las cuatro nominadas (Greta Fernández, Marta Nieto, Belén Cuesta y Penélope Cruz) son cuatro versiones de la maternidad

Las nominadas al Goya a mejor actriz: cuatro personajes incontestables

Porque sí, porque las cuatro actrices que luchan por llevarse el premio a casa lo hacen con cuatro personajes que tienen en la maternidad su mejor arma. Porque las cuatro llegan con personajes femeninos de esos que siempre se reclaman y que no siempre aparecen. Porque las cuatro encarnan cuatro personajes incontestables y aplaudidos por unanimidad. Porque las cuatro son cuatro fantásticas con ganas de adoptar.... a Goya.

La niña con ojeras

Tenía que interpretar a una niña con ojeras. Una niña mujer a la que las sombras de su mirada se las ha regalado una maternidad temprana y un entorno hostil. Una niña que lleva sobre sus espaldas una vida que no le tocaba vivir. Una niña que es la mujer Greta Fernández. Veinticuatro años y una carrera de fondo de esas que no hacen ruido pero que cautivan. Paso a paso, piano piano. Agazapada hasta conseguir su primer protagonista. Paciente hasta que le llegara Belén Funes esperando su momento. De la fusión de ellas nació La hija de un ladrón.

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Sorpresa en San Sebastián, debut con honores y la niña se hizo mayor. El bautizo de Greta en la primera liga del cine tuvo el mejor regalo: la concha de plata a la mejor actriz. Dice que 'papá' -como llama a su padre en la vida real y en la ficción, el siempre imponente Eduard Fernández- le decía de niña que había que interpretar a muchos 'payasos feos' (personajes de reparto) para acabar siendo protagonista. Ella ha seguido sus consejos, y el resultado. se llama Sara.

Una mujer en sombras

​Sabía que no era fácil, que interpretar a Rosa era uno de esos viajes que marcan una carrera y una vida. Sabía que podía hacerlo, aunque tuviese miedo, aunque dudara. Y sabía que en esa trinchera iba a estar cuidada por Jon Garaño, Jose Mari Goenaga y Aitor Arregi, los directores de la película, y por su compañero enterrado en vida: Antonio de la Torre. Belén Cuesta opta al Goya como protagonista, ya fue nominada como revelación y reparto. Así que es la tercera vez que intentará llevárselo a casa.

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Y no, los nervios dice, no se calman. Esta vez juega en casa, en su tierra, Málaga, la ciudad donde estudió Arte Dramático, en la que trabajó de figuración en las producciones que a cada momento se rodaban en la Costa del Sol y a la que ahora vuelve como actriz consagrada. Pisará la alfombra del Pabellón Martín Carpena agarrada de esa Rosa que la ha acompañado los últimos meses, rodeada de los suyos, familiares y amigos, y horas después de haber celebrado su 35 cumpleaños. Jugadas del destino: nació un 24 de enero. Es fácil imaginar qué regalo le gustaría recibir el 25.

Jacinta Cruz

Acostumbrada a dejarse modelar por las indicaciones de sus directores, hay uno que usa el cincel con ella como nadie. Penélope se hizo actriz por Almodóvar, Penélope soñó con hacer cine tras ver Átame, Penélope aceptó con responsabilidad y vértigo el regalo que le ofrecía el manchego universal: interpretar a la que fuera el faro de su vida... su madre. Y así, midiendo cada gesto, tirando de tantas y tantas anécdotas y momentos vividos, empapándose de su vitalidad y lucha: Penélope se transformó en Jacinta Mallo (Francisca Caballero).

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Con ella la actriz se ha enfrentado a uno de los papeles más complejos de su carrera: la de una mujer atada a la tierra y a su hijo. Entre la tradición y la modernidad, entre la España en blanco y negro y la que su hijo quería transitar en Technicolor. Y lo ha hecho como ella sabe: con respeto, responsabilidad y con mucho mucho amor. Penélope le devuelve al escultor que mejor la sabe esculpir la Jacinta que soñaba desde que Francisca se fue. Plusmarquista mundial, Cruz ha batido este año el récord que hasta ahora ostentaba su colega Maribel Verdú: ya es la actriz con más nominaciones a los Premios Goya, 12. Si ganase el domingo tendría un cuarto en su estantería.

La loca de la playa

Andar y andar, andar para olvidar. Con los pies descalzos y la mirada perdida. Con el corazón roto y la cabeza fría, con ese dolor que la ha rajado de arriba abajo. Una mujer a la que se le apagó la vida una tarde en una playa de Francia, cuando su hijo se fue y nunca volvió. Marta Nieto supo aprovechar la oportunidad que le dio Rodrigo Sorogoyen con ese corto que nos dejó congelados mirando al mar en 2018. Premio Goya, nominación al Oscar, y la promesa de su equipo de que aquella historia era el germen de otra.

Así ha sido, y Madre se hizo largometraje. Llegaba el momento de que Nieto demostrase lo que muchos sospechábamos desde su apabullante debut en El camino de los ingleses (2006) y lo ha hecho sin salvavidas. La actriz ha buceado en sí misma, ha reído, ha llorado, ha sufrido, ha aprendido. y ha salido exhausta pero ilesa de aquel rincón de Las Landas donde las tablas de surf las arrastran toneladas de lágrimas. Venecia supo valorar su talento concediéndole el Premio a la mejor actriz en la Sección Horizontes. El empujón definitivo para una actriz que dice adiós a sus miedos, que asegura que ahora es otra, y que entre premio y premio, rasca momentos para volcarse en el guión del que quiere, sea su primera película como directora.