'Aquí nunca pasa nada', el poder y los superhéroes
- Javier Marquina, Javier Ortíz y Guillermo Montañés nos presentan una descarnada versión del género
- “En el mundo real Superman sería un villano”, aseguran
Seamos sinceros, conociendo a los seres humanos, si alguien tuviera superpoderes lo último que alguien haría sería ponerse un pijama de colores y dedicarse a salvar al mundo. Seguramente se dedicaría a enriquecerse y a aprovecharse de los más débiles. Ese es el punto de partida de Aquí nunca pasa nada (GP Ediciones), de Javier Marquina (guion), Javier Ortiz (dibujos) y Guillermo Montañés (color). Un cómic que aporta una mirada novedosa a un género muy trillado.
“Mi visión del superhéroe es la de un aficionado añejo –asegura Marquina-. La de alguien que ha crecido leyendo cómics de Marvel y DC pero que con los años ha acabado derrotado por la mediocridad de la mayoría de las series de sus personajes preferidos. Quería hacer mi propia versión de unos héroes con los que me aficioné a este maravilloso arte, un cómic de mallas y capas que a mí me gustaría leer y que yo, sin duda, disfrutaría”.
“No creo que haya cosas nuevas que contar, pero sí muchas maneras nuevas de hacerlo -continúa el guionista-. Para mí el guion no es una cuestión de “qué” sino de “cómo”. Es la forma la que convierte a la historia en algo único, en algo diferente y en algo que puede sorprender al lector, y es allí donde he tratado de jugar con Aquí nunca pasa nada. Tratar de ser original con la idea en un mundo en el que se publican decenas de miles de obras al año es casi imposible, sobre todo teniendo en cuenta que, al final, todo lo que contamos gira en torno a tres o cuatro ideas básicas y arquetípicas”.
“Yo destacaría el desafío, la valentía y la frescura con la que nos enfrentamos a un tema casi tabú como el "metahumano" en el mercado nacional -añade Javier Ortiz-. No paramos de escuchar que una apuesta arriesgada, pero pensamos que las historias son buenas o malas, más allá de su temática. Centrándome más en el contenido de nuestro cómic, destacaría el mensaje que se plantea como eje principal de esta historia (y sus posibles secuelas) en torno a la relación directa entre poder y corrupción del alma”.
“Superman no puede ser bueno”
Marquina está convencido de que si existieran los superhéroes, serían malvados: “Creo que el poder corrompe. Y que el poder total lleva aparejada la impunidad. Nadie puede castigarte. Y si nadie puede castigarte… ¿por qué no infringir las leyes? ¿Por qué no hacer lo que te da la gana? ¿Por qué no acabar con todo lo que te molesta? Es una idea demasiado golosa como para no tenerla en cuenta”.
“No comprendo al personaje de Superman, por ejemplo –añade el guionista-. Un ser de ese nivel de poder no puede ser bueno. Es imposible. Cuando tienes en tus manos la opción de cambiar la realidad en la que vives, la usas. Sin importar el precio. El problema real viene cuando ya los has hecho todo. Cuando no te queda nada más por cambiar. Cuando llega el ocio. Y el cansancio. Y la desidia. Ser bueno es muy aburrido, y todos odiamos aburrirnos”.
Tres amigos todopoderosos
Aguí nunca pasa nada está protagonizado por varios personajes con superpoderes. Nadie escapa a su control y el que lo intenta, muere. “Pueden hacerlo todo y ninguno de los tres es una persona especialmente bondadosa o agradable –afirma Marquina-. También es la historia de un rebelde que quiere cambiar lo establecido y de las cosas que hará para conseguirlo”.
“El tebeo gira en torno a 5 protagonistas –añade-. Bueno, cuatro y medio en realidad. Carlos, Bruno, Esteban, Víctor y Alex. Carlos, Bruno y Esteban son el trío que lo controla todo, y Víctor y Alex los dos rebeldes que quieren acabar con el sistema. Cada uno representa un personaje icónico del mundo superheroico y creo que es muy fácil descubrir quién es quién. Por ejemplo, Carlos es Superman. Los demás se los dejo a los lectores. Es un pequeño juego que a mí siempre me ha gustado mucho resolver en los tebeos de realidades paralelas y visiones alternativas. Reconozco que el papel de Alex es bastante circunstancial, pero creo que los otros cuatro tienen personalidades muy marcadas y acordes con lo que luego van haciendo en el cómic”.
“Supongo que están a medio camino entre la parodia, el homenaje y lo que serían estos superhéroes en el mundo real –continúa el guionista-. Hay mucha admiración y respeto en esta obra y, a la vez, mucha mala baba y muchas ganas de destruir un modelo de héroe muy ñoño y poco atractivo, muy poco acorde con los tiempos en los que vivimos. Pero sobre todo creo que hay conocimiento y respeto. Para destruir algo, primero tienes que conocer perfectamente cómo funciona”.
En cuanto al mundo en el que se desarrolla la historia: “Podría ser el nuestro perfectamente –afirma Marquina-. Es un mundo en el que el principal activo es el poder, y son los poderosos los que lo dominan todo, controlando la vida y la muerte de los humanos pobres e insignificantes con una indolencia e impunidad absoluta. Yo diría que eso suena demasiado a nuestro día a día, desgraciadamente. Gente poderosa que no escucha al pueblo, al que solo le importa su propio interés y que nos usa como carne de cañón…”
Una narración original
Destacar también la originalidad de la narración: “Intento que no sea completamente lineal, pero tampoco quiero que sea demasiado compleja como para llegar a confundir al lector -nos cuenta Marquina-. Mis cómics son, ante todo, cómics que pretenden ser entretenidos y disfrutables, y si es posible, dejarte un pequeño poso de reflexión al final. En “Aquí nunca pasa nada” hemos intercalado las historias del origen de los protagonistas como elemento disruptor, que sirve a la vez para presentarlos y para profundizar en ellos con pequeñas historias que complementan la original. Esto es también un homenaje a los cómics de superhéroes que leía de niño. Mi parte favorita era siempre cuando presentaban un nuevo héroe o villano y contaban su origen en dos o tres páginas…”
“Al mismo tiempo –añade el guionista- , los diálogos son claves. Fundamentales. Son los que marcan la personalidad de los actores y el cómo se relacionan entre ellos. Su voz nos lo dice todo de ellos, e indican la muy peculiar relación de, por ejemplo, Carlos y Bruno. Intento que en los diálogos recaiga toda la carga ácida e irónica del cómic, dejando que la parte más literaria y lírica, si lo preferimos, esté en los cuadros de texto. Me he fijado mucho en cómo utilizan los diálogos gente como Warren Ellis y Grant Morrison, dos guionistas que me gusta mucho leer”.
Esas son algunas de las razones que llamaron la atención de Javier Ortiz: “En cuanto a lo que me atrapó, podría decir que fue un conjunto de varias cosas. Para empezar la confianza que depositó Javier Marquina en mí y en mí estilo, ya que nunca antes había dibujado nada en un ámbito de carácter profesional. Por otra parte, tengo que decir que dibujar es mi gran pasión y mi objetivo es poder llegar a ganarme la vida del dibujo, a poder ser, metido en el mundo del cómic norteamericano de "supers". Imagina mi cara al explicarme Javier por primera vez su guion y descubrir que va precisamente sobre lo que más me gusta dibujar... subidón!”
Pero también le ha supuesto varios desafíos: “Considero que el conjunto es el mayor desafío en sí mismo –añade Ortíz-. Podría hablar sobre la anatomía, la perspectiva, los ritmos, etc. Sin embargo, considero que el mayor desafío es conseguir que la historia en sí tenga una cohesión digna de su mensaje. Creo que, personalmente, conseguir enhebrar el guion, las escenas y los personajes para que, más allá de lo estético, el público sea capaz de sumergirse en la propia historia es el mayor reto a superar. Espero haberlo conseguido”.
Creando un nuevo mundo
Como encargado de recrear este mundo y los protagonistas, Javier Ortiz nos comenta de donde sale el aspecto visual del cómic: “La estética y la personalidad de los personajes, así como sus referencias procedentes del otro lado del Atlántico, venían ya explicadas en el guion que me pasó Javier. No tardamos mucho en cuadrar lo que el tenía en mente con las propuestas para cada uno de los personajes que le iba pasando. Fue un trabajo muy fluido y muy grato, la verdad”.
Personajes que os recordarán a famosos superhéroes: “Creo que de un solo golpe de vista se pueden reconocer a todos los personajes "homenajeados", ja, ja –asegura Ortiz-. Como bien dice Javier, los superhéroes son la mitología moderna, y para esta historia creo que se han empleado referencias capitales, tanto para el bien y el mal, de las dos grandes casas de metahumanos estadounidenses”
En cuanto a su estilo, Ortiz nos comenta que: “Ufff. Me hizo especial ilusión cuando un chaval observó un dibujo mío en un folio y dijo: "este parece ser de Javier Ortiz". Me encantaría sobretodo eso, poseer un estilo particular y reconocible”.
“Mi estilo lo considero dinámico, plástico, adaptado sobre todo al género de acción -continúa-. Como ya he comentado este género fue la base de mi cultura en el cómic. Es el acento que oyes de pequeño en casa cuando tus padres están hablando y, aun sin querer, pasa a formar parte de tu manera de hablar. Es irremediable”.
En cuanto a sus principales referentes, Ortiz nos confiesa que: “El primer artista que vi y dije... ¡wow, de mayor quiero ser ese tipo! fue Jim Lee. Digamos que Lee marcó mi hoja de ruta. Con el tiempo comprendí que no puedes tratar de dibujar como otro, ya que ese no es el camino. Actualmente, mi gran referente es Ryan Ottley (Invencible). No conozco otro estilo que me haya gustado tanto de todos los que he visto. Derrocha frescura y dinamismo hasta en las escenas más tediosas. .. un grande Ryan”.
Aun así, Ortiz asegura que: “Creo que no hemos rendido ningún homenaje a nadie en especial. Pero tengo que decir que (alerta: SPOILER) la escena del cabezazo de Carlos a Viktor, al menos para mí, es una humilde síntesis de como Invencible acaba con Conquest (de lo mejor que he visto nunca en un comic)”.
Destacar también el color de Guillermo Montañés. “El color en esta obra –confiesa Ortiz- es el rayo que le infunde vida al cuerpo inerte del monstruo de Frankenstein, tal cual. Creo que para lograr la cohesión total de la obra era necesario el color de Guillermo. Somos compañeros de aventuras en las dos obras profesionales que tenemos publicadas y creo que, tras más de 150 páginas trabajando codo con codo, hemos llegado a entendernos y complementarnos muy bien”.
“Es impresionante ver cómo le paso a Guillermo las páginas a blanco y negro y él es capaz de darles tono, sentimientos y atmósfera a todo lo que ocurre dentro de ellas. Solo tengo palabras de agradecimiento hacia el” –concluye Javier Ortiz-.
Sus proyectos
Preguntamos a Marquina si podríamos estar viendo el comienzo de una saga: “Ya sabes… si vende… Lo que está claro es que las posibilidades son infinitas. De hecho, intento que muchas de las cosas que creo tengan un mundo sólido en el que luego poder seguir jugando. No se rompe el juguete en la primera partida, sobre todo si te diviertes mucho con él, y hay infinidad de superhéroes y supervillanos que adaptar y muchas historias que contar con estos personajes”.
En cuanto a los proyectos de Javier Marquina destaca su programa de raio: “En lo personal, empezar con ‘Ondas Gamma’ en Aragón Radio ha sido todo un acontecimiento para mí. Ya llevaba varios años haciendo radio en el programa/podcast Solo hablamos de historietas, pero Ondas Gamma es un salto hacia adelante ya que allí yo soy el presentador y el guionista en solitario. Me han dado total libertad para hacer el programa que yo quiero hacer, y me parece fundamental que los medios públicos divulguen y fomenten la lectura del cómic. Creo que RTVE es un ejemplo perfecto de esta labor, básica para esta industria siempre renqueante del tebeo en España. Llevo ya 20 programas y espero hacer muchos más…”
“En cuanto a proyectos –añade Marquina-, la verdad es que estoy disfrutando de la repercusión que Abraxas tuvo en el medio, y actualmente estoy metido en un buen número de cómics. En junio sale un tebeo sobre los tercios llamado 1585: Empel dibujado por Jaime Infante y editado por Cascaborra. También confío en que este año salgan a la venta dos proyectos más: uno llamado Balas de punta hueca dibujado por Víctor Camacho y editado por Grafito y La tercera ley de Newton, ilustrado por Víctor Solana y editado por Sallybooks. La verdad es que no me puedo quejar. Estoy trabajando con artistas fantásticos y haciendo los cómics que quiero hacer. Ahora solo falta empezar a ganar dinero…”
En cuanto a Javier Ortiz: “Tenía sobre la mesa 3 guiones para preparar dossier y presentárselos a las editoriales nacionales, pero finalmente he tenido que descolgarme. Esto es debido a que a lo largo de este año voy a preparar una serie de historias cortas para una editorial estadounidense (de momento no puedo decir nada más), combinándolo con seguir mi formación y también seguir ampliando mi portafolio. Respecto a esto no querría dejar pasar la oportunidad de darle las gracias a amigo y profesor David Daza, sin el cual no habría sido posible emprender esta nueva aventura tan ilusionante para mí, ojalá que dé sus frutos”.