'La confesión', sexo, secretos y viñetas
- Un cómic de Fernando Llor y Román López-Cabrera sobre cómo gestionamos los secretos
- También hablan sobre la imagen que proyectamos a los demás
Todos tenemos secretos inconfesables y cuidamos la imagen que damos a los demás aunque, a veces, tengamos que ocultar nuestra verdadera identidad. Un juego de máscaras sobre el que gira el interesante cómic La confesión (The Rocketman Project), del guionista Fernando Llor y el dibujante Román López-Cabrera, protagonizado por una joven que tiene su propia webcam erótica.
“La confesión surge de una premisa sencilla: todos tenemos secretos –asegura Fernando-. Lo que más me interesaba tratar es cómo gestionamos esos secretos, hasta qué punto somos capaces de retorcer la realidad o construirnos una máscara social tan fuerte como para salvaguardar todo aquello que podría avergonzarnos, comprometernos o que simplemente preferimos mantener en la intimidad”.
“No hay quien no guarde un secreto –añade Román-. En una sociedad, con convenciones sociales y códigos de conducta, son inevitables, pero también traen consecuencias. El tema de los secretos y las dobles vidas siempre me ha parecido tremendamente interesante, e incluso ha sido el leitmotiv de alguna de mis obras anteriores. Este fue otro de los puntos que me atrajo del guion, ya que era como retomar un viejo interés, desde un prisma distinto”.
Una trepidante combinación de géneros
Fernando nos resume el argumento del cómic: “Bárbara tiene un secreto: se dedica a hacer sesiones de webcam erótica en su habitación y necesita contarlo de algún modo, liberarse de la carga de no poder expresarlo por lo que pudiese pasar. Para ello crea un sistema: una libreta en la que quien quiera puede anotar sus secretos de forma anónima. El problema llega cuando alguien cuenta algo tan difícil de asumir que hace que todo salte por los aires”.
Un cómic que es una trepidante combinación de temas y géneros. “Yo creo que sí que existe cierta mezcla de géneros –afirma Fernando-, por un lado tendríamos un costumbrismo actual, algo así como un slice of life de una chica de instituto, pero luego se convierte en un thriller que recurre a tropos clásicos del género”.
Esa mezcla de géneros atrajo al dibujante, Román López-Cabrera, pero también otras cosas: “Para empezar, porque era un guion de Fernando. Llevamos años haciendo dossieres y colaboraciones y, aunque le he rechazado alguna propuesta que no terminaba de encajarme, sus guiones siempre tienen algo que te pica. En este caso, que es un cómic que juega a despistarte y, cuando crees que le tienes tomada la medida, te da esquinazo y te manda a otro sitio. Además, y esto también es habitual en sus guiones, me sacaba de mi elemento de confort, y eso, para mí, suele ser un aliciente. En cuanto a los temas, sin hacer spoilers, solo podría destacar los secretos, las cams eróticas, y la vida de instituto. Pero no son los únicos”.
Y sexo…
El sexo también es parte fundamental de la trama. “Bárbara vive su sexualidad -y en realidad todo lo demás- de dos formas casi contrapuestas –asegura Fernando-. Por un lado es desenfadada, atrevida y disfruta mostrándose y mostrando su sexualidad en un entorno que ella considera controlado y seguro. Por otro lado es insegura y vive con miedo a ser descubierta por todo lo que podría pasar en su vida si algo así saliese a la luz. Todo ello mezclado con los impulsos propios de la edad que tiene”.
“No sé si refleja o no a las jóvenes actuales –añade-, puede que sí a una parte, pero en cualquier caso nunca entra entre mis pretensiones la de crear un personaje que enarbole la bandera de representar a todo un colectivo, y menos a uno tan extenso y llenísimo de matices”.
En cuanto a si el sexo sigue siendo un tema tabú, en pleno Siglo XXI, Román asegura que: “Es una pregunta compleja. Estamos en un momento en que no falta el sexo ni la sexualización y la cosificación en nuestro día a día, a todas horas, en prime time, en anuncios de perfumes y desodorantes, en videoclips de Reggaeton, sin que a nadie le moleste, mientras se pone el grito en el cielo porque se hable de sexualidad y de salud sexual en los centros educativos. Dentro de esa paradoja puede jugar este cómic”.
“Hay formas más sanas de afrontar el erotismo y otras más tóxicas -continúa el dibujante-. Aquí no utilizamos una fórmula sana, pero tampoco es la intención, ya que se supone que el que nuestro personaje haga cams eróticas debe ser algo lo suficientemente turbio e inconfesable como para que su secreto le queme por dentro. Ahora bien, también plantea una reflexión interesante: ¿hasta qué punto son censurables ciertas prácticas (sexuales, en este caso), siempre y cuando haya consentimiento y control de la situación? Yo no tengo la respuesta, ni me atrevería a aventurarla, y el cómic, en este respecto juega a darte una de cal y otra de arena, te explica las razones por las que Bárbara hace lo que hace, y te pone argumentos en contra y, al final, sea cual sea la decisión de la protagonista, creo, te permite mantener tu propia postura al respecto. Lo que sí puedo asegurar es que, de no ser por la mojigatería actual, la libreta de confesiones estaría mucho más vacía”.
El lado más oscuro de nuestra alma
Todos esos temas (sexo, internet…) sirven a Fernando Llor para indagar en el lado más oscuro del alma humana, en nuestros sueños y pesadillas. “Creo que todos tenemos partes dentro de nosotros mismos que hemos de reprimir en algún momento para evitar que todo se descontrole –afirma-. Basta con leer la prensa un día cualquiera: a nuestro lado, en nuestro bloque, en el trabajo, en el bus, en el metro o en el súper, en cualquier parte hay hombres y mujeres que caen en episodios de violencia extrema, que se unen a sectas, que se dejan guiar por falsos gurús o que simplemente pierden la cabeza y todo estalla”.
Destacar también la reflexión que nos propone sobre el papel de Internet en la imagen que queremos dar o la que la gente tiene de nosotros. “Internet nos está permitiendo construir una imagen de lo que queremos ser y a la vez un refugio para ser quienes en realidad somos sin ser señalados por ello. Son dos caras exageradas y fuera de todo equilibrio” –asegura el guionista-.
“Por un lado somos esclavos de la dictadura de las sonrisas: hemos de ser felices, ser exitosos, demostrar valía, fuerza de voluntad, mostrar lugares maravillosos...Toda esa filosofía entrepeneur que antes se orientaba a tiburones de las finanzas, ahora se ha extendido a toda la sociedad hasta el punto de hacer creer a chavales de 15 años que han de construir su imagen personal y tratarla como una marca”.
“Por otro lado –añade- está todo lo que no queremos ver: grupos en los que se explican las mejores maneras para suicidarse, otros que te dan trucos para disimular tu bulimia, grupos fascistas, racistas, machistas, tránsfobos, venta ilegal de medicamentos, sectas… Toda una sociedad que no está a la vista.
“En cualquier caso creo que nuestra identidad real no es lo uno ni lo otro, es algo mucho más complejo, lleno de matices, el problema es cuando queremos abrazar demasiado fuerte nuestras sombras o nuestras luces” –concluye el guionista.
“Cómic salpimentado con manga”
Preguntamos a Román López-Cabrera si el estilo de La confesión es una mezcla de cómic y manga “No diría que haga una mezcla. En todo caso hago cómic salpimentado con manga (que, al final, se reduce a unos pocos recursos y unas expresiones faciales aquí y allá). Desde el principio, y como si la idea sobrevolara nuestras cabezas, Fernando y yo tuvimos claro que necesitábamos un estilo limpio, claro, desenfadado y juguetón para contrarrestrar lo turbio que rezuma el guion en algunos puntos. Pero no era sencillo, porque había que lograr, además, un equilibrio, para que el estilo no banalizara según que escenas de la obra. Tuvimos como punto de partida el estilo de Charls Burns, pero, de ahí, la cosa fue evolucionando hasta encontrar su estilo propio, que resultó ser más cartoon y desenfadado. Además, lo más importante era que el estilo parecía funcionar bien para la clave de la obra: la dualidad; encajaba con el aspecto pícaro y juguetón de la Bárbara que hace sex cam, y con la Bárbara inocentona que nunca ha roto un plato”.
En cuanto a los otros desafíos gráficos que le ha supuesto este cómic, Román nos comenta que: “Quizá, como he dicho antes, el de representar y remarcar bien esa dualidad del personaje de Bárbara: poder mostrar dos Bárbaras bien diferentes sin que dejen de ser el mismo personaje. Otro punto conflictivo fueron las escenas en que salía el propio chat erótico: diseñar la interfaz del chat, dónde iba cada elemento... Escenas en que debía verse la imagen de la cam, con Bárbara haciendo algo concreto que debiera verse, más los comentarios del chat, sonidos (u onomatopeyas, claro), bocadillos con texto... y todo eso debía verse en una misma viñeta, y cada elemento debía tener su espacio y ser legible... Esas escenas fueron las que más tiempo me llevaron, tanto de planificación como de ejecución”.
Sus proyectos
Como siempre acabamos la noticia con los proyectos de guionista y dibujante, empezando por Fernando Llor: “Pues en 2020 tienen que ver la luz diferentes cómics: Korubaku que es una space opera con mucho humor dibujada por Alex Muñoz y editada por Kramiek para el mercado francobelga. 1936, el Alcázar no se rinde, que sale dentro del Universo 36 de Carmona en Viñetas y que cuenta la Guerra Civil Española incluyendo superhéroes y que realicé junto a Raúl Orte al dibujo y Jorge Hov al color. Con el mismo equipo estamos terminando Los últimos de Filipinas para la editorial Cascaborra dentro de su colección Historia de España en viñetas. Ya para el Salón del cómic de Barcelona saldrá Subnormal, una historia de acoso escolar con dibujo de Miguel Porto y editado por Panini y que cuenta la terrible historia de bullying que sufrió el ex jugador de la ACB Iñaki Zubizarreta”.
“Y ya en fecha sin determinar pero dentro del mismo año saldrán Humor artificial, una historia de cyberpunk costumbrista dibujada por Miguel Ángel Hernández para Dolmen, y Plot point una comedia con toques de thriller junto a Esteban Hernández para Nuevo Nueve en español y Retranca Editora en galego. Por último estamos haciendo un pequeño libro colectivo con espíritu de fanzine en el que recuperamos el personaje de Octobriana y que saldrá con The Rocketman Project y que arrancará con páginas dibujadas por Román”.
En cuanto a Román López-Cabrera, nos avanza que: “Estoy a punto de entregar mi primera obra en solitario en años, una obra de 128 páginas a color sobre el mundo de la canción protesta durante el franquismo, titulado Memoria de una guitarra, y saldrá a finales de marzo, bajo el sello “Evolution” de Panini”.
“Tan pronto entregue este cómic, tengo esperándome una colaboración en la obra colectiva Octobriana, también con guion de Fernando, y para The RocketMan Project, y ya, a partir de ahí, tengo algunos frentes abiertos que iré contando según se confirmen” -concluye el dibujante-.