Peonzas de dedos, escapadas para ver el móvil o cabezadas: así aguantan los senadores las ocho horas del 'impeachment'
- Las normas del tribunal impiden a los senadores levantarse o introducir el móvil
La disciplina se relaja conforme avanzan las ocho horas que duran las sesiones
El impeachment a Donald Trump ha consumido ya su tercera jornada sin que por el momento se haya registrado ninguna novedad ni ninguno de los actores se haya salido del guión. Si en la primera sesión los republicanos votaron en bloque para imponer las reglas del procedimiento, los congresistas demócratas que ejercen de fiscales han empleado las dos siguientes en exponer los cargos de los que acusa al presidente: abuso de poder y obstrucción a la Justicia.
En la Cámara Alta no se ha oído hasta el momento nada que no se hubiera dicho ya en la Cámara de Representantes. Por ello no es extraño que a los senadores, que actúan como jurado pero no pueden intervenir, les cueste a veces mantener la atención durante las ocho horas que dura cada sesión.
Restricciones a los senadores
Las estrictas normas de comportamiento en la Cámara durante el juicio se lo ponen aún más difícil. Los senadores deben permanecer sentados en silencio en la sala mientras tiene lugar la sesión, tienen prohibido portar consigo dispositivos electrónicos y solo pueden beber agua o leche.
La falta de móvil les impide el usar las redes sociales durante las sesiones, con lo que tampoco pueden darse el gusto de comentar la jugada. La candidata a las primarias demócratas Elizabeth Warren explicaba en Twitter que ha cedido el control de su cuenta a su equipo para no enmudecer totalmente en la red.
No obstante, conforme avanzan las horas la disciplina se relaja, algo inevitable incluso cuando se tiene en las manos a suerte del presidente de los Estados Unidos, reconocía al New York Times, Kevin Cramer, senador republicano por Dakota del Norte.
Los periodistas que tienen acceso a la sala tampoco pueden llevar móvil ni por supuesto cámara, y no se permite el acceso de los fotógrafos, por lo que a los informadores solo les queda observar y tomar notas de lo que hacen sus señorías.
Quienes aguantan en la silla se entretienen resolviendo crucigramas, dibujando, jugando con peonzas de dedos (finger spinners) o echando un vistazo furtivo al reloj inteligente en la muñeca (un dispositivo que al parecer ha escapado de la vigilancia del tribunal).
Otros se pasan notas y la corresponsal de TVE Cristina Olea ha pillado a alguno echándose una pequeña siesta.
Al menos durante la pasada sesión, muchos han desafiado las normas y se han escapado para acudir al guardarropa o al servicio y disfrutar de un momento culpable junto a sus teléfonos móviles. "A veces la atmósfera se parece a la de un aula de primaria", relata Catie Edmondson en el NYT.
Todos los representantes, tanto republicanos como demócratas, esperan como agua de mayo los recesos de 15 minutos, no solo para estirar las piernas y comer, sino para poder hablar con la prensa en los pasillos y dar su versión de lo que sucede dentro.
Los demócratas tienen una jornada más para exponer sus argumentos y después será el turno de la defensa de Trump, cuya estrategia principal es rechazar el juicio como una farsa.
Solo después podrán decidir los senadores si necesitan escuchar a nuevos testigos o recabar pruebas y documentos que no se hubieran presentado anteriormente. Para ello los demócratas necesitan que al menos cuatro republicanos rompan con el bloque de la mayoría. Quizá entonces el juicio sería más entretenido para sus señorías.