'Éter', el mito de Fausto en clave polaca y en la I Guerra Mundial
- Se estrena la película de Krzysztof Zanussi, un “joven” católico de 81 años
Llega a nuestros cines la película Éter del director polaco Krzysztof Zanussi. Un joven director de 81 años que no tiene miedo a proclamar su fe católica. Sin ella no entenderíamos la nación polaca. Ni esta película. El catolicismo ha sido un elemento en integración nacional. Los burócratas de Bruselas no lo entienden así, pero esa es la verdad.
Toda la película está impregnada de esas firmes convicciones del director y de su aceptación de la misericordia, tal como la entiende el Papa Francisco. Esa es la clave para entender el final inquietante, que no queremos descubrir.
La clave de la película está en al final. El pensamiento polaco es así. Circular. Plantea una idea y sin desarrollarla vuelve a otra idea anterior. Es importante saber esto para entender la película.
Trata del mito de Fausto, entendido por un católico polaco, que lo desarrolla en la I Guerra Mundial. El rodaje, hace dos años, en Ucrania, sobrecogió a todos. La guerra en la guerra, el gran drama de nuestro tiempo.
Con un presupuesto de 50 millones de euros, Éter es una coproducción polaca, ucraniana, lituana y húngara. La archipremiada Dolor y Gloria ha costado casi 10 millones de euros. Multiplica por tres el presupuesto de una producción española, aunque Almodóvar vende y es rentable en casi todos sus proyectos.
El sentimiento de culpa
Ante nosotros pasa la Gran Guerra y un hombre que vende su alma al diablo para lograr dominar la ciencia y sus secretos. Ese protagonista es un médico, que buscará en la ciencia su forma de redimirse.
Pese a su aparente frialdad, lleva su propio drama interior, su pecado. Intentó violar a una paciente. Se sentía atraída por ella y al verse rechazado la mata con una dosis letal de cloroformo. Eso al menos cree él, pues como una pesadilla volverá a encontrarse con esa mujer en un manicomio de la época y sin identidad.
Zanussi nos muestra así las consecuencias del pecado, del mal interior. A partir de ese intento de violación la película se volverá más oscura y más tenebrosa. Un recurso literario aplicado al cine. Zanussi nos muestra así el estado interior del protagonista.
Un pecado que también toca el alma de un sacerdote, sensual y descreído. Sobrecoge verle arrodillado y pedir perdón. Ese gesto le redime ante nosotros y le da humanidad y grandeza.
Zanussi muestra con valentía y oficio que Satanás influye en los hombres. "Tengo muchos seguidores”, llega a decir Satanás, elegante y refinado, con una levita impecable. Influye en los hombres, provocando guerras y toda clase de calamidades. Quiere nuestra condenación. Así, al menos, lo piensa y lo cree Zanussi.
Es el padre de la mentira. Se ufana de ello en la película. Es el gran tentador. Al médico protagonista le gana, alimentando su orgullo y soberbia. "Algún día la ciencia logrará la resurrección", afirma el médico con desmedido orgullo. Un fresco muy acertado de la compleja condición humana.
Los límites de la ciencia
Es otra idea reiterada. Una idea fuerza. El médico aparece revestido como un sacerdote agnóstico que no cree y que busca una razón natural en todo. Impagable la sesión de espiritismo.
Al romperse el plato utilizado en la guija, afirma sin inmutarse. "Fue la presión. Había una burbuja de aire en la porcelana", afirma tras un atento y minucioso examen del plato hecho añicos.
Él se cree en posesión de la verdad. Busca su piedra filosofal. Un éter mágico que permita controlar el dolor y también las conductas humanas. Su laboratorio se vuelve cada vez más tenebroso y tétrico.
Morirá sin lograr su entelequia. Un aviso para los nuevos demiurgos. Condenados al fracaso si defienden una ciencia que niega a Dios. Zanussi así lo plasma en la película. Dios es, para el director polaco, mucho más poderoso y siempre nos sorprende.
Vida después de la muerte
Visualmente está muy lograda la escena del fusilamiento del médico protagonistas, que queda sorprendido ante su nuevo estado tras la muerte.Está vivo y ya no siente ningún dolor. Vuelve la luz, mucho más intensa. Esto justifica por sí mismo la película.
Afirmar que hay otra vida tras la muerte puede resultar heroico en estos días de increencia. Zanussi cree en la otra vida. Científicos como el cardiólogo holandés Van Loment piensa lo mismo y ha dedicado su vida a ello.
Nuestro médico se salva por el perdón y la oración de la mujer que intentó violar. Zanussi, como el Papa Francisco, cree que la misericordia salva, incluso en situaciones en las que no hay arrepentimiento. Para el director polaco el perdón está unido al amor, y los dos lo superan todo.
Esta posición nos recuerda aquel final de Don Juan Tenorio, salvado también por Doña Inés, en aquella escena sobrecogedora en el cementerio, cuando el alma de don Juan se enfrenta a los fantasmas del pasado. En ese momento doña Inés pronuncia esos conocidos versos.
Yo mi alma he dado por ti,
Y Dios te otorga por mí
Tú dudosa salvación