'El cineasta', una carta de amor a los artesanos del cine
- Julien Frey y Nadar cuentan la historia de Édouard Luntz, que se enfrentó al productor Darryl F. Zanuck
- “El cómic es una historia de amor en muchos sentidos”, asegura el dibujante
Darryl F. Zanuck, productor de películas como ¡Qué verde era mi valle! o Eva al desnudo es una de las figuras más famosas del Hollywood clásico. Un productor todopoderoso que no estaba acostumbrado a perder hasta que se encontró con el joven director francés Édouard Luntz, que se enfrentó con él por el montaje de una película, con consecuencias inesperadas. Una apasionante historia que el guionista francés Julien Frey (Michigan, 2019) y el dibujante español Pep Domingo (Nadar) (Castelló de la Plana, 1985) cuentan en El cineasta (Astiberri).
Lo curioso es que la historia se basa en una experiencia personal de Julien Frey. “Mientras estudiaba cine, Julien Frey conoció a Édouard Luntz. El director afirmaba que su carrera se truncó por culpa de Darryl F. Zanuck, el último magnate de Hollywood”.
“Después de un rodaje épico en Brasil en mayo de 1968, y un presupuesto multiplicado por veinte, el productor estadounidense habría hecho desaparecer su película, Le grabuge. Años más tarde, Julien descubre que es toda la obra de Luntz -quien rodara con grandes de la escena francesa como Jeanne Moreau o Michel Bouquet, que varias de sus películas fueran seleccionadas a concurso en los festivales de cine Berlín, Cannes y Venecia y que algunas de ellas fueran premiadas– la que es inencontrable. Julien decide buscar esas películas perdidas”.
“Me interesa la idea de la memoria colectiva”
A pesar de su juventud, Nadar es uno de los autores españoles más apreciados en Francia y asegura que decidió ilustrar esta historia porque: “Siempre me ha interesado la idea de la memoria colectiva, lo que olvidamos y lo que decidimos recordar, y el hecho de que todo eso sea una enorme y ecléctica construcción elaborada interesadamente por diferentes poderes o agentes”.
“Creo –continúa- que me gusta el cine tanto como al resto de los mortales y no por ello sabía quién era Édouard Luntz, pero en cuanto leí el guion me di cuenta de que a este tipo la memoria colectiva lo había dejado en los márgenes, en el más absoluto olvido. Como artista me sentí conectado con Luntz y me apeteció aportar mi granito de arena a la hora de contar su historia”.
“Además –añade-, la historia es cojonuda y está muy bien narrada por Julien, quien conoció a Luntz de la manera más absurda. Creo que El cineasta es una historia de amor en muchos sentidos".
“Y si he de destacar algo, algo que personalmente me emociona pero que no es necesariamente la razón de ser de este cómic, es la humanidad y el tono distendido que transpira toda la historia” -concluye Nadar-.
“Julien ama el cine de una forma profunda y genuina”
Antes de dedicarse al cómic Julien Frey (Lagny-sur-Marne, 1977) estudió cine y escribió guiones para series infantiles (Casper, Gerónimo Stilton) Preguntamos a Nadar cómo es Julien y, por lo tanto, el protagonista del cómic: “Julien es un tipo insistente, persuasivo, por momentos tozudo, que ama el cine de una forma muy profunda y genuina. Casi lo mismo se podría decir de Édouard Luntz, lo cual puede explicar algunas de las cosas que motivan a los dos personajes. Hacia el final de cómic hay una reflexión muy bonita en la cual Julien dice que parte de su memoria está construida mediante películas y que por esa razón tiene miedo de que desaparezcan. Creo que esta idea es clave para entender su sana obsesión”.
Destacar también el retrato de los otros protagonistas de la historia, Luntz y Zanuck. Y la relación entre ellos que hizo desaparecer las películas de Luntz. “Digamos que, como en toda la historia del hombre, el ego y el poder han sido constantes –asegura Nadar-. El retrato de Zanuck es bastante fidedigno, en esa época era un tipo con mucho poder en la industria cinematográfica, personificaba el tópico del productor megalómano, cuyas decisiones pueden convertirte en ganador o perdedor en un instante. Sólo hay que ver las fotos para darse cuenta”.
“Ha sido divertido reflejar el mundo del cine”
Nadar confiesa que, aunque no sea fácil retratar a todos los personajes famosos que aparecen en el cómic: “Ha sido divertido, la verdad. Sí que traté de encontrar una especie representación gráfica de los ambientes y los personajes. Algunos están muy clavados, otros menos. A veces tenía que apañarme con un par de fotos viejas y borrosas, de cuando algunos personajes eran jóvenes, y me tocó improvisar su aspecto adulto. Cuando más tarde conocí a algunos en persona, me regañaron y me halagaron por partes iguales. Que si no soy tan viejo, que si gracias por dibujarme con pelo en la cabeza… ¡Eso sí que fue divertido!”
Divertido pero duro, porque esta novela gráfica ha necesitado de mucha documentación. Tanto por parte del guionista, que habló con los allegados de Luntz y con técnicos y actores que trabajaron con el cineasta, como por parte de Nadar. “Trabajé con fotos, películas… -asegura Nadar-. Siempre es arduo recrear un momento que no has vivido. Al menos a mí me cuesta, pero le estoy pillando el gusto. Creo que cada época lega algo intangible a las nuevas generaciones, básicamente una serie de decisiones, ejemplos, modelos y experiencias, una suerte de lenguaje, gracias al cual podemos seguir aprendiendo y avanzando y al que siempre le debemos más de lo que pensamos en nuestro egocentrismo”.
Preguntamos a Nadar si le ha influido la Nouvelle Vague: “Como me dedico a otro medio que no es el cine, la influencia es relativa. Creo que más bien es inspirador, especialmente el espíritu rompedor que parecía tener la Nouvelle Vague”.
En cuanto a las películas de Luntz, Nadar asegura que: “Son frontales, luminosamente imperfectas y humanas, sin prejuicios, pegadas a la realidad. Representan su época como pocas. Espero que algún día se puedan volver a ver”.
Una historia en Blanco y negro
Nadar venía de hacer una historia a color ¡Salud! (Astiberri, 2018), con el guionista Philippe Thirault. Le preguntamos cómo ha sido el cambio al Blanco y negro: “Después de ¡Salud! tenía ganas de hacer algo diferente, volver a trabajar en analógico, coger las plumillas y los pinceles. Julien me sugirió hacer algo en blanco y negro. Tanto él como yo somos grandes amantes del blanco y negro en los cómics y acepté el reto al momento. A nuestro editor le pareció una idea que encajaba con el tono de la historia y nos dio carta blanca. Cuando me puse a ello me di cuenta de cuán exigente es el blanco y negro, lo desnudo que te deja. Aprendí muchas cosas dibujando El cineasta, fue una cura de humildad”.
Pero también fue gratificante porque Nadar está a punto de publicar otra historia con guion de Julien: “A principios de febrero se publica en Francia L’Oeil du STO, la obra en la cual he estado trabajando con Julien todo el 2019. Si todo va bien, también verá la luz en España algún día”.