Sampedro, De Marcos, Carrasco... así pidieron una "muerte digna" que la Justicia les negó
- La despenalización de la eutanasia llega este martes al Congreso, 22 años después de que falleciera Ramón Sampedro
- Fue el primer español que pidió el 'suicidio asistido' y su lucha es la de otros enfermos que también murieron sin ver la 'luz verde'
Hay batallas personales que sobreviven a la propia muerte. Es el caso de la que ha unido a lo largo del tiempo a Ramón Sampedro, Inmaculada Etxevarría, Luis de Marcos o María José Carrasco, quienes anhelaron durante años una "muerte digna" que, de ser por la Justicia, nunca les habría llegado. Todos ellos tuvieron que recurrir a manos amigas para cortar con el sufrimiento y para alzar sus voces con la esperanza de que contribuyeran a despenalizar la eutanasia, un "derecho" que ellos creyeron merecer y que nunca pudieron ver ejercido.
Este martes llega al Congreso esa prorrogada cuestión que podría permitir que otras personas en su misma situación sí pudieran elegir libremente cuándo poner fin a su vida. Lo hace 22 años después de que falleciera Ramón Sampedro, el primer español que reclamó que se regulara la eutanasia y el que inició un debate público que ha sido reabierto desde entonces de manera intermitente.
Ramón Sampedro: "Me veo obligado a morir a escondidas"
La historia de Sampedro es quizá la más simbólica en la batalla por la legalización de la eutanasia en España e, incluso, llegó a la gran pantalla gracias a 'Mar adentro', el filme más galardonado de la historia del cine español, dirigido por Alejandro Amenábar.
Tetrapléjico desde los 25 años y postrado en una cama hasta los 55, Sampedro luchó hasta su último día por lo que, creía, era un derecho que le estaba siendo negado de manera repetida.
El rechazo gubernamental para ayudarle a cumplir con su voluntad no impidió que urdiera un preciso plan para quitarse la vida, que fue llevado a cabo con el apoyo directo de 11 personas, dado que su falta de movilidad de cuello para abajo le impedía plantearse otro tipo de suicidio.
"Hoy, cansado de la desidia institucional, me veo obligado a morir a escondidas, como un criminal. El proceso que conducirá a mi muerte fue escrupulosamente dividido en pequeñas acciones que no constituyen ningún delito en sí mismas y que han sido llevadas a cabo por diferentes manos amigas. Si aun así, el Estado insiste en castigar a mis cooperadores, yo les aconsejo que les sean cortadas las manos, porque eso es lo único que aportaron", señaló Sampedro en su vídeo póstumo.
Tan bien tejió el proceso, que solo su pareja -Ramona Maneiro- fue detenida. Por falta de pruebas, quedó en libertad a las pocas horas y cuando el delito prescribió, siete años después, la mujer confesó haber sido quien le dio de beber el cianuro potásico.
Inmaculada Echevarría: "No es justo vivir así"
También Inmaculada Echevarría, enferma de distrofia muscular progresiva, pidió públicamente que la desconectasen del respirador que la mantenía con vida. Contaba con la autorización del Comité Ético de la Junta de Andalucía y del Consejo Consultivo Andaluz, que vincularon su petición con "un rechazo de tratamiento", un derecho reconocido en la ley española de autonomía del paciente.
Echevarría había pedido ayuda para “morir libremente y sin dolor” porque, dijo, “no es justo vivir así”. Su voluntad se cumplió en marzo de 2007.
"Asumo mi enfermedad pero no los métodos artificiales de alargarla de manera inútil, aumentando el dolor y desesperación que ya sufría y que esperaba acabara con la muerte natural", señaló en una carta pública.
Luis de Marcos: "Ojalá podáis tener esa salida si la necesitáis"
Diez años después de que falleciera Echevarría, en 2017, terminó el pesar de otra de las voces que han pedido con mayor insistencia que se desbloquease la ley de regulación de la eutanasia.
Luis de Marcos padeció esclerosis múltiple primaria progresiva durante una década. Cuando solo le quedaba movilidad en el cuello y la cabeza y cada día era “una tortura”, decidió arrancar una campaña para reclamar el derecho a morir dignamente.
También él escribió una carta que fue leída tras su marcha: "Simplemente quiero decir que creo que venimos al mundo con alguna misión, para desempeñar algún papel, y a mí me ha tocado sufrir una enfermedad que me ha llevado a luchar por uno de los derechos más básicos. Ahora tengo plena conciencia de que el mínimo exigible a una sociedad desarrollada, civilizada y moderna es el derecho al suicidio asistido. Ojalá podáis tener esa salida si llegáis a necesitarla".
María José Carrasco, un suicidio asistido por su marido
Junto con la historia de Sampedro, la de María José Carrasco es la que más ha calado en la sociedad por la crudeza de las declaraciones de Ángel Hernández, el hombre que, "por amor", decidió en abril de 2019 ayudar a morir a su mujer, enferma de esclerosis múltiple desde hacía tres décadas.
En los últimos diez años, María José había requerido la ayuda de su marido para todo y decidió no prolongar su situación de dependencia absoluta. Ella manifestó ante las cámaras de Televisión Española su deseo de morir "cuanto antes", y él anunció a través de una carta pública que "no había más remedio" que proporcionarle esa ayuda.
Desde entonces, Ángel, que se jubiló de manera anticipada para cuidar de su esposa, ha pedido incansablemente que se legalice "el derecho al suicidio asistido" cuando una persona pida poner fin a su "malvivir", y ha lamentado que el caso fuese derivado a los tribunales de violencia de género, una decisión polémica incluso dentro del ámbito judicial.
El Juzgado de Violencia contra la Mujer número 5 pidió a la Fiscalía que se pronunciara sobre la competencia del caso y el Ministerio Público dejó claro que no tenía sentido que se encargara ese juzgado. Sin embargo, la jueza de instrucción lo elevó a la Audiencia Provincial de Madrid y decidió que debía ser siendo investigado como posible caso de violencia de género.
Maribel Tellaetxe: "Me tenéis que ayudar a marchar"
Junto con ese último caso, la historia que ha seguido avivando el debate sobre la regulación de la eutanasia en el último año es el de Maribel Tellaetxe, una anciana de 75 años que falleció en marzo de 2019, después de 12 años con alzhéimer.
Consciente de cómo esa enfermedad se apoderaría de su integridad física y de su memoria, había pedido a sus hijos que no alargasen su partida: "Por favor, no esperéis a que me olvide de vosotros, a que no os reconozca como hijos o que no reconozca a 'aita'. Ese día me tienes que ayudar a marchar".
No pudieron cumplir con su voluntad cuando quisieron y no fue por falta de esfuerzo. Los familiares de Telletxe, junto con los de Luis de Marcos, entregaron en el Congreso más de 300.000 firmas para pedir la despenalización de la eutanasia, asunto que se abordará por tercera vez este martes en el hemiciclo.
En este día, Daniel Lorente, hijo de Tellaetxe, asegura en una entrevista con RNE mostrarse "esperanzado". Cree que finalmente se aprobará en España un texto que ha calificado de garantista y considera que sería "anticonstitucional" que no se tramitara la ley puesto que se seguiría "atentando" contra varios derechos fundamentales.
Sus palabras evidencian que el bloqueo de la ley de la eutanasia también lo sufren de manera intensa los familiares de los enfermos porque son ellos quienes a menudo cargan con gran parte de la "impotencia": "Se muere la mujer que más quieres en el mundo y no puedes hacer nada para cumplir su voluntad. Esto te genera mucho dolor".