Níger, encrucijada de la migración
- En la región de Agadez confluyen migrantes expulsados de Argelia, personas que tratan de escapar de Libia y quienes siguen el camino hacia el norte
- Políticas migratorias basadas en la disuasión han llevado migrantes, refugiados y solicitantes de asilo a asumir más riesgos
Guerra, persecución, pobreza extrema, comercio... Los seres humanos pueden salir de sus hogares por múltiples razones, pero con objetivos comunes: un futuro más seguro y digno. Miles de personas transitan por la región de Agadez (Níger); una zona que desde la antigüedad ha sido cruce de caminos y que incluye una parte del desierto del Sáhara conocida como Ténéré, mares de dunas y un macizo. Hoy, aquí confluyen personas expulsadas de Argelia, retornados desde Libia y migrantes que tratan de ascender hacia el norte.
Entre enero y octubre de 2019, los flujos migratorios a través de Níger se duplicaron frente al mismo período del año pasado según la Organización Internacional de las Migraciones. De lo que no hay datos es de las muertes que tienen lugar en la ruta. Médicos Sin Fronteras (MSF) trabaja en la zona desde agosto de 2018 para brindar asistencia médica y humanitaria a mujeres, hombres, niños y niñas en el trayecto. El programa incluye la búsqueda y rescate de migrantes perdidos o abandonados en el Ténéré.
"[Las fuerzas de seguridad argelinas] me cogieron en la calle. Pasé cinco días en prisión. Nos expulsaron, nos metieron en camiones que transportan arena y dormimos ahí. Y luego te tiran al desierto. Caminas y caminas, más de 20 kilómetros. No es fácil con un embarazo de siete meses. Viví un infierno". Así describe Sandrine*, de 32 años de Camerún, su expulsión de Argelia.
Su historia no es un caso único. Los testimonios recogidos por los equipos de MSF en Agadez constatan el sufrimiento que padecen refugiados, solicitantes de asilo y migrantes. Sus relatos hablan de violencia y abandono, de abuso y explotación, e incluso de muerte.
Abandonadas en medio de la nada
Cada semana, unas 500 personas son expulsadas de Argelia a Níger. En 2018 lo fueron 25.000 y los datos de los primeros nueve meses de 2019 confirman una tendencia al alza.
A pie, con la única ropa que llevan, a menudo agotados y desorientados. Migrantes, refugiados y solicitantes de asilo son detenidos en las calles argelinas y trasladados a centros de detención que no parecen cumplir los estándares mínimos. Posteriormente, las fuerzas de seguridad argelinas los dejan en el 'Punto Cero', desde donde deben caminar unos 15 km para llegar a la aldea de Assamaka, ya en Níger.
Según testimonios compartidos con los equipos de MSF en Agadez, decenas de personas expulsadas de Argelia han sido objeto de violencia durante su proceso de deportación. Algunas nacionalidades están expuestas a un inhumano 'ida y vuelta'. Es el caso de sirios y yemeníes, entre otros. Muchas de las personas expulsadas de Argelia intentan, a través de traficantes que operan en la zona, regresar a ese país en menos de 24 horas. Otros, por su parte, son devueltos a Argelia por las autoridades nigerinas: ha sido el caso de algunos sirios, bangladesíes y yemeníes.
A Agadez también llegan quienes tratan de huir de Libia yendo hacia el sur. Los equipos de MSF han localizado a algunos de estos supervivientes varados en el Ténéré. Es el caso de Mary*, de Nigeria. Le ofrecieron ir a Italia para trabajar como peluquera. Sin embargo, el traficante nunca cumplió su promesa: la retuvo a ella y a otras mujeres en Libia contra su voluntad, y las obligó a prostituirse.
Rose* también sufrió el engaño y la explotación cuando fue llevada a Libia pensando que iba a otro país. La retuvieron en un edificio con otras 30 mujeres, algunas de ellas "muy, muy jóvenes", y todas fueron víctimas de traficantes de personas. "Pasé un infierno en esa casa. Si no me prostituía, me matarían a golpes. El acoso es excesivo. Las palizas son excesivas. Los insultos son excesivos".
Búsqueda y rescate en el desierto
A pesar de las condiciones climáticas extremas, de la peligrosidad de la ruta y de los escasos medios con los que cuentan, muchos continúan cruzando las dunas del desierto del Ténéré. No todos lo logran. Piedras amontonadas marcan la tumba de quienes fallecen. Los adultos apenas pueden sobrevivir más de tres días sin agua. Quienes quedan varados en la arena pueden morir rápidamente de deshidratación. En noviembre, un maliense expulsado de Argelia se perdió en el camino hacia Assamaka falleció a pocos kilómetros de la frontera argelina.
MSF puso en marcha en verano del año pasado un programa de búsqueda y rescate en el desierto. Desde entonces, los equipos han rescatado a más de 40 personas y han facilitado asistencia urgente a una treintena. Se trataba de hombres y mujeres que se vieron atrapados en las dunas y que, en la mayoría de los casos, presentaban deshidratación extrema.
Situaciones como estas se han visto agravadas por políticas migratorias basadas en la disuasión. Migrantes, refugiados y solicitantes de asilo se ven empujados a asumir más riesgos, ya sea intentando travesías en un bote hacinado en un mar agitado o cruzando el desierto con escasos medios.
*Los nombres han sido modificados para mantener el anonimato.